Estreno

«Silicon Valley»: biopsia del germen tecnológico mundial

Producción de HBO que en España emite Canal +

«Silicon Valley»: biopsia del germen tecnológico mundial
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A estas alturas del siglo XXI es un hecho reconocer que la tecnología juega un papel muy relevante en nuestras vidas. Sea cual sea nuestra edad, es muy probable que en los últimos años hayamos vivido un avance importante gracias a la creación de un nuevo dispositivo o una nueva aplicación, que nos haya hecho más fácil nuestro día a día. Y detrás de este progreso hay varias empresas y varias cabezas, que trabajan incansablemente por mejorar y alcanzar las mieles del reconocimiento internacional. Así que con una misión tan noble y tan de «sueño americano» era cuestión de tiempo que la televisión, que tanto tiempo invierte en noticias, reportajes o documentales de alguna de las muchas empresas de Silicon Valley, se preocupase por llevar a la ficción la vida de las mentes pensantes que trabajan en el nido empresarial californiano.

HBO es la cadena responsable de esta creación, recientemente nominada a cinco premios Emmy, que de la mano de Mike Judge ha encontrado en Silicon Valley una comedia inteligente y original con la que los espectadores pueden conocer mejor la meca tecnológica por antonomasia. Con Thomas Middleditch, T.J. Miller, Zach Woods, Kumail Nanjiani y Martin Starr en el reparto principal, la serie ha trasladado a la pequeña pantalla las alegrías y las penas de unos jóvenes que tratan de encontrar su lugar en el competitivo mundo de la tecnología.

Todo comienza cuando Richard (Middleditch) crea un algoritmo de compresión de información tan potente que despierta el interés de su jefe, un excéntrico hombre de negocios, dueño de la multinacional Hooli, que se vanagloria de «construir un mundo mejor» y que está dispuesto a pagar por él una suculenta cifra. Este dinero le permitiría a Richard salir de la incubadora empresarial del irritante Elrich (Miller), el lugar en el que vive y trabaja junto a sus amigos Gilfoyle (Starr) y Dinesh (Nanjiani) a cambio de un porcentaje de participación en sus trabajos. La venta hubiera sido fácil de no ser por la aparición de Peter Gregory (genial el fallecido Christopher Evan Welch inspirado en el cofundador de PayPal, Peter Thiel), tan excéntrico como sabio, que le ofrece participar en la empresa que monte para desarrollar su logaritmo, no a comprársela. A pesar de que la cuantía económica es menor de la que le ofrecían por el logaritmo completo, Richard se ve con fuerzas como para levantar su propio negocio y alcanzar la cima empresarial con su esfuerzo, y no con el dinero de los demás.

A lo largo de sus ocho episodios «Silicon Valley» descubre al espectador el día a día de las empresas tecnológicas que luchan para imponerse en un mercado cada vez más competitivo, y lo hace a través de bromas autoreferenciales, historias comunes y los siempre necesarios estereotipos sobre informáticos. Todo ello da lugar a una atmósfera en la que quizá uno pueda perderse en el lenguaje técnico de la materia, pero más allá de los tecnicismos, de los códigos y de las diferentes etapas de la creación de un programa informático, quedan los inconvenientes de la madurez y del emprendimiento, lo complicado que es llegar arriba y la cantidad de personajes (jefes, abogados, competencia) con los que tienes que lidiar para llegar a algo y «no ser pobre». «Silicon Valley» es una comedia HBO, una producción cuya gracia no reside en el humor simple y fácil, sino que busca el guiño y la complicidad del espectador. Y mientras tanto hemos aprendido de dónde vienen las semillas de sésamo, y la economía que mueve, los peligros de los coches sin conductor, que existe gente a la que se le paga por no trabajar o que en Silicon Valley también se celebran fiestas temáticas. La creación de Judge puede no ser una gran comedia, pero sí es una gran serie.