Teología de la Historia

Pontmain: la mariofanía que salvó a Francia de ser arrasada (1)

La localidad gala vivió una manifestación mariana el 17 de enero de 1871 y que anunciaba trágicos acontecimientos que padecería ese país

En la localidad francesa se venera la talla de tan extrordinario acontecimiento
En la localidad francesa se venera la talla de tan extrordinario acontecimiento LR

En la Teología de la Historia, España y Francia merecen ocupar un lugar singularmente destacado dada la misión que al servicio de la Iglesia ambas naciones han desempeñado. En el caso de España, «Tierra de María» como la denominó san Juan Pablo II, son tres referencias suficientes, la Evangelización de América, su papel durante la Contrarreforma para evitar que el protestantismo luterano ocupara toda la anterior Cristiandad europea, y la misma terrible persecución religiosa padecida durante el gobierno republicano del Frente Popular. Podemos añadir a estos efectos que la primera «mariofanía» de la Historia de la Iglesia, y con la Virgen viviendo todavía en Jerusalén/Éfeso en carne mortal, tuvo lugar en Zaragoza para confirmar al apóstol Santiago en su misión evangelizadora de la entonces Hispania Romana, en el año 40 de nuestra era cristiana.

En cuanto a Francia, los Papas la han considerado como «la fille aînè de l’ église» (la hija primogénita de la Iglesia), a raíz de la conversión del Rey de los francos Clodoveo, en una histórica ceremonia celebrada en Reims el día de Navidad del año 496. (A estos efectos recordemos que España fue la siguiente Hija, con la conversión de Recaredo rey visigodo, el 8 de mayo de 586 durante el Tercer Concilio de Toledo). A la vista de estas realidades puede entenderse que la Virgen María Madre de la Iglesia acudiera en auxilio de su primera hija, tras haber padecido ésta las consecuencias de la Revolución (Francesa) a finales del siglo XVIII en 1789. Aquella Francia de profundas raíces cristianas, y edificada sobre esos valores, dio paso a otra de los valores e ideas de los revolucionarios basados en el racionalismo, el iluminismo y un radical laicismo anticristiano.

Por ello su Madre acudió en su ayuda en el siglo XIX, iniciando el tiempo que Pío XII definirá como la «Era de María», caracterizado por numerosas mariofanías que dijo comenzaron en 1830 en la Rue du Bac de París, manifestándose a santa Catalina Labouré como «María Milagrosa». Desde entonces y hasta nuestros días se estima que se han producido cerca del 80% de las apariciones marianas de las que se tiene conocimiento. La causa de ese parteaguas de la Historia hay que entenderlo producido precisamente por esa Revolución que produjo un drástico cambio en la sociedad occidental, nacida de raíces cristianas. Que pasó de ser «Teocéntrica», con Dios de centro y referencia superior de ella, a una sociedad «antropocéntrica», con el hombre desplazando a Dios de ese lugar destacado y único. Y los derechos humanos por encima de los derechos de Dios, considerados de hecho como inexistentes.

Esa sucesión de mariofanías del siglo XIX en Francia tienen como referencias destacadas la comentada de 1830 en París, la Salette en 1846, Lourdes en 1858, Pontmain en 1871 y Pellevoisin en 1876. Todas reconocidas por la Iglesia, ésta última, precisamente el pasado año 2023 con las nuevas normas del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Hoy nos centramos en Pontmain, que merece ocupar un muy destacado lugar en esta serie por su rotunda relación con acontecimientos que marcaron la historia de Francia evitando que fuera literalmente arrasada por los prusianos ese año de 1871.

Aparición mariana en Pontmain
Aparición mariana en PontmainLR

Pontmain es una pequeña localidad situada en el noroeste francés, donde se produjo la manifestación mariana el 17 de enero de aquel año. Son unos sucesos que habían sido previamente anunciados por Ella en la Rue du Bac, al anunciarle a sor Catalina qué trágicos acontecimientos padecería Francia si no había una conversión en su querida Hija, a la que el proceso revolucionario había vuelto irreconocible para la Fe. En concreto y además de la inminente «revolución de julio» que le comunicó y que se produjo a la semana siguiente de su primera aparición el 18 de aquel mes, le advirtió de muy dolorosos acontecimientos futuros, para lo que Catalina entendió serían dentro «de 40 años».

Y en efecto, en julio de 1870 estalló la guerra franco prusiana de Bismarck contra el emperador Napoleón III sobrino de Bonaparte. En La Salette en 1846 a los pastorcillos Melanie y Maximin les comunicó unos secretos que debían dar a conocer sólo al Papa Pío IX recién elegido, y que se cumplieron exactamente en ese 1870. Sería cuando Bismarck derrotó a Napoleón III en Sedán y tuvo que exiliarse cayendo el Imperio, y con la anunciada traición al Papa, que provocó unos días después la caída de Roma, la milenaria capital de los Estados Pontificios. Con este somero recorrido por la Francia del siglo XIX llegamos a enero de 1871 a Pontmain, en una Francia que ha sido militarmente derrotada por Prusia.

Por aquella zona de la Bretaña francesa, desde años atrás se había difundido una profunda devoción popular promovida por un sacerdote de nombre Prud’homme, párroco de una localidad próxima con el apoyo de la correspondiente jerarquía episcopal. Esa devoción estaba centrada en la Virgen María con «Nuestra Señora de la Esperanza», para salvar a Francia, y extendida mediante novenas, rezos y vigilias. Tras un portentoso milagro atribuido a Ella en 1848, apenas unos días después estalló la revolución de febrero que acabó con la Monarquía de Julio de 1830, naciendo la Segunda República que con Napoleón III se transformó en el citado Segundo Imperio.

Pues bien, en esas circunstancias Prud’homme promovió sucesivas novenas y rezos por todo el país pidiendo que la Virgen de la Esperanza «protegiera y salvara a Francia». En especial promovió una novena que se hiciera entre los seis últimos días de 1870,y los tres primeros de enero de 1871, dirigida a «Nuestra Señora de la Esperanza para que salve a Francia». En la noche del 10 al 11 de enero se vivió una extraña Aurora Boreal (que evoca la de Fátima de 1938 que anunciaba el comienzo de la Segunda Guerra Mundial), y el día 12 se consumó la definitiva derrota de Francia. El 17 de enero unas señoras de la Asociación de Nuestra Señora de la Esperanza del reverendo Prud’homme en la localidad de Saint Brieuc en la Bretaña, presentaron al obispo de la diócesis un Voto. Lo firmó inmediatamente para a continuación unirse a ellas y postrarse ante una imagen de la Virgen a las seis de la tarde para rezarlo, implorando su auxilio en aquellas dramáticas circunstancias.

A la misma hora, en el otro extremo de la región en Pontmain, dos hermanos de 10 y 12 años que habían intervenido como monaguillos en la misa, rezado el rosario, el Via Crucis y la novena pidiendo en especial por su hermano mayor que había sido llamado al frente de guerra, tendrían una extraordinaria experiencia. Vieron suspendida en el aire unos 7 u 8 metros sobre el tejado de una casa, a una mujer bellísima. Parecía tener unos 18 años y llevaba un vestido largo azul oscuro recubierto de estrellas, un velo negro que le llegaba hasta la cintura y una corona de oro y los brazos extendidos como en la Medalla Milagrosa. Al verla Eugène el hermano de 12 años, empezó a gritar a su padre y su hermano para que salieran a contemplar lo que él veía. Su hermano la vio pero no su padre, ni su madre y la criada que también salieron de la casa. Avisaron al párroco y otros vecinos reuniéndose unas 50 personas que empezaron a rezar el Rosario, con la Virgen sonriéndoles. De repente vieron una banda a los pies de la Virgen en la que aparecían escritas unas letras que aumentaban a medida que rezaban las letanías del rosario con cantos. Finalmente pudo leerse que decía: «Rogad hijos míos. Dios os escuchará pronto. Mi Hijo se deja tocar». Habían transcurrido casi tres horas que pasaron muy rápidas, cuando la Virgen desapareció.

Llegó entonces la noticia de que la cercana ciudad de Laval había caído a manos de los prusianos, a lo que la gente del pueblo afirmó que ya no temían nada. Durante aquellas horas, el general prusiano Von Schmidt había recibido inesperadamente la orden de suspender la operación militar, para retirarse y no tomar Laval. La invasión de Bretaña nunca se efectuó, y 11 días después el 28 de enero, se firmaba el armisticio entre Francia y Prusia. Los 38 soldados de Pontmain regresaron a casa sanos y salvos. Francia fue derrotada pero no arrasada. Un año después, el obispo publicó una carta pastoral reconociendo la aparición de la Virgen como Nuestra Señora de la Esperanza. En Pontmain fue erigido un Santuario hoy Basílica, dedicada a Ella. Tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, Pontmain fue protegida de manera señalada. En la Primera el ejército alemán frenó su avance al ver en el cielo de Pontmain a la Virgen Blanca. Todos los soldados de Pontmain en ambas guerras regresaron a sus casas ilesos como en 1871.

(1) «El Tiempo de María» . Del autor.