Ciencia

«Cabeza de chorlito» puede que ya no sea un insulto

Científicos de Texas y Praga demuestran que las aves pueden llegar a tener más conexiones neuronales que muchos mamíferos, entre ellos, los primates.

«Cabeza de chorlito» puede que ya no sea un insulto
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Científicos de Texas y Praga demuestran que las aves pueden llegar a tener más conexiones neuronales que muchos mamíferos, entre ellos, los primates.

Si alguna vez ha llamado a alguien «cabeza de chorlito» (o se lo han llamado a usted), seguramente lo habrá considerado un insulto. Y es que esta avecilla zancuda del género pluvialis no parece ser el colmo de la inteligencia: tiene la costumbre de depositar sus huevos en el suelo, al alcance de depredadores y ladrones. Pero un nuevo hallazgo científico podría ayudarnos a cambiar la imagen de este pájaro y, en realidad, de todos los demás. Según publicó ayer un equipo de científicos de las universidades de Vanderbilt en Texas y de Charles en Praga, las aves pueden llegar a tener más conexiones neuronales que muchos mamíferos, incluidos los primates.

Los loros, por ejemplo, gozan de un cerebro del tamaño de una nuez pelada, mientras que un mono del género macaco puede tenerlo como un limón grande. Sin embargo, el lóbulo frontal del primero contiene muchas más neuronas que el del segundo. Y ese lóbulo es precisamente el que más se relaciona con la realización de funciones que consideramos «inteligentes» como el uso de herramientas.

Si duda es el resultado que más ha llamado la atención de este estudio, que ha consistido en contar sistemáticamente el número de neuronas en doce especies diferentes de aves desde los minúsculos pinzones a los gigantescos emúes. Si se compara la masa cerebral de estos animales y la de los mamíferos, las aves ganan en cantidad de conexiones neuronales en relación con su tamaño.

Esta investigación, en parte, pretendía resolver un misterio que desde hace años viene intrigando a los etólogos: ¿cómo es posible que los pájaros, con un volumen craneal tan pequeño, sean capaces de realizar acciones que requieren un elevado nivel de especialización? Es sabido que algunas especies como los cuervos o los loros pueden realizar funciones relativamente «inteligentes» como usar herramientas (por ejemplo, briznas vegetales para alcanzar comida o piedras para cascar huevos), hacer inferencias entre causa y efecto (los cucos ponen los huevos en nido ajeno para engañar a otros animales), reconocerse en espejos o imitar sonidos (incluso la voz humana). Todas estas tareas se creían exclusivas de primates, que tienen un cerebro considerablemente mayor.

Hasta ahora se pensaba que, quizás, el cerebro de las aves, aun siendo menor en conexiones, podría estar «cableado» de alguna manera más compleja. Pero recientemente se descubrió que las palomas, por ejemplo, presentan una organización neuronal muy similar a la de los primates. La clave, entonces, no debía de estar en la calidad de las conexiones, sino en su cantidad.

Sobre todo, en el caso de los loros y las aves cantoras, se han hallado cantidades sorprendentes de neuronas en el «pallium», la versión menos evolucionada del córtex propia de los animales voladores. Esta acumulación de conexiones es posible gracias a que las neuronas avianas son más pequeñas y están más apretadas que las de los mamíferos. Los loros, sin ir más lejos, tienen el doble de neuronas que un primate por el mismo volumen de cerebro y cuatro veces más que un cerebro equivalente a un roedor.

Además, la proporción de estas neuronas que cae en el lóbulo frontal es también mayor. Los dos datos son significativos porque la naturaleza tiene dos estrategias para dotar de capacidades cognitivas a un animal: o le dota de muchas neuronas o hace que las que tiene se distribuyan en áreas clave del cerebro. En el caso de los pájaros parece que han gozado de los dos dones.