Mascotas
Cómo corregir los problemas de comportamiento de tu perro y hacer que se sienta seguro y tranquilo en cualquier situación
Cuando no están bien socializados, los perros tienden a reaccionar con nerviosismo, miedo y agresión ante diferentes situaciones
La educación de un perro es una gran responsabilidad, ya que un perro sin educación es incapaz de adaptarse al mundo humano; pudiendo desarrollar problemas de comportamiento, que son la causa principal del abandono de los animales de compañía. Si el perro aprende a interactuar adecuadamente con otros perros, personas y normas básicas de convivencia, será capaz de vivir una vida mucho más feliz.
Por eso es importante educar a tu perro lo antes posible, ya que el entrenamiento de un perro adulto requiere más esfuerzo que el de un cachorro. Ahora bien, esto no siempre es posible. Si no hemos estado ahí para educar al perro cuando todavía era joven, ahora tendremos entre manos un perro que no sabe comportarse adecuadamente. Si este es tu caso, no te preocupes, porque tiene solución:
El problema más grave (y más común)
Cuando existe un problema de comportamiento, lo fundamental es comprender por qué lo hace... cuál es la causa subyacente. De esta forma podremos encontrar la solución adecuada. Y en esta situación, lo más recomendable es trabajar con un adiestrador canino, que nos guiará en el proceso y nos ayudará a abordar el problema de manera efectiva.
Los problemas de comportamiento más comunes en perros incluyen ladrido excesivo, destrucción de objetos o muebles, marcar territorio en lugares poco adecuados, ser quisquilloso con la comida, etc. Pero -sin lugar a dudas- los más graves de los problemas de comportamiento canino son los que se derivan de una mala sociabilización.
La sociabilización es el proceso por el que el perro aprende a relacionarse con las personas, con los perros y con su entorno. Si la sociabilización falla, el perro puede desarrollar miedo a ciertos estímulos o comportamientos agresivos hacia las personas o los animales. Lo ideal es que los perros sepan adaptarse de inmediato a cualquier situación novedosa, manteniendo la calma e incluso sintiéndose cómodos y seguros frente a ella. Esa es la señal más clara de una buena sociabilización.
Para que haya una buena sociabilización, las interacciones con diferentes estímulos (incluyendo en esta categoría a personas y perros desconocidos, así como otros seres vivos) deben ser frecuentes, positivas y voluntarias. Un perro mal sociabilizado responderá a ellos con miedo, ladridos o agresión… y eso es lo que debemos evitar.
La mejor manera de conseguir que pierda estos miedos y obsesiones es distraerle llamando su atención con algo que le guste, como chuches o juego… e ir acercándonos poco a poco, aunque dejando estos estímulos en segundo plano. Nunca debemos acercar al perro en contra de su voluntad, ya que podríamos provocar o empeorar algún trauma difícil de superar. En esta situación, también debemos procurar que el perro esté siempre alegre y relajado, ya que el perro es un animal emocional y no racional, por lo que su estado de ánimo lo es todo. Si conseguimos que el perro disfrute de una interacción, será mucho más probable que se enfrente a una situación parecida con una buena predisposición.
En el caso de que el perro se encuentre demasiado alterado, debemos retirarnos y volver a intentarlo cuando esté más relajado. Aunque esta vez trataremos de llamar su atención con algo que le guste mucho más, antes de acercarlo poco a poco a la situación que le altera. Poco a poco iremos consiguiendo nuestro objetivo, es decir, que el perro esté relajado junto a aquello que antes le alteraba.
En muchos casos, la ansiedad… y no tanto una mala educación o sociabilización, es lo que subyace detrás de comportamientos destructivos, erráticos e incluso agresivos. Por lo que también es importante que el perro haga suficiente ejercicio a diario. Un perro cansado es más dócil, más receptivo al entrenamiento y menos nervioso. Debes establecer una rutina diaria para tu perro que incluya paseos largos.
Para terminar, también debemos resaltar la importancia de la consistencia y del compromiso de todos los miembros de la familia en el proceso de entrenamiento. Todos deben pasar tiempo con el animal, deben ser firmes y deben trabajar juntos para que el animal sepa qué está permitido y qué está vetado. Por ejemplo, si un miembro de la familia permite que el perro se suba al sofá, y otro hace lo contrario, quién lo pagará realmente será el perro, porque se sentirá frustrado al no saber cómo actuar en cada momento. También recuerda que los refuerzos positivos son mucho más efectivos en el entrenamiento y que los castigos físicos o emocionales jugarán en nuestra contra, pues agravarán el trauma del animal, que asociará los estímulos que le provocan nerviosismo con el castigo.
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