Psicología

La muerte de un hijo antes de nacer, un cataclismo incomprendido

El duelo por la pérdida de un bebé antes de dar a luz es un proceso lento y doloroso; pero, además, ha estado históricamente silenciado y está socialmente incomprendido

Ecografía de un bebé
Ecografía de un bebéDreamstime

Desgarrador. Devastador. Desolador. La muerte de un hijo antes de nacer es un cataclismo que deja irreparables grietas de tristeza y melancolía en el corazón y cambia para siempre el mundo de quienes lo experimentan, una catástrofe que desafía cualquier intento de consuelo, un terremoto que arrasa con los sueños e ilusiones más profundas. "Sientes un dolor abismal que pesa tanto que llega a desgarrarte por dentro", explica Marta. Ella sufrió la pérdida de su hija dos días antes de llegar a la 17 semana de gestación. Junto a su marido, tomó la decisión de interrumpir el embarazo tras confirmarse la peor de las sospechas: el feto estaba afectado por una anomalía cromosómica.

Como ella, muchas mujeres interrumpen sus embarazos de forma voluntaria por motivos médicos relacionados con la salud del bebé o de la madre. En concreto, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, correspondientes a 2022, en ese año se produjeron 98.316 abortos en España. De ellos, un 5,66% fueron debidos a que el embarazo suponía un grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada; un 2,80% fueron provocados por el diagnóstico de graves anomalías en el feto; y un 0,31% estuvieron relacionados con anomalías fetales incompatibles con la vida o enfermedad extremadamente grave e incurable.

En la mayoría de los casos, tomar esta decisión es un proceso profundamente difícil y lleno de dolor. La pareja se enfrenta a una encrucijada emocional y ética que puede afectar sus vidas de manera irreversible. Además, al contrario de lo que socialmente pueda pensarse, ni el padre ni la madre están exentos de vivir el duelo.

"Cuando se pierde un bebé durante el embarazo perdemos muchos sueños, ilusiones, un proyecto de vida. No debemos pensar que, porque algo sea voluntario, producirá menos dolor. De hecho, a veces tomar la decisión de forma voluntaria es peor", asegura Diana Sánchez, psicóloga sanitaria especialista en psicología perinatal y directora de Psicólogas en Torrelodones.

La culpa es una de las sensaciones o emociones que suelen sumarse al proceso de duelo que experimentan estas mujeres. "Se ha estudiado que, a diferencia del hombre, la mujer tiene más tendencia a sufrir sensación de culpa. Se plantea que tenía que haber hecho algo diferente: dejar de trabajar o de hacer ejercicio… En ocasiones, en esta culpa tiene que ver la activación de otras pérdidas o duelos anteriores que no están resueltos. Por ejemplo, mamás que siendo jóvenes hicieron una interrupción del embarazo y comienzan a pensar que este hecho tiene algo que ver con el anterior, que se le castiga. Cuando en realidad esto no tiene nada que ver", apunta la psicóloga.

El duelo perinata, un tabú social

El duelo perinatal es un proceso de sanación lento y doloroso, marcado por altibajos emocionales. "En realidad, es un mecanismo adaptativo y sano. Es decir, hay que dejar que ocurra. Al final el cerebro tiene un mecanismo muy similar al de la piel para cerrar una herida. Pero hay que ver el nivel de intensidad y las características de ese duelo que está atravesando la mujer. Hay algunos que se considerarían patológicos y que no evolucionan a una sanación. Hay otros, en cambio, que sí que nos estarían indicando que eso no se está resolviendo", apunta la experta.

Según algunos psicólogos, el duelo perinatal es, por antonomasia, el prototipo de catástrofe para cualquier especie, un cataclismo que sobrepasa los límites del dolor psíquico. La terapia psicológica está encaminada a crear una nueva persona y un nuevo mundo para esa persona.

Una de las características de este duelo es que, en aquellas ocasiones en los que la pérdida se produce en semanas avanzadas de embarazo, la mamá tiene que pasar por un proceso de parto exactamente igual que un parto con un bebé vivo. "De hecho, esto es lo más recomendable aunque también es lo más duro psicológicamente. Es una situación muy traumática", asegura Diana Sánchez.

Además, este parto supone que la mujer viva un puerperio, es decir, los cambios hormonales propios de dar a luz o signos clínicos como el descenso paulatino del fondo del útero sin que haya un bebé que acompañe la situación. "Estuve semanas sin mirarme al espejo. No podía verme el vientre abultado. Pero recuerdo especialmente que, cuando salí de hospital, me horrorizaba ponerme los pantalones de premamá y mis pantalones habituales no me cabían. Lo viví con muchísima ansiedad", recuerda Marta.

Pero, además, a nivel social, las personas que atraviesan este tipo de duelo enfrentan muchos desafíos. Una de sus características principales es que se trata de un duelo que está silenciado. Es decir, a veces existe la creencia entre la población de que como es un bebé que se pierde antes del nacimiento, no existe un duelo como el que puede experimentarse cuando se pierde a una madre o a un abuelo. En muchas ocasiones también es un tabú. Esto ocurre, especialmente, cuando se ha producido una interrupción voluntaria del embarazo. Pero también es un duelo muy incomprendido. “Hay personas que no lo entienden y, tratando de consolar a la mamá, invalidan sus emociones o urgen a que mejore. Dicen: estabas de poquito, ya tendrías que estar bien, tampoco es para tanto, eres joven para tener otro bebé o te veo cada vez mejor”, lamenta la directora de Psicólogas en Torrelodones. De la misma opinión es Marta: "Cuando fallece un familiar cercano, es inconcebible que tus seres queridos no te den el pésame a través de una llamada de teléfono o hagan todo lo posible por personarse allí donde estés para darte ánimos lo antes posible. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando pierdes a un bebé que no ha nacido. En mi caso, algunos familiares y amigos muy cercanos nos dieron ese necesario abrazo cuando ya habían pasado más de 20 días desde el fallecimiento. Otros solo se han molestado en enviar un whatsapp".

Como ha ocurrido con el caso de Marta, cientos de mujeres en nuestro país sufren la pérdida de su bebé antes de que este llegue a nacer. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de mortalidad perinatal en España en el año 2022 fue de 4,08 defunciones por mil nacidos. Esto supone un total de 1.344 muertes perinatales. Es decir, más de mil mujeres perdieron a sus hijos durante la gestación o a los pocos días de nacer.

Esta cifra puede sorprendernos. Por un lado, hace reflexionar sobre lo frecuente que pueden llegar a ser las muertes de los hijos durante el embarazo, nos invita a pensar que el hecho de tener entre las manos una prueba de embarazo positiva no es sinónimo de llegar a tener un bebé sano. “Nos encontramos con que una pareja está esperando un nacimiento y, al final, lo que llega es un fallecimiento. Y no se lo esperaba: a veces no se lo había planteado como una posibilidad el hecho de que su bebé muriera”, explica la psicóloga. Por otro lado, hace recapacitar sobre las pocas historias que trascienden de familiares y amigos que han atravesado por esta situación. “Cuando me ocurrió a mí, comencé a enterarme de todas las amigas y conocidas que, por desgracia, habían pasado por esto”, asegura Marta.

Microquimiorismo fetal

A día de hoy, la ciencia ha desvelado que todo bebé deja algo así como una huella en el organismo de su madre. Es lo que se llama microquimiorismo fetal. Este es un proceso poco conocido. A grandes rasgos, "consiste en que hay células del feto que, durante el embarazo, van a diferentes tejidos u órganos de la madre y hay presencia de estas células en las madres", explica la ginecóloga Miriam Al Adib Mendiri, directora de Clínicas Miriam Gine.

En la actualidad, este fenómeno no está suficientemente investigado. Una de las incógnitas que todavía existe es el papel de estas células en el organismo hospedero. A falta de esclarecerlo por completo, la evidencia científica disponible lo relaciona con la contribución a la reparación de tejidos. "Podría estar también detrás de algunas enfermedades autoinmunes. En concreto, podrían participar en la patogénesis de ciertas enfermedades autoinmunes", indica. Otra línea de investigación propone que esta migración celular cumple un papel de reparación en los tejidos dañados.

La placenta es un órgano que continúa sorprendiéndonos y cuyo estudio amplia las amplias fronteras de la medicina.