Violencia de género

No dar medicinas, privar de aseo, insultar: la violencia vicaria no es sólo el asesinato

"Normalmente se vincula a situaciones en las que las mujeres ponen fin a la relación con el maltratador"

Pancarta en recuerdo de las niñas asesinadas por su padre en Alboloduy (Almería).AYUNTAMIENTO DE ABLA20/03/2024
Los casos se han repetido por la geografía españolaAYUNTAMIENTO DE ABLAEuropa Press

No suministrarles sus medicinas, llevarlos sucios o vestidos inadecuadamente, no dejarlos ir que vayan al colegio o recogerlos tarde, insultarlos y menospreciarlos, ofrecerles alcohol o drogas, agredirles,... la violencia vicaria contra niños y niñas menores de edad es habitual y adopta múltiples formas más allá de la más extrema, el asesinato.

Ahora, en el marco del renovado Pacto de Estado contra la Violencia de Género, el Ministerio de Igualdad quiere que la ley recoja una definición amplia y tipifique, para castigarla, este tipo de violencia machista ejercida principalmente contra la infancia y la adolescencia, aunque no sólo, con el objetivo prioritario de dañar a las madres. Así lo anunció el jueves la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en el Congreso de los Diputados.

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Carmen Martínez Perza, explica a EFE que "este tipo de violencia de género puede presentar formas muy diversas, no tiene por qué culminar en asesinatos o lesiones graves, y normalmente se vincula a situaciones en las que las mujeres ponen fin a la relación con el maltratador".

Igualdad aboga por regular la violencia vicaria tanto en la ley integral contra la violencia de género como en el Código Penal.

"Si hablamos de protección, en mi opinión la legislación debería priorizar la protección de niños, niñas y adolescentes por su mayor vulnerabilidad y frecuencia como víctimas, pero no podemos olvidar a otras personas cercanas que también están en riesgo, principalmente familiares o nuevas parejas", incide Martínez.

Maltrato habitual

La psicóloga clínica y perita forense Sonia Vaccaro, que acuñó el término de violencia vicaria, solicita que la reforma de la ley deje "muy clara la intencionalidad del hombre de dañar a la mujer a través de los hijos e hijas, de un familiar directo muy allegado a ella o de los animales de compañía".

Vaccaro indica que se ejerce de modo preferente contra los menores porque el agresor tiene acceso a ellos tras la separación y denuncia que las instituciones permiten que los maltratadores sigan en contacto con ellos.

"Se continúa disociando la peligrosidad del individuo de su rol de padre. Se siguen otorgando visitas y custodias compartidas. Se privilegia más el contacto con un padre, padre entre comillas porque un padre es otra cosa, que el interés superior de la criatura. Mientras no se entienda esto, seguiremos lamentando no sólo asesinatos y secuestros, también el maltrato habitual", asevera.

Desde 2013, 63 menores han sido asesinados por sus padres o por las parejas o exparejas de sus madres en España. El asesinato es la manifestación más extrema de esta violencia, pero no la única.

La magistrada Isabel Giménez García, presidenta del comité de expertas para la ampliación de la ley de protección a la infancia frente a la violencia, llama la atención sobre el número de menores expuestos a este maltrato: el Ministerio de Interior ha detectado a 5.666 niños y niñas en riesgo de ser agredidos por los maltratadores de sus madres desde 2019.

"Hay muchísimas situaciones de riesgo y es muy importante que tengamos en cuenta las alertas para proteger a los niños y las niñas y que no banalicemos ningún tipo de violencia. Tenemos que estar muy sensibilizados a cuáles son esas situaciones que pueden llevar a ese gran riesgo de muerte", destaca la magistrada, que pide formación y sensibilización de todos los órganos judiciales para que dicten medidas de protección.

"Pueden ser amenazas a la madre diciendo que no va a volver a ver al niño, que el menor vuelva con moratones, que no quiera ver al padre, las negligencias en los tratamientos médicos, en los cuidados básicos de higiene y alimentación, en el apego, desautorizaciones y humillaciones...", enumera.

Violencia, negligencia y temeridad

La delegada del Gobierno enfatiza que se trata de un maltrato habitual: insultar y menospreciar continuamente a los menores, no llevarlos al colegio, ponerles ropa sucia o inadecuada para la estación del año, ofrecerles alcohol o drogas. También, utilizar de forma maliciosa el sistema judicial o administrativo para desgastar a la madre, intentando que pierda la custodia o la patria potestad apelando al falso síndrome de alienación parental.

Vaccaro habla de conductas que tienen que ver con lo punitivo: la negligencia, la dejadez y la temeridad, siempre con la intencionalidad de que la madre las conozca.

"Esa es la gran diferencia con la violencia o el maltrato infantil puro y duro, porque en esta ocasión el maltratador quiere que la madre sepa que no le pone el cinturón de seguridad o no lo sienta en la sillita cuando va en el coche, que no le ha dado la medicación pautada, que le ha dado dulces a un niño que tiene diagnosticada diabetes", asevera.

La experta también menciona que se desacredite a la madre o que se cuenten relatos falsos (por ejemplo que es alcohólica, que está loca o se ha intentado suicidar) para dinamitar la relación maternofilial.

Giménez pide que se escuche y crea a la infancia: "Los niños y niñas, cuando están en una situación de normalidad, quieren a sus padres, son sus figuras de apego y protección. Si nos refieren que tienen miedo, que no quieren verlos, es importante que oigamos sonar las sirenas de alarma, tengamos en cuenta que algo pasa y los protejamos. ¿Cuál es la razón que tenemos para desacreditar a los niños?", concluye.