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¿Qué siente el cerebro al morir?

¿Qué siente el cerebro al morir?
¿Qué siente el cerebro al morir?larazon

Un reciente estudio demuestra que, ante un deterioro de los signos vitales, aumenta la comunicación entre el sistema neuronal y el corazón.

La pregunta es universal. Nos la hacemos seres humanos de toda raza, cultura y religión. Y hay pocas cuestiones que nos atribulen más cuando azotan nuestra mente. ¿Qué ocurre en el momento previo a la muerte? ¿Qué se siente al morir? El estudio de las sensaciones o experiencias cercanas a la muerte es añejo. Desde hace más de dos siglos la ciencia trata de recabar información de las reacciones físicas y químicas del cuerpo moribundo no sólo por un afán neto de conocimiento, sino porque saber mejor cómo se prepara el organismo para el fatal trance puede ayudar a hacerlo más llevadero o, quién sabe, a retrasarlo.

Varias investigaciones parecen haber puesto de manifiesto que el mecanismo central de la muerte es una ralentización general de los sistemas vitales que conduce a la parada cardiaca, la pérdida de flujo sanguíneo y la consiguiente muerte de los tejidos cerebrales. Por este motivo el cerebro ha sido objeto de continuos escrutinios a la hora de determinar el funcionamiento último del proceso. Una nueva investigación llevada a cabo en los laboratorios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan acaba de revelar que justo en el momento en que el corazón se deteriora irremediablemente, se genera una catarata de actividad neuronal en el cerebro que, paradójicamente, tiene como efecto la desestabilización definitiva e irremediable del sistema vital. Lo más interesante de este estudio es que la monitorización de esa actividad excepcional del cerebro puede ayudar a recuperar a los pacientes que han sufrido un infarto agudo.

A pesar de la pérdida de consciencia y ausencia total de signos vitales que suceden a un infarto grave, el cerebro sigue manteniendo una actividad sostenida y organizada, y la comunicación neuronal con el corazón aumenta. Es como si se estuviera tratando internamente de mantener con vida al corazón dañado. Pero ese intento inconsciente puede ser perjudicial porque, en realidad, ayuda a deteriorar aún más el corazón debilitado. ¿Por qué ocurre eso? La investigación ahora publicada ha reunido a expertos en medicina, neurociencia, cardiología, química e ingeniería para tratar de dibujar un modelo de cómo el corazón de una persona sana deja de latir al poco tiempo de dejar de recibir oxígeno.

Para el mencionado estudio se utilizaron ratones de laboratorio a los que se sometió a un cese momentáneo del suministro sanguíneo de oxígeno. En vista de los resultados que obtuvieron, se descubrió que el organismo segrega de forma inmediata más de una docena de sustancias químicas como respuesta a la asfixia, además de registrarse un aumento de las conexiones entre el cerebro y el corazón.

De esta forma se ha detectado que bloquear la actividad extra del cerebro puede retrasar significativamente la fibrilación ventricular. Este fenómeno consiste en un temblor incontrolado de las cámaras bajas del corazón que impide que se bombee correctamente la sangre al resto del órgano. Es, sin duda, el episodio de disfunción cardiaca más grave y el que da origen a buena parte de las muertes por fallo de este órgano. De manera que es muy probable que exista una conexión directa entre la respuesta cerebral a las crisis orgánicas graves y el modo en que éstas puedan resolverse. Los expertos creen que podría ser interesante investigar en la generación de fármacos que bloqueen la actividad cerebral en pleno infarto y eviten que el fallo cardiaco evolucione a peor.

Este tipo de cataratas neuroquímicas en los momentos previos a la muerte han sido profusamente investigadas. De hecho, algunos de los relatos típicos que cuentan las personas que han sido capaces de superar el trance (visión de un túnel, recuerdos de seres queridos, etc.) podrían ser precisamente ilusiones producidas como efecto secundario del frenesí cerebral que parece acompañar a nuestros últimos minutos sobre la faz de la Tierra. Ahora, esas experiencias, que generalmente han sido objeto de la literatura paranormal, podrían tener una utilidad médica.