Ciencia
La mejor imagen jamás captada de una estrella lejana
Con el telescopio VLTI, los científicos han querido realizar un mapa del movimiento de la materia superficial de una estrella que no sea la nuestra
Con el telescopio VLTI, los científicos han querido realizar un mapa del movimiento de la materia superficial de una estrella que no sea la nuestra.
Nunca antes habíamos visto tan de cerca la superficie de una estrella que no sea nuestro Sol. Nunca la mirada humana se había aproximado tanto a un cuerpo celeste que ilumina su entorno a años luz de distancia. La imagen que acompaña estas líneas es la cara de Antares, brillando roja y naranja en su hogar dentro de la constelación de Escorpio. Si la tratáramos de observar a ojo desnudo, veríamos a lo sumo un puntito rojo en el cielo nocturno, uno de los muchos que componen la figura aparente del escorpión sobre nuestras cabezas. Pero esta fotografía está tomada con uno de los instrumentos de observación más potentes que ha fabricado el ser humano: el Very Large Telescope Interferometer (VLTI), en el observatorio chileno de Cerro Paranal, en el desierto de Atacama.
El VLTI es una joya para los astrónomos. No sólo porque combina la capacidad de luz de cuatro telescopios de 8,2 metros cada uno, sino porque cuenta con el apoyo de otras ventanas auxiliares que, todas en conjunto, pueden hacer las veces de un telescopio con cerca de 200 metros de diámetro. De ese modo, se pueden observar fenómenos astronómicos con un detalle que escaparía a cualquier otra instalación científica.
Con esta herramienta en sus manos, los científicos de la Universidad Católica de Chile han querido realizar, por primera vez, un mapa del movimiento de la materia superficial de una estrella que no sea la nuestra. Y eligieron para ello Antares, por que no es una estrella cualquiera.
Este astro pertenece a la categoría de las gigantes rojas, grandes estrellas que han llegado al final de su vida. Si el Sol tuviera el tamaño de Antares, su diámetro sería tan grande que habría engullido a Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Afortunadamente, está muy lejos: a más de 619 años luz de distancia. Eso quiere decir que el brillo que nos llega de ella en las noches despejadas inició su camino hace más de seis siglos.
Conocer cómo se comportan las estrellas en esta fase final de sus vidas ha sido un reto para la ciencia. No es fácil medir directamente los movimientos del gas y la materia en astros tan lejanos. El VLTI es posiblemente el único aparato capaz de hacerlo.
Utilizando imágenes registradas por este inmenso telescopio (en realidad un interferómetro que combina varios telescopios), los expertos han creado el primer mapa de dos dimensiones que registra la velocidad de la atmósfera de la estrella. Lo que se ha capturado es el movimiento relativo de la atmósfera (y por lo tanto de los gases que la componen) en diferentes posiciones del disco solar.
Como resultado, se han encontrado movimientos muy turbulentos de gas de baja densidad a distancias mayores de lo que se pensaba. Esas turbulencias no pueden ser generadas por procesos de convección tradicionales (es decir, por la transferencia de energía y calor desde el núcleo de la estrella hasta las capas exteriores, como se creía que funcionaban las estrellas hasta ahora).
Parece que debe haber otro tipo de fenómenos atmosféricos que hasta ahora no han sido identificados.
La atmósfera de Antares es, de hecho, mucho más grande de lo que se pensaba. Está formada por gases que hierven a 2.000 grados centígrados y se mueven a la increíble velocidad de 72.000 kilómetros por hora.
Los datos obtenidos ahora quizás obliguen a plantearse algunos de los conocimientos que hoy damos por supuestos del comportamiento de las gigantres rojas. El VLTI ha demostrado ser útil para aproximar la vista a estas estrellas, así que será necesario aplicar su ojo a otras estrellas similares.
De momento, de la estrella gigante de Antares solo sabemos que quizás se convierta en una supernova dentro de unos 100.000 años. Entonces, (600 años después de su explosión) el cielo visto desde la Tierra se engalanará durante un tiempo de una luz brillante algo más más grande que una estrella, que podrá verse incluso de día. Será el canto de cisne de esta estrella moribunda.
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