Nueva York
De ex vendedor de helados a millonario
El hombre que pulverizó la barrera del sonido. Alan Eustace, vicepresidente de Google, nunca se cansa de ponerse metas «inalcanzables»
El hombre que pulverizó la barrera del sonido. Alan Eustace, vicepresidente de Google, nunca se cansa de ponerse metas «inalcanzables»
Alan Eustace, de 57 años, empezó a planear este gran salto hace tres años. Todo lo llevó en secreto. Le ayudó un grupo de técnicos que se encargaron de diseñar el traje y el paracaídas, de desarrollar el sistema de respiración asistida y de distintos aspectos de tecnología aerostática. Eustace no iba a tener sistema de refrigeración. Acordaron que no se podía mover durante el ascenso. Y las comunicaciones con los controladores terrestres se iban a hacer con el movimiento de piernas.
Cuando se enteraron en Google del salto de Eustace, a pocos en la compañía les sorprendió. Siempre le han ido los grandes proyectos. Nunca parece cansarse. Para él, la misión de Google es organizar la información del mundo y hacerla accesible a todas las personas. Organización e infraestructura son palabras que utiliza con frecuencia. Por eso, nada le parece complicado. Un salto récord estaba hecho a su medida. Incluso, antes de que empezase a pensarlo. Quería algo salvaje. Todavía así, disfrutó de la vista durante el salto, el más alto en caída libre que se ha realizado jamás. Admiró la oscuridad desde ahí arriba. Luego, las capas de la atmósfera.
Por algo, es vicepresidente del área de Conocimiento de Google, empresa en la que empezó a trabajar en 2002. Hijo de ingeniero, creció en un barrio de clase media de Orlando (Florida). Allí, vivían los empleados de la empresa de su padre, Martin Marietta. Cuando terminó el instituto se fue a estudiar al centro universitario Valencia. Lo había conseguido gracias a una beca de la escuela de debate. Se le daba muy bien hablar. Después se cambió. Quería ir a la Escuela Técnica de Florida para estudiar Ingeniería Mecánica. En la Universidad, encontró un trabajo de media jornada vendiendo palomitas y helados en Fantasyland. También, tuvo tiempo para llevar el tren en Disney World.
Las cosas le iban bien en la Universidad. Pero, decidió cambiarse de carrera. Lo pensó después de asisir a una clase de Ciencia Informática. Hizo tres licenciaturas en ese campo y después se sacó un doctorado. Cuando empezó a trabajar, se decidió al principio por Silicon Valley. Después, se marchó a Digital, más tarde a Compaq y después a Hewlett-Packard. Allí, estuvo en los laboratorios de investigación 15 años con multiprocesadores. A mitad de los 90, empezó a trabajar en ATOM, un sistema de código binario.
En 2002, comenzó en Google.Entonces, era una empresa que acababa de arrancar. Tenía sólo cuatro años de existencia. Nunca ha parado. Además, ha firmado con otros autores nueve publicaciones y tiene 10 patentes. Tras el salto salvaje, ¿qué será lo próximo que planee el vicepresidente de Google?
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