Accidente de tren en Santiago

El fatídico umbral de la velocidad del Alvia

De circular aún más rápido, se habría parado gracias al ASFA. A menos de 150 km/h, hubiera tomado la curva

La Razón
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En el trágico accidente de Santiago se da la paradoja de que sólo con que el maquinista, Francisco José Garzón Amo, hubiera circulado un poco más rápido, sí más rápido, quizá no habría que lamentar las 79 vidas perdidas en el siniestro. Según todas las investigaciones, en su despiste, el maquinista llegó a circular a 199 km/h. De haber transitado a 200, apenas un poco más rápido, el sistema ASFA –que venía alertándole en la cabina de que circulaba por encima del límite del tramo– habría detenido el tren por completo. Así está configurado el sistema de seguridad de la vía.

Aun teniendo en cuenta que el límite de velocidad en la curva de A Grandeira es de 80 km/h, los expertos consultados por este diario explican que tomarla a más velocidad no tiene por qué implicar un descarrilamiento. De hecho, si Garzón hubiera circulado en umbrales peligrosos por excesivos, pero no tanto como los 199 a los que puso la máquina, según los informes, podría haber tomado la curva con el convoy sin salirse de los raíles. Probablemente, la violencia de la brusca maniobra hubiera sobresaltado a los pasajeros y quizá se hubieran producido caídas u otro tipo de lesiones. La velocidad fijada en 80 km/h para ese tramo está pensada para tomarla con confort para los ocupantes del tren, pero a 120, 140 –o incluso más dependiendo de factores como el peso o el número de vagones– el tren podría haber sufrido un susto anecdótico, pero no un drama. También existe la posibilidad de una más ágil reacción por parte de Garzón. El freno de emergencia hubiera detenido la máquina en menos de un kilómetro, pero aquel 24 de julio eso tampoco ocurrió y el umbral al que circuló el Alvia 730 hizo imposible evitar la tragedia.