Hospitales
Peligro de muerte: no vaya al hospital de «Anatomía de Grey»
El índice de mortalidad en la serie es tres veces superior al de un hospital, según un estudio del St. Joseph de Arizona.
Quizá todos sepamos que las cosas que nos cuentan en las series de televisión forman parte de la ficción. Igual que las películas, las series son una bella sucesión de invenciones. Así que ni debemos hacer caso a los consejos médicos del doctor House ni hemos de creer que nuestras enfermedades van a curarse al estilo de «Anatomía de Grey». Eso lo sabemos o, al menos, deberíamos. Porque lo cierto es que las imágenes médicas que se proyectan en las teleseries y las películas conforman más de lo que creemos nuestra idea de la atención sanitaria. ¿Hasta qué punto?
Una nueva investigación publicada ayer alerta: «Series como ''Anatomía de Grey'' están distorsionando las expectativas públicas de qué podemos encontrarnos al enfrentarnos a una práctica médica». ¿Pone eso en peligro la calidad de nuestra asistencia? Muchos de los productos cinematrográficos y televisivos en los que se representa a la profesión sanitaria tienen unos elevados estándares de calidad y rigor. Se invierte mucho tiempo y dinero en la asesoría y la documentación que hagan que aquello que aparece en la pantalla sea realista, verosímil y correcto. Aun así, los formatos televisivos y la exigencia de una narración adecuada al medio presentan ciertas limitaciones. Si vemos una serie de médicos queremos emocionarnos, no nos vale con un dibujo documental del funcionamiento de un hospital. Esto provoca que muchos espectadores se lleven una imagen distorsionada de la realidad si solo la contemplan a través de las series. Y esa distorsión es mayor cuánto más dramática sea la actividad médica: las salas de urgencias, por ejemplo, son caldo de cultivo de numerosas incorrecciones.
Los investigadores del departamento de Cirugía del Hospital St. Joseph de Arizona han comparado la imagen que arrojan 290 casos ficticios aparecidos en «Anatomía de Grey» con la realidad que se supone que hubiera acaecido en una sala de hospital auténtica. Todos los casos aparecieron en 260 episodios de la serie durante 12 temporadas. Se compararon con atenciones similares realizadas en 4.812 pacientes en EE UU. Algunos datos de la comparación fueron significativos. Por ejemplo, el índice de mortalidad fue tres veces superior en la serie que en la vida real. En la obra televisiva muere el 22% de los pacientes, mientras que los hospitales de verdad, al tratarse las mismas patologías, solo muere el 7%. Hay más ejemplos. En la serie el 75% de los enfermos que entran en Urgencias acaba en el quirófano. En la vida real, el 25%. Además, en «Anatomía de Grey» es muy raro que un paciente acabe ingresado en una habitación de larga estancia (solo uno de cada 20 enfermos lo hace) mientras que en la vida real el porcentaje es de un 20%. Todo ello sin contar que la serie suele centrarse en el tratamiento de enfermedades raras, casos complicados y patologías sin historia médica suficiente... algo que, por fortuna, no es tan habitual. Los investigadores concluyen que la imagen ofrecida por las series es, en muchos casos, muy respetuosa con el rigor médico. Pero las distorsiones en los datos epidemiológicos pueden llevar a un mayor grado de insatisfacción de los pacientes. El mundo real es menos dramático y algo más aburrido.
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