Acoso escolar
El aspecto físico, el principal motivo por el que dos alumnos por aula sufren bullying
El 20,4% de las víctimas y el 16,8% de los acosadores han intentado quitarse la vida alguna vez, según un estudio. Los casos han bajado un 24% en una década
El acoso escolar sigue existiendo en las aulas y, fuera de ellas, se cuela a través de las nuevas tecnologías. ¿Cuál es su prevalencia? En cada clase, al menos dos alumnos lo sufren y, por cada dos aulas de 28 alumnos, hay un acosador. Es decir, en nuestro país hay 200.000 estudiantes que son víctimas y más de 74.000 hacen bullying a sus compañeros. Y todo esto a la vista de sus compañeros porque se da la circunstancia de que el 16% de los alumnos aseguran estar presentes en estas situaciones de bullying (cinco alumnos por aula), tal y como revela un estudio de la Universidad Complutense para la Fundación ColaCao. Se trata de uno de los más amplios realizados hasta la fecha, ya que ha contado con la participación de 20.662 estudiantes de 325 centros educativos que cursan entre 4º de Primaria y 4º de la ESO de las 17 comunidades autónomas.
El problema adquiere tintes más graves en Educación Primaria, especialmente en 4º, 5º y 6º, donde se reconocen víctimas el 7,6% de los alumnos, mientras que en Secundaria el porcentaje baja al 5,3% pero, en este caso, son más chicas que chicos las que lo sufren (5,8% frente al 4,8%). Ellas son más propensas a recibir agresiones relacionadas con su aspecto físico; en el caso de ellos, son más físicas, racistas y relacionadas con su orientación sexual.
Resulta ya un clásico, pero el aspecto físico y, en concreto, tener sobrepeso, es el principal motivo que coloca a las víctimas en la diana de los acosadores (52,9%), según declaran los afectados. También lo están aquellos que desafían los estereotipos sexistas. Es decir, los que no se comportan como el resto (44,2%). O simplemente la cuestión tiene que ver con que “me tienen envidia” (42,2%). Y en esto ser un niño solitario no ayuda porque los afectados son conscientes de la importancia de las amistades para detener el acoso. La investigación ha detectado que tienen más riesgo de ser acosados aquellos estudiantes que tienen más dificultades para aprender o pertenecen a la comunidad LGTBI y, si bien haber nacido fuera de España no incrementa el riesgo, sí aumenta cuando uno de los progenitores del alumno es extranjero.
La mayoría de las agresiones son de tipo verbal: llaman por motes a los compañeros, se burlan, cuentan mentiras para generar el rechazo del resto, buscan que se sientan mal valorando negativamente su aspecto físico e ignorando a propósito al compañero para excluirle del grupo. Menos frecuentes son las físicas, sexuales, las coacciones, racistas, xenófobas o contra la orientación sexual. ¿Dónde se producen? Más de la mitad en el patio (57,8%) y, después, en el aula. Pero, además, se da la circunstancia de que haber sufrido bullying incrementa el riesgo de sufrir ciberacoso.
El estudio revela otro aspecto alarmante: la relación entre el acoso escolar y el suicidio ya que el 20,4% de las víctimas y el 16,8% de los acosadores declaran haber intentado quitarse la vida alguna vez.
El problema no tiene que ver con la escuela, sino más bien, “está relacionado con una educación sexista, que asocia el dominio y la violencia con la masculinidad”, expone la investigación.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué sigue habiendo acosadores, pese al gran esfuerzo que se ha hecho para erradicarlo. “No hay una única causa, en estos niños se produce una suma de condiciones de riesgo que se pueden evitar: justifican la violencia, culpan a la víctima, pero también algunos tienen dificultades en sus estudios, buscan protagonismo negativo y tienen más problemas. Los acosadores parecen tener un esquema orientado al riesgo y a distintos tipos de conducta violenta. Por eso es importante actuar con medidas restaurativas del daño causado a la víctima”, explica a LA RAZÓN María José Díaz-Aguado, directora del estudio y de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, desde la que se ha llevado a cabo esta investigación.
Lo cierto es que hemos avanzado en la medida en que son cada vez más las víctimas que piden ayuda, pero en el 60% de los casos, los acosadores aseguran que ningún profesor ha hablado con ellos de este asunto y tampoco lo ha hecho su familia, según recoge la investigación.
“Es más difícil detectar desde los inicios a un niño que humilla a otro para intervenir y ayudarle a corregir la conducta. Un alumno que se porta mal nos está pidiendo ayuda de alguna manera. Además, se da la circunstancia de que un acosador tiene más problemas de salud mental. Esto es un reto al que enfrentarse en colaboración familia y escuela”, puntualiza la también catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense.
Con todo, la incidencia de casos ha ido bajando con los años, pese a que queda un largo camino por recorrer. Díaz-Aguado puntualiza que las diferencias detectadas en España con adolescentes en la encuesta HBSC de la OMS entre 2008 y 2018 y los resultados de esta investigación permiten constatar que ha habido una disminución del 24% en 2023 respecto al número de víctimas en 2010 que reconocían haber vivido situaciones de acosos los dos últimos meses una vez por semana o más, del 50% respecto al número anterior de acosadores y del 43% respecto a quienes se reconocían hace más de una década en ambos papeles.
“Estos resultados ponen de manifiesto que la movilización social y el trabajo de las escuelas contra el acoso escolar contribuye a avanzar en su disminución, aunque estamos muy lejos de haberlo erradicado. No puede haber complacencia. Siguen siendo muchas las víctimas del acoso escolar y una sola ya sería demasiado. Además, surgen nuevos riesgos, como los relacionados con el ciberacoso, así como con el incremento de los problemas socioemocionales que vive la infancia y la adolescencia en la actualidad, que pueden agravar las secuelas del acoso escolar y del ciberacoso", advierte la experta.
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