
Investigación
Jaime García-Fernández, psicólogo: "Todas las personas tienen un lado oscuro, sólo que en unas es más visible que en otras"
Un estudio pionero de la Universidad de Oviedo analizó una muestra de más de mil personas adultas

Una reciente investigación desarrollada en la Universidad de Oviedo ha arrojado luz sobre un aspecto tantas veces caricaturizado como escasamente medido con rigor: los rasgos oscuros de la personalidad. El psicólogo Jaime García-Fernández ha construido una herramienta pionera que permite evaluar con precisión estos aspectos en la población general. El resultado: un retrato más matizado y realista de nuestro lado menos amable, esa parte que todos llevamos dentro, en mayor o menor medida.
Según García-Fernández, los llamados rasgos oscuros no son marcas del mal ni elementos exclusivos de ciertos individuos problemáticos. Se trata de características que, simplemente, ponen el foco en el beneficio propio sin tener en cuenta el coste para los demás. Es decir, personas que priorizan sus intereses sin demasiadas consideraciones éticas o sociales.
Para comprender esta dimensión, el investigador y su equipo desarrollaron la 'Batería de Evaluación de Rasgos Oscuros (BERO)', un instrumento psicométrico que permite medir con fidelidad un espectro más amplio de lo que antes se conocía en psicología como la tríada oscura: psicopatía, maquiavelismo y narcisismo. La innovación de este trabajo consiste en la ampliación de esa visión reducida a un total de nueve rasgos, que hacen el mapa de esta 'oscuridad cotidiana': autoritarismo, avaricia, crueldad, insensibilidad, incumplimiento, manipulación, soberbia, transgresión y venganza.
Lejos de clasificar tajantemente a las personas entre 'buenas' y 'malvadas', el modelo propuesto describe la personalidad oscura como una gradación. "Todos tenemos una parte oscura, sólo que unos más visible que otros", explica el investigador. Esta visión desmonta la idea común de que la maldad es algo excluyente o ajeno a la mayoría. En cambio, apunta a una serie de comportamientos que muchas veces pasan desapercibidos o incluso son premiados, especialmente en algunas culturas o contextos profesionales.
Uno de los descubrimientos más significativos fue constatar que los hombres tienden a marcar puntuaciones más altas en estos rasgos en comparación con las mujeres. Además, se observó una ligera disminución de estos rasgos con la edad, lo que podría tener que ver con la experiencia, la socialización o incluso una reevaluación de valores personales a lo largo del tiempo. La cultura, como siempre, juega su papel: "Ser un tipo duro o un tiburón empresarial todavía se asocia con éxito y admiración, sobre todo en los varones", señala el psicólogo.
Ciencia y práctica
El estudio no se quedó únicamente en el plano teórico. La BERO fue validada con una muestra representativa de más de mil personas adultas. Los resultados no sólo permitieron perfilar distintas combinaciones de rasgos, sino también entender que poseer una puntuación alta en alguna característica no implica necesariamente tener un trastorno o ser una mala persona. La clave está en el contexto y en cómo se integran esos rasgos en la vida cotidiana.
No obstante, el potencial de esta herramienta va mucho más allá del marco académico. García-Fernández defiende que, con los ajustes adecuados, el modelo podría aplicarse en ámbitos clínicos, forenses o laborales, especialmente para evaluar perfiles difíciles o sospechosos de tener un impacto negativo en sus entornos.
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