Santiago de Compostela

El maquinista quiso frenar en 7 segundos

El maquinista que conducía el tren accidentado en Santiago de Compostela, Francisco José Garzón Amo
El maquinista que conducía el tren accidentado en Santiago de Compostela, Francisco José Garzón Amolarazon

Siete segundos y 400 metros. Esos fueron el tiempo y el espacio de los que dispuso Francisco José Garzón para intentar reducir de 195 a 80 kilómetros por hora la velocidad del tren accidentado el miércoles de la pasada semana en las cercanías de Santiago de Compostela.

Siete segundos y 400 metros. Esos fueron el tiempo y el espacio de los que dispuso Francisco José Garzón para intentar reducir de 195 a 80 kilómetros por hora la velocidad del tren accidentado el miércoles de la pasada semana en las cercanías de Santiago de Compostela. No lo consiguió y las consecuencias son las ya conocidas: el tren descarriló a 179 kilómetros por hora y 79 personas perdieron la vida. Así lo detalla el informe del contenido de las cajas negras del Alvia elaborado por la Unidad Central de Criminalística de la Comisaría General de la Policía Científica, entregado ayer en el Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago de Compostela, que también corrobora que Garzón y el interventor que viajaba en el convoy, Antonio Martín Marugán, mantuvieron una conversación a través de sus respectivos móviles corporativos hasta 11 segundos antes de que se produjera el accidente.

Según los datos recogidos en la caja negra, y de los que ayer informó el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG), Garzón recibió la llamada de Martín a las 20:39:06 horas, cuando circulaba a 199 kilómetros por hora. La conversación entre ambos duró un minuto y cuarenta segundos, pues se inició a las 20:39:15 horas y acabó a las 20:40:55 horas. Tres segundos antes, mientras el Alvia circulaba todavía a 199 kilómetros por hora y Garzón y Martín seguían hablando, se produjo el aviso acústico correspondiente al paso por la baliza que indica la proximidad de la bifurcación de A Grandeira, donde el límite de velocidad es de 80 kilómetros por hora. Fuentes ferroviarias explicaron que este tipo de avisos son «rutinarios» y que, en ningún caso, provocarían el sobresalto del maquinista. En todo caso, el conductor tenía su hoja de ruta con la velocidad que debía llevar en cada uno de los puntos del recorrido.

Entre el final de llamada y el comienzo de la maniobra de frenado apenas transcurren cuatro segundos. A las 20:40:59, en el punto kilométrico 84,009 y tres segundos después de otro aviso acústico, el correspondiente al paso por la baliza de la señal de entrada E., Garzón intentó frenar el Alvia, que en ese momento circulaba a 195 kilómetros por hora, para lo que manipuló su freno en posición de emergencia. Pero no lo consiguió. Siete segundos y 400 metros después, a las 20:41:06 horas y en el punto kilométrico 84,413, el tren descarriló a una velocidad de 179 kilómetros por hora y se inició el «sonido de arrastre del tren», como lo define el informe. Cuatro segundos después, con el tren ya descarrilado, Garzón pulsó el freno de emergencia-seta y la velocidad cayó a 153 kilómetros por hora, la velocidad a la que, según se creía por los datos preliminares de las cajas negras, se había siniestrado el tren. En el Libro Horario del Tren 151 se contempla que entre el punto kilométrico 84,230 y el 85, la velocidad máxima permitida es de 80 kilómetros por hora.

Aunque apenas dispuso de 400 metros para reducir la velocidad de casi 200 kilómetros por hora a 80 cuando la distancia habitual necesaria para hacerlo con cierto margen suele ser, según los expertos, de entre 1.200 y 1.500 metros, Garzón no pulsó el freno de emergencia hasta que el tren ya estuvo descarrilado. El propio maquinista ha reconocido que se despistó instantes antes de que se produjera el accidente, de tal forma que se desubicó completamente y ésa, aducen las fuentes consultadas, puede ser la causa de que accionase primero el freno normal y no el de emergencia a pesar de la poca distancia que tenía para corregir la velocidad.

El informe, firmado por agentes de la Policía, personal de Adif y de Fomento, va acompañado de gráficos en los que se analizan tanto los datos de voz como las velocidades.