Mascotas

Mónica Pont: «MI perrita salvó a un niño en la playa»

La modelo y actriz nos presenta a duna, un goldendoodle, como el perro de los Obama, y que la consuela cuando su hijo no está en casa.

Pont asegura que su perra Duna juega al escondite y también al fútbol con su hijo. Foto: RUBÉN MONDELO
Pont asegura que su perra Duna juega al escondite y también al fútbol con su hijo. Foto: RUBÉN MONDELOlarazon

La modelo y actriz nos presenta a duna, un goldendoodle, como el perro de los Obama, y que la consuela cuando su hijo no está en casa.

«Estuve a punto de tener un cachorro hermano del perro de Obama», desvela Mónica Pont. «Estábamos, hace siete años, mi hijo Javier y yo en Nueva York y lo llevé a ver una de las tiendas de mascotas más grandes del mundo, American Kennels, en Lexington Avenue. Allí van todas las «celebrities» a comprar sus animales. Nada más entrar mi hijo fue directo a un perrito negro. Un dependiente con guantes blancos lo sacó para que lo viera. Nos aclaró que esta raza no existía fuera de EE UU y que hay lista de espera». Se trataba de un goldendoodle, un perro creado del cruce entre un golden retriever y un caniche gigante en 1992, cuando el país tuvo un déficit de canes de salvamento o guías para niños discapacitados. «Cuando mi hijo lo escuchó solo quería ese perro, pero el dependiente nos contestó que estaba vendido para los Obama, que al día siguiente irían a buscarlo de la Casa Blanca. Valía 6.000 euros». Mónica, que siempre pensó en montar una fundación para perritos abandonados, lo último que pensaba era en comprar una mascota. Llegó a Madrid y al acercarse la Primera Comunión de Javier le preguntó qué regalo quería: «El perro que vimos en EE UU», respondió su hijo. Se puso en contacto con la tienda americana y ya tenía cerrado el precio para conseguir un hermanito de la mascota de Obama. El problema eran los trámites, «aunque buscando en internet encontré un norteamericano que vivía en Sant Cugat y tenía tres cachorritos; quedé con él y cuando los vi Duna me eligió. Los llamé y ella saltó por encima de sus hermanitos». Así llegó a casa.

«Le doy órdenes en inglés y juega al escondite, se para en los pasos de cebra, va a mi lado sin correa, da la patita, se hace la muerta, da tres vueltas en el suelo, un giro en el aire, juega al fútbol con mi hijo, incluso si la regaño porque roba comida, me habla diciendo “brrrr”». También duerme a su lado, «como si fuera el moisés de un bebé». Hay dos momentos emotivos que Mónica no olvida: «Uno se repite los lunes, cuando dejo a mi hijo a las seis de la mañana en el aeropuerto para que vuelva con su padre. Es el día más triste de mi vida. Cuando llevo a Javier, le lame entero y luego me recibe en la puerta como diciéndome: “No te preocupes, mami, me quedo contigo”». Pero lo más hermoso que ha hecho Duna es salvar a un niño en la playa: «En verano, en Formentera vio que uno se ahogaba y, como un rayo, le rodeó y la criatura se agarró de su cola hasta la orilla», nos cuenta quien está a punto de protagonizar un papel con Robert Galar Egüen mientras sigue con la exitosa promoción de su libro «No estás sola» (Planeta).