Eutanasia

Eutanasia, mucho más que política

Juristas, expertos en bioética, médicos y psicólogos alertan sobre los problemas que podrían derivarse de legislar sobre un tema tan complejo y con tantas aristas como este en base a casos extremos y, sobre todo, en plena campaña electoral

Conjunto de instrumentos utilizado en una «sala de suicidios» en Liestal (Suiza) / Ap
Conjunto de instrumentos utilizado en una «sala de suicidios» en Liestal (Suiza) / Aplarazon

Juristas, expertos en bioética, médicos y psicólogos alertan sobre los problemas que podrían derivarse de legislar sobre un tema tan complejo y con tantas aristas como este en base a casos extremos y, sobre todo, en plena campaña electoral.

Con cuestionable sentido de la oportunidad, los partidos de izquierda y, señaladamente, el PSOE, han aprovechado el dramático caso de Ángel Hernández –detenido durante unas horas tras la muerte de su esposa María José Carrasco, paciente desde hacía décadas de una enfermedad incurable– para activar el debate sobre la eutanasia a apenas tres semanas de las elecciones generales. Poco puede sorprender la estrategia, utilizada recurrentemente por lobbies ideológicos de todos los colores, de polarizar el debate en un caso de innegable y comprensible carga emocional como es el de Ángel Hernández de manera que cualquier opinión contraria a la eutanasia parece caer necesariamente en la falta de consideración y delicadeza que merece este caso particular. Por eso quizá sea ahora más necesario que nunca despejar el debate de ruido emocional y dejar que se escuche la voz de los profesionales y expertos que –desde el Derecho, la medicina, la psicología y la bioética– tienen desde hace años un contacto directo con una problemática que políticos y activistas ideológicos tratan de utilizar desde un punto de vista sesgado. Todos ellos alertan de los peligros y las consecuencias indeseables que puede tener legislar sobre esta realidad tan compleja y llena de ramificaciones en base a un caso extremo y, además, en un contexto de contienda electoral como el que vive nuestro país.

José Miguel Serrano, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense, insiste en este punto recordando que la legislación afecta a todos los casos, no sólo al que provoca el clima social en el que se aprueba la ley. «El movimiento estratégico de los partidarios de la eutanasia no es inocente: quieren legalizar que un médico pueda matar a un paciente dependiendo de unas circunstancias y éste es un paso gravísimo». Serrano llama la atención asimismo sobre el ejemplo de países donde ya se ha legalizado esta práctica, una experiencia que demuestra que siempre hay un proceso de deslizamiento hacia casos en los que se practica la eutanasia a pesar de que la voluntad del paciente no esta perfectamente clara ni, tampoco, la gravedad real de su enfermedad. «Cuando se pretende convertir circunstancias personales en legislación se está afectando a un derecho de todos», señala Serrano, que opina que detrás de la ideología a favor del llamado «derecho a morir dignamente» lo que está es la inquietante idea de que «hay vidas que no merecen ser vividas».

Yolanda Zuriarrain es doctora en medicina y trabaja en la unidad de cuidados paliativos del Hospital Centro de Cuidados Laguna de Madrid. «Me da mucha pena e impotencia ver este tema manoseado en los medios de comunicación», reconoce. Para Yolanda el sufrimiento humano es algo muy complejo y muy delicado, es un fenómeno que tiene muchas dimensiones, no solo la física, sino también la social, la espiritual y la psicológica. «En mi opinión lo que realmente hace falta es una ley de cuidados paliativos que garantice que la atención necesaria llegue a los pacientes. En nuestro país esta ley no existe aun y hay muchas comunidades autónomas infradotadas. También es necesaria una especialidad médica específica para cuidados paliativos», subraya.

Profesor de bioética de la Universidad Rey Juan Carlos y promotor de la plataforma Stop Eutanasia, José Carlos Abellán, es un decidido crítico de «la ideologización del concepto de la vida y el hombre» que hay detrás de los intentos del PSOE y de la extrema izquierda de abrir la puerta a la eutanasia en nuestro país. «El caso de Ángel Hernández y de María José Carrasco debería hacernos reflexionar a todos sobre qué hemos hecho mal como sociedad para que una persona haya decidido que su vida ha dejado de tener sentido», reflexiona. En las conferencias que imparte a doctores de medicina por toda España, Abellán alerta especialmente contra la manipulación del lenguaje, contra expresiones como «derecho a morir», «ayudar a morir» impregnadas de una compasión superficial y un sentimentalismo tóxico que hacen perder de vista el fondo de la cuestión. «Los doctores dejan morir a sus pacientes constantemente cuando no pueden hacer nada por ellos y esto no es ‘‘eutanasia pasiva’’, esto no es ‘‘ortonasia’’ el término que nosotros proponemos y que es un planteamiento ético que huye tanto del encarnizamiento terapéutico como del ‘‘matar por compasión’’». Para Abellán es necesario un compromiso real con la dependencia y no una ley que regule la eutanasia. «No quiero vivir en una sociedad en que se autorice que alguien pudiera decidir sobre la vida, eso es algo que hemos dejado atrás con la pena de muerta». La parte más inquietante del testimonio de este experto tiene que ver con la «pavorosa» experiencia de Bélgica y de Holanda: «La relación del médico y el paciente ha quedado desnaturalizada en Holanda: los pacientes tienen miedo. Se ha creado un espacio de desconfianza hacia la profesión médica».

Alfonso García de la Puente es un psicólogo especializado en cuidados paliativos que lleva trabajando cinco años en una unidad por la que pasan 580 pacientes al año y confiesa que sólo ha tenido un caso entodo este tiempo en el que se ha pedido la eutanasia. «Existen estudios que hablan de que solo un 3% de los pacientes la piden y sólo un 1% llevan hasta el final esa petición, osea que no es una necesidad real la que existe. Lo que sí que me he encontrado ha sido pacientes que temen que se les aplique la eutanasia». En cuanto al caso que ha reactivado la polémica, García aporta el punto de vista que tanto se ha echado de menos en el debate: «Me da pena que nadie haya hecho un análisis más profundo del dolor de ese hombre y esa mujer durante esos 30 años».