
Muerte del Papa Francisco
Las españolas confidentes de Francisco
El Papa solicitó consejo en varias ocasiones a María Luisa Berzosa y Cristina Inogés, quienes le asesoraron en privado sobre el rol de la mujer en la Iglesia

A punto de coger un avión a Roma, la teóloga Cristina Inogés nos atiende para hablar del que ha sido para ella no solo el Papa más revolucionario, sino un hombre con el que pudo compartir horas de conversación en privado. Entenderle, escucharle y descubrir al hombre bajo la pompa vaticana. En ella posó la mirada y la confianza para convertirla en la primera y única laica española con voz y voto en el Sínodo Católico. Fue decisión de Francisco que la investigadora Inogés estrenara el sufragio femenino en el principal foro de diálogo que tienen los pontífices para promover las reformas eclesiales. Y así, poco a poco, se forjó una relación especial de admiración, personal y profesional, mutua.
«La primera ‘‘comunicación’’ que tuvimos fue por correo electrónico, a través de la Secretaría del Sínodo, en mayo de 2021, para invitarme a formar parte de la comisión metodológica para elaborar el documento preparatorio. En agosto de ese mismo año, recibí otra invitación para hacer la meditación de apertura en el inicio del Sínodo. Fue la primera vez que una mujer hablaba en la apertura ante los obispos», recuerda la investigadora. En esa apertura no llegó a saludarlo. «El primer contacto fue en la asamblea de octubre de 2023, donde lo saludé como todos. Me acerqué y me presenté. Me dijo: “¡Las ganas que tenía de verla moverse, porque siempre la veo quieta en la revista ''Vida Nueva'', que leo!” Me hizo sentir que estaba con un familiar. A partir de ahí, nuestra relación se volvió más estrecha e íntima. En una ocasión, mientras hablábamos, me preguntó si tenía prisa. Le dije que no, y me respondió: “Entonces sigamos hablando”». Y así hicieron.
A Francisco le interesaba la visión y presencia de la mujer en la Iglesia, y luchó por aumentar su visibilidad y capacidad de influencia en el Vaticano. Desde el inicio de su pontificado, las empleadas directas de la Curia Romana pasaron de representar el 19,3% al 26,1%, y el número de trabajadoras en puestos de alta responsabilidad se ha triplicado en diez años. También pisó el acelerador para que asumiesen puestos de mando.
"El hombre"
«El clima entre Francisco y yo siempre fue de normalidad, de naturalidad. Tenía un don especial. La primera vez que lo vi, sentí mariposas en el estómago —y me quedo corta—, pero cada vez que nos veíamos, esa sensación volvía. Él tenía el don natural de entrar sonriendo o esperarte así, haciéndote sentir que eras la única persona en el mundo, la más importante en ese momento. Te ofrecía un clima de sencillez tan fuerte, que al minuto y medio te olvidabas de que estabas con el Papa. Y entonces emergía Jorge Mario, el hombre. Uno no llega a ser el Papa que él ha sido si previamente no lleva dentro lo que está dando. Francisco fue Francisco, pero en su vida, fue sobre todo Jorge Mario», subraya la teóloga.
Para ella, el pontificado de Francisco ha sido sorprendente día a día. «Yo solía decir que nos levantábamos tranquilos y, para la hora del almuerzo, ya nos había metido en una revolución absoluta, con un gesto, una imagen, con lo que fuera. Ha sido un Papa revolucionario en su forma de comunicar, con un lenguaje nuevo que llegaba a todo el mundo, pero sin perder profundidad». Inogés, prudente, atesora las conversaciones privadas que mantuvieron durante los años del Sínodo: «Con él he intercambiado cartas manuscritas, con su letra pequeñísima. Esas cartas son un tesoro. No hubo protocolo, ni audiencias formales: simplemente nosotros dos, solos, en Santa Marta», dice emocionada.
Su último encuentro fue en octubre de 2024, cuando terminó la asamblea y se cerró el Sínodo. «Al despedirnos, me vio cuando ya se marchaba. Me dijo: “Nos veremos”, y nos dimos un beso y un abrazo. “Nos veremos pronto”, repitió».
Con la misma nostalgia y también alegría por haber compartido tiempo con el Santo Padre y haberle asesorado en asuntos de mujer y diversidad sexual, la religiosa María Luisa Berzosa nos habla de sus «tú a tú».
Estuvo destinada en Argentina entre 1989 y 2003. «Y aunque viví catorce años en Buenos Aires, nunca llegué a saludarlo allí, pese a que coincidimos en varias ocasiones. La primera vez que lo hice fue tres meses después de su elección como Papa, en 2013, en una audiencia con colegios jesuitas de Italia. Yo trabajaba en Roma, y fuimos las tres coordinadoras con nuestros alumnos. Durante el encuentro, el Papa no solo habló, sino que dialogó, preguntó… fue algo maravilloso», rememora con una sonrisa en los labios.

"Entre broma y broma"
Dice que al saludarle le habló de su experiencia en Buenos Aires y le comentó: «Soy Hija de Jesús». Y él, con su característica chispa, me respondió: «¡Si Jesús no tuvo hijas! ¿Qué dices?» Fue su primera broma conmigo.
Más adelante, durante el Sínodo de los Jóvenes, tuvieron tiempo para hablar y él buscaba en Berzosa su visión sobre la mujer y los derechos LGTBIQ+. «En alguna ocasión le llevé libros sobre el colectivo. Francisco ha dado pasos importantes en ese ámbito, con la convicción de que las personas no pueden ser discriminadas. Hemos compartido muchas conversaciones, en serio y en broma, y también muchas anécdotas. Le he escrito, y hemos llegado a conocernos muy personalmente. Por eso, aunque me siento triste por su partida, también estoy muy agradecida por el privilegio de haberle conocido tan de cerca», apunta a este diario.
Berzosa ejerció de facilitadora de las mesas redondas durante el Sínodo, y en octubre de 2024, al empezar la asamblea, tuvo la ocasión de intercambiar alguna que otra palabra. «Acababa de nombrar nuevos cardenales y, nada más verme, me sonrió y me dijo: “Perdóname, te tenía que haber nombrado cardenal”. Yo le respondí, en tono de broma: “¡Estoy frustrada! Me he vestido de rosa”».
El Papa conocía bien la misión de esta religiosa, que también se extiende en el campo de la educación a través de la fundación Fe y Alegría. El propio Francisco la llamaba «la flor de todos los jardines» por su versatilidad y mano izquierda también en lo que al papel de la mujer en la Iglesia se refiere, una confianza que le llevó a nombrarla consultora de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, el órgano de participación y consultoría de referencia del Vaticano.
El 18 de diciembre de 2024 fue la última vez que lo vio. Fue al final de la asamblea del Sínodo. Se saludaron como de costumbre. «Francisco me preguntó si iba a seguir colaborando en el Sínodo. Le recordé que mis dos campos eran las mujeres abusadas y la diversidad sexual, y él me animó: “Pon mucho de ti en eso”. Así haré».
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