Iglesia Católica
Exorcismo 4.0: el Diablo está en las redes
Durante seis días, expertos procedentes de África, América, Asia y Europa compartieron sus experiencias con Satanás. Por primera vez se infiltró la presencia demoníaca camuflada en forma de bits en este curso organizado en el Ateneo Pontificio Regina de Roma.
El pasado verano, una noticia nos llevó a varias décadas atrás. La joven Patricia Aguilar había sido captada por una secta, a través de internet, y se había ido a vivir a una selva de Perú con el bebé que había tenido con el fundador del grupo. El padre de la chica, de 19 años, tuvo que viajar al país andino para traérsela de vuelta a España. Quedó claro que los magos, curanderos y demás iluminados están de vuelta. Y por si no fuera suficiente, desde algunos sectores de la Iglesia advierten de que la acción de estos deja una puerta abierta a la intervención del demonio. El sacerdote español Luis Santamaría habla de un «sectarismo 2.0». Estudioso de estos fenómenos, asegura que estamos en una nueva etapa posterior a «la eclosión que se produjo en los años ochenta, cuando el problema fue tan grande que el Congreso de los Diputados tuvo que abrir una comisión parlamentaria para investigarlo». Según su experiencia, se trata de «grupos new age, gurús de psicologías alternativas o técnicas de meditación, que llegan a mucha gente sin necesidad siquiera del contacto directo, a través de las redes sociales o páginas de internet». Un cambio de lenguaje para un mismo resultado: el dominio de la persona por parte de individuos mesiánicos que terminan por apropiarse de la identidad ajena.
A la diócesis de Zamora, en la que trabaja el padre Luis, han llegado víctimas de colectivos de este tipo que no encontraban una explicación científica a los trastornos que sufrían. Remarca que en la mayoría de los casos los problemas tienen un origen patológico y basta con un psicólogo, pero hay otros muy excepcionales en los que es necesario recurrir a un exorcista. «Las prácticas esotéricas, la brujería o los cultos procedentes de algunos países africanos pueden favorecer la presencia de posesiones demoniacas», asegura. Asesor de la Conferencia Episcopal Española en materia de sectas, subraya que cada vez más exorcistas en nuestro país tienen que vérselas con el Maligno por culpa de las nuevas tecnologías. No existen cifras oficiales de los exorcismos realizados en España. Ni siquiera la cifra de profesionales que se dedican a ello. Lo que sí percibe Santamaría es que «el exorcismo está dejando de ser un tabú y ya no es visto con burla, recelo o compasión; ha dejado de parecer algo medieval y la Iglesia se lo está tomando cada vez más en serio». El obispo está capacitado para practicarlo, aunque lo que recomiendan los exorcistas es que haya un sacerdote especializado por cada una de las 70 diócesis que hay en España. Según la doctrina católica, un cura solo puede ejercer este magisterio con el consentimiento de su obispo diocesano y después de que el paciente haya sido diagnosticado por un médico.
Para preparar al personal en la materia, la Iglesia celebra cada año en Roma un curso sobre exorcismo, en el que Santamaría se ha convertido en un habitual. La última edición, celebrada hace dos semanas, fue la decimocuarta. El Vaticano suele mirar este fenómeno de perfil, pero la convención se organiza en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, una de las instituciones académicas reconocidas por la Santa Sede. La organización corre a cargo del Instituto Sacerdos, controlado por los Legionarios de Cristo.
El Papa ha demostrado además que se toma el asunto en serio. Sus referencias a Satanás son constantes e incluso en la exhortación apostólica «Gaudete et Exsultatate» alertó de que pensar en el Demonio como «un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea es un engaño que nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más vulnerables». Satanás es real, opina Francisco. Y los exorcistas han visto en Bergoglio un aliado.
Al curso de este año se han apuntado 241 alumnos de 42 países, que han desembolsado 400 euros por cabeza, más gastos de transporte. Las inscripciones no solo estuvieron abiertas para quienes ya se enfrentan al combate con el malvado, sino también a otros curas que pretenden formarse y a laicos. «La perspectiva es siempre científica», subraya Luis Ramírez, un sacerdote mexicano que ha ejercido como coordinador de estas jornadas. Durante seis días, expertos de África, América, Asia y Europa compartieron sus experiencias. Además, por primera vez hubo una mesa ecuménica, con representantes de las iglesias luterana, anglicana, pentecostal y ortodoxa. Ramírez subraya que el mensaje más novedoso fue esa infiltración demoníaca camuflada en forma de bits, pero también apunta a los medios tradicionales. «Hemos debatido sobre la presencia de símbolos satánicos en la televisión, películas o publicidad que pueden conducir al ocultismo o a la aparición de presencias malignas», sostiene.
Manifestaciones puntuales
Puede parecer que el Diablo se encuentra en todas partes, pero los exorcistas suelen recordar que solo se manifiesta en rarísimas ocasiones. La forma más superficial sería una simple tentación, de ahí se pasa a la infestación maléfica y en último término estaría la posesión. «En cualquier caso, la labor del exorcista es combatirlo con oración, porque ahí está el remedio», añade Ramírez. Los expertos señalan que antes de actuar es necesario conocer a la víctima. Más tarde se la intenta someter a una oración de liberación, una especie de rezo más light. Pero si el demonio se ha apoderado por completo de la persona, no queda más remedio que exorcizar. Es en este momento cuando el enviado de Dios debe aplicarse a conciencia. Sin embargo, hay división de opiniones entre quienes apuestan por el rezo tradicional en latín, acompañado del agua bendita y demás liturgias, y los que prefieren un remedio con un lenguaje comprensible. «Cuando damos con una situación excepcional, el Maligno siempre quiere impresionarte amenazándote a través de la persona poseída, hablando en lenguas extrañas o con demostraciones sobrenaturales», apunta Ramírez, que ha asistido a alguna de estas sesiones.
Buena parte de los exorcistas quedaron fascinados por la película de William Friedkin. Admiten que la mayoría de los sucesos paranormales que se ven son verosímiles, aunque llevados al extremo y volcados sobre una misma niña, que debe soportar todos los estigmas a la vez. Eran tiempos de exorcismo en analógico. Aunque si el poder de Satanás se ha hecho tan fuerte que es capaz de propagarse por las redes, la solución aún no se ha actualizado. El padre Ramírez afirma que el contacto con el exorcista debe ser siempre presencial. Aunque debe haber una excepción en caso de que la lista de espera sea muy larga. El año pasado el cardenal albanés Ernest Simoni contó que debido al volumen de trabajo no le quedaba más remedio que atender varios casos al día por teléfono. No explicó si con fijo o móvil o por WhatsApp.
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