Estados Unidos

La penúltima visita al corredor de la muerte

Tanya Quiñones visitó a su marido Pablo Ibar este fin de semana. «Estamos cerca del final»

Tanya con Pablo, el pasado sábado, en una foto tomada por otro preso
Tanya con Pablo, el pasado sábado, en una foto tomada por otro presolarazon

Tanya Quiñones visitó a su marido Pablo Ibar este fin de semana. «Estamos cerca del final»

En esta ocasión intentaron controlar sus emociones durante el horario de visitas. Estaban delante del resto de presos condenados a muerte. Todos en el ala de Pablo Ibar, de 44 años, saben que se va en unos días. «Puede ser en cualquier momento después del 31 de mayo. Quizá, el 1 de junio, quizá el 2... No nos van a decir cuándo le van a trasladar por razones de seguridad», dice Tanya Quiñones a LA RAZÓN después de ir a ver a su marido, Pablo. Y es que el cambio desde el corredor de la muerte a otra prisión se tiene que hacer 15 días después de la decisión del Tribunal Supremo de Florida, que desestimó el recurso de la Fiscalía contra la anulación de la pena capital.

Tanya, de 38 años, fue sola en esta ocasión para estar con su marido, al que ve cada sábado en la sala de visitas del corredor de la muerte durante los últimos 15 años. «El próximo fin de semana vendrá mucha gente. Supuestamente es el último en el corredor. Ayer –en referencia al sábado– pensé mil cosas mientras conducía camino a la cárcel. Son tres horas de coche. Antes de mudarme eran cuatro. A veces lloraba. Otras pensaba en el futuro. Es tanto por lo que hemos pasado...», reconoce Tanya a este periódico, al tiempo que admite que no conoce otra vida. «A veces pienso en cómo será hacer un fin de semana haciendo cosas normales, igual que el resto de las familias. Ir a la playa. Ir a España. Todo esto empezó cuando yo tenía 16 años y ahora tengo 38. No conozco otra vida que no sea ir a ver a Pablo al corredor de la muerte», explica. «Aún así, intento ser positiva porque hay otras mujeres que perdieron a sus maridos en los atentados del 11 de septiembre de 2001. Yo por lo menos tengo a Pablo. Seguro que muchas se cambiarían por mí, porque ellas ya no pueden estar con sus maridos, y yo por lo menos le veo un día a la semana», confiesa Tanya.

«Estamos ya cerca del final. Hemos ganado una gran batalla. Pero todavía tenemos que ganar la guerra», explica en referencia a que aún tienen que enfrentarse a un nuevo juicio, en el que, como informó hace días a LA RAZÓN su abogado Benjamin Waxman- Ibar, disfrutará de «la presunción de inocencia», una vez que se ha anulado su condena.

Sin em bargo, todavía necesitan recaudar más de medio millón de dólares para pagar una defensa eficaz, que en el caso de Pablo Ibar asciende a 1,3 millones de dólares. Es algo que la familia del preso tiene clavado en el corazón: una mala praxis de la defensa llevó a Ibar a pasar 22 años entre rejas, 16 de ellos en el corredor de la muerte de Florida. Sobre todo después de que las huellas dactilares del entonces acusado no coincidieran con las recogidas en el lugar del crimen.

La mayor prueba contra Ibar era la grabación perteneciente a una cámara de seguridad que mostraba una imagen borrosa. Pero, al no contar con recursos, no pudo pagar un buen abogado, y le asignaron uno de oficio, que había sido detenido por agredir a su pareja embarazada. Por ello, Tanya Quiñones afirma que «todo es gracias a España», pues desde nuestro país vienen la mayoría de donaciones. La información al respecto se encuentra en la página web www.pabloibar.com