Ciencia y Tecnología
Cada vez más cerca del origen del universo
Científicos españoles del CERN aplican a la industria los últimos hallazgos sobre la física de partículas
Científicos españoles del CERN aplican a la industria los últimos hallazgos sobre la física de partículas.
En el CERN se habla español. Al menos en los corrillos, porque el idioma que usan los científicos de forma oficial para comunicarse es el inglés. La Organización Europea para la Investigación Nuclear (abreviada como CERN por sus siglas en francés) cuenta en la actualidad con unos siete mil trabajadores (propios y de las empresas que colaboran) y más de mil tienen nacionalidad española. De ellos, hasta medio millar están en nómina del mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo. Y también es un buen sitio para completar la formación: hay unos noventa estudiantes a nivel de post doctorado y otros sesenta con bachelor o máster. Esta oportunidad única surge de los convenios que han firmado con universidades españolas.
A pesar de que los números invitan al optimismo, la realidad es que la recuperación económica de la que presumen los políticos en España no ha llegado al campo de la ciencia. Al menos así los afirma dos de los científicos nacionales que ocupan cargos de responsabilidad en el CERN: Mar Capeáns, líder del grupo de Gestión de Proyectos del departamento de Tecnología, y José Miguel Jiménez, responsable de esa misma división. Ambos estuvieron el pasado jueves en la sede en el madrileño Paseo de Recoletos de la Fundación BBVA impartiendo una charla sobre el futuro de las tecnologías en el laboratorio.
“Esta misma reflexión la compartí con la vicepresidenta cuando nos fue a visitar. Comprometer el porvenir de una o dos generaciones es malo, pero no dramático. Pero lo que no recuperas es la motivación de todos los que están en el proceso”, indica Jiménez. Capeáns se muestra más crítica con la gestión de los gobiernos: “No es un problema de la ciencia, es un problema de cómo se organizan los países. Es una cuestión de cultura, de tejido empresarial, de apoyo institucional y de la sociedad, y también de mentalidad”. En lo que ambos coinciden es en que las organizaciones científicas no tienen que estar financiadas de forma exclusiva por los estados, y ponen como ejemplo el caso de Estados Unidos.
Pero aunque la crisis ha frenado los avances, la realidad es que el día a día en el CERN no ha perdido intensidad. Puede que su punto más álgido desde el punto de vista mediático ocurriese después del descubrimiento del Bosón de Higgs, la última partícula elemental que faltaba por encontrar para completar el Modelo Estándar de física de partículas. “Todos los que estábamos alrededor nos lo tomamos como un éxito personal porque trabajamos tanto y tan duro durante tantos años que toda la comunidad tenía su granito de arena. Fue un momento glorioso y de orgullo”, recuerda Capeáns. Por su parte, Jiménez añade que una de las partes más arduas es la gestión de los éxitos: “Esos periodos post descubrimiento son difíciles para todo el mundo, solo hay que ver lo que pasó en la NASA después de pisar la Luna. La gente quiere más, pero no hay más, y no se pueden tener logros así todos los años”.
Toda la tecnología al alcance del CERN está a disposición de los científicos para encontrar respuesta a la pregunta que les lleva persiguiendo décadas: ¿Cómo se originó el universo? Y parece que la solución está cada vez más próxima. “Yo digo que sí estamos cerca, no solo por lo que hace la física de partículas, sino por los datos que nos llegan de otros experimentos que exploran el universo desde otros puntos de vista”, afirma Capeáns, que derrocha un optimismo que Jiménez no comparte del todo: “Yo todavía espero encontrar la antimateria, y por ahí no hemos progresado mucho a pesar de que sabemos crearla”. La hipótesis más extendida es que en el origen del universo existía materia y antimateria en proporciones iguales, pero en la actualidad no hay rastro de adónde ha ido la segunda.
Lo que no está claro es las repercusiones que puede tener localizar por fin dónde está la antimateria. “La respuesta institucional y correcta es decir que los descubrimientos en ciencia básica tienen aplicaciones, pero no sabemos en qué escala de tiempo. No puedo ver el futuro y saber cuál va a ser la utilidad que va a tener el Bosón de Higgs en veinte años, pero puedo decir que las tecnologías y la forma de trabajar que hemos desarrollado ya han cambiado la forma en la que vivimos”, asegura Capeáns. Y es que son muchas las industrias que se benefician de los descubrimientos que se fraguan en el CERN. “Desde los aparatos de resonancia magnética de los hospitales hasta el tratamiento del cáncer con protones en casos muy complicados, pero también en campos como la biología o la física de los materiales”, añade. Jiménez afirma además que para las entidades colaboradoras son todo ventajas: “Nosotros formamos la plantilla, les pasamos el conocimiento, las tecnologías, lo instalamos, lo validamos, lo certificamos y le servimos la etiqueta”, indica Jiménez, y añade una afirmación que a estas alturas nadie pone en duda: “El sello del CERN vale muchísimo”, el del mismo laboratorio que Mar Capeáns califica como un gran “parque de atracciones”: “La ciencia es divertida, los aburridos somos nosotros”.
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