Religión

El Papa vuelve a la calle tras la gripe que anuló su viaje a Dubái

Francisco retoma por completo su agenda el día de la Inmaculada después de quince días de encierro

El Papa Francisco en la Plaza de España
El Papa Francisco en la Plaza de España ASSOCIATED PRESSAgencia AP

Dos semanas después de que el Papa se viera obligado a frenar en seco su agenda por una gripe que luego se convirtió en bronquitis, Francisco ha salido este viernes del Vaticano, un testeo para corroborar que ha dejado atrás una inflamación pulmonar que le llevó a suspender su viaje a Dubái para participar en la Cumbre del Clima de Naciones Unidas.

La fiesta de la Inmaculada Concepción marca un antes y un después en este nuevo tropiezo de salud. Por la mañana, volvió a dirigir la oración del ángelus asomándose al ventanal del Palacio Apostólico para acompañar a los miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, puesto que los dos últimos domingos siguió el rezo desde su residencia de Santa Marta. Desde allí, anunció la creación de la Jornada Mundial del Niño, que se celebrará por primera vez el 25 y 26 de mayo en Roma «para pensar qué mundo le vamos a dejar a los niños».

Por la tarde, el pontífice salió de su casa en dirección a la basílica de Santa María la Mayor para ponerse a los pies de la Salus Populi Romani. A las tres y media de la tarde protagonizaba una breve y sencilla pero histórica plegaria ante el icono de la patrona romana a la que encomendó su pontificado en marzo de 2023, y a la que visita cada vez que emprende y termina un viaje apostólico. Y es que Jorge Mario Bergoglio llegó ayer al templo con la llamada Rosa de Oro para regalársela a la Virgen, un gesto que se repetía desde hace cuatro siglos. La primera de estas rosas fue donada por Julio III.

Tras rezar la Salve y sin discurso alguno, Francisco saludó a algunos enfermos y puso rumbo a la Plaza de España de Roma, a los pies de la Embajada española ante la Santa Sede, donde se encuentra una imagen de la Inmaculada Concepción elaborada por el escultor Giuseppe Obici. Después de una ofrenda floral, una plegaria comunitaria y unos minutos de silencio, el Papa entonó una oración en la que pidió a María que mire «al atormentado pueblo ucraniano, al pueblo palestino y al pueblo israelí, que volvió a hundirse en la espiral de violencia». «Tu persona nos recuerda que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra, que nuestro destino no es la guerra sino la paz», leyó. Junto a los conflictos bélicos, el Papa también rezó por otros colectivos vulnerables, como las migraciones o la violencia contra la mujer. Tras su oración, el pontífice saludó a algunas de las autoridades presentes, como la embajadora de España, Isabel Celaá.