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La crisis de los opiáceos, los medicamentos mortales

Las muertes por sobredosis de opiáceos han aumentado con el paso de los años.

La crisis de los opiáceos, los medicamentos mortales
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La muerte por sobredosis es muy común entre los humanos. En Estados Unidos, el número de fallecimientos por esta razón está aumentando en los últimos años, y un gran culpable son los opiáceos. El consumo de drogas (junto a los suicidios) mata en la actualidad al doble de estadounidenses que a principios de siglo, según investigadores de la Universidad de Michigan y que ha sido publicado en el «New England Journal of Medicine».

El origen de los opiáceos se encuentra en las semillas de la adormidera, y su uso farmacológico ha venido unido al uso como droga. Entre los medicamentos que pertenecen a esta clase se incluyen, entre otros, la hidrocodona, la morfina o la codeína. Se estima que 2,1 millones de estadounidenses tuvieron un trastorno por uso de opiáceos en 2016 y que cada día mueren 115 ciudadanos de este país.

En ese año, las drogas mataron a 59.700 personas, más personas que en los casi veinte años que duró la Guerra de Vietnam. «A diferencia de otras causas comunes de muerte, la sobredosis y las muertes por suicidio han aumentado en Estados Unidos. Este patrón, junto con los factores que aumentan el riesgo para cada uno, apoya la idea de que son problemas relacionados y que los incrementos se deben a causas fundamentales compartidas», detallan los expertos.

«Las personas con dolor crónico están en claro riesgo elevado tanto de sobredosis involuntaria como de suicidio», han dicho los expertos, quienes han recomendado que las personas a las que le recetan en dosis altas reciban atención médica para reducir el riesgo de suicidio o sobrepeso, y que haya una mayor disponibilidad de tratamiento asistido por fármacos para cualquier persona con trastorno de uso de estos medicamentos.

La mortalidad por estos fármacos supera la del SIDA o VIH

Desde hace unos años, la heroína ha estado muy presente en Estados Unidos y ha multiplicado por siete el número de muertes. Mientras que en el año 2007 murieron 2.000 personas por sobredosis de heroina, en 2017 fueron 15.958 los fallecidos por esta droga. En 2016, el icono de la música pop Princemurió por una sobredosis de Fentanyl. Tom Petty o Seymour Hoffman fueron otros de los nombres ilustres que también murieron por el consumo de opiáceos.

En Estados Unidos, la edad promedio ronda los 78 años, aunque fue disminuyendo poco a poco debido a la crisis de los opiáceos. La tasa de mortalidad por opiáceos ha superado a día de hoy la de la epidemia de SIDA durante su apogeo a principios de la década de 1990, un momento en que no existía un tratamiento eficaz para el SIDA o el VIH. Sin embargo, el presupuesto para combatirlos es muy inferior. Usando datos de los centros de bases de datos de Control y Prevención de Enfermedades, los investigadores han comprobado que el número total de muertes por sobredosis involuntarias y por suicidios aumentó de 41.364 en el año 2000 a 110.749 en 2017.

El aumento en las tasas de mortalidad por sobredosis y suicidio en las últimas dos décadas fue paralelo al aumento en las recetas de analgésicos opiáceos, y al incremento en el uso de heroína y fentanilo fabricado ilegalmente. Los expertos de la Universidad de Michigan piensan que la respuesta a la epidemia de opiáceos debe incorporar enfoques sociales y biomédicos para garantizar su efectividad: «Es probable que el hecho de comprometer esos recursos exclusivamente con soluciones biomédicas reproduzca las marcadas disparidades que hemos visto con el VIH». Sería así, una forma de asegurarnos de su beneficio en todos los sectores de la sociedad. «Se ha demostrado repetidamente que el tratamiento asistido por medicamentos para los trastornos reduce las muertes por sobredosis. Reducir la gravedad del trastorno a través de medicamentos también mejorará la salud mental. Reducir las barreras para el uso de estos medicamentos es esencial para abordar tanto la sobredosis como el suicidio», han zanjado los expertos.

En Estados Unidos se mantiene una política de tolerancia cero hacia las drogas, aunque no soluciona el problema. Pese a que los estados han intentado imponer multas a los fabricantes de opiáceos, cuyo número sigue aumentando, fracasaron en el intento. Parece que estos medicamentos no tienen vigencia, al menos, su uso indebido y su fabricación.