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Una profesora admite que "no enseña a sus alumnos" estas "cosas inútiles que ella aprendió cuando era alumna"

La docente Eva Matsa cuestiona abiertamente la vigencia de métodos como las tablas de multiplicar, la “división con cajita” o los problemas de trenes que, según su experiencia, desconectan la escuela de la vida real y convierten las clases en un ejercicio de memoria vacía

Una profesora admite que "no enseña a sus alumnos" estas "cosas inútiles que ella aprendió cuando era alumna"
“Jamás voy a conducir un tren, jamás he ido a Marsella”Canva

Eva Matsa ha roto el silencio que muchos educadores guardan: reconoce que repite el guion que le tocó vivir como alumna, pero que ha decidido cortar por lo sano con varios contenidos que considera obsoletos. En un vídeo compartido en TikTok, la maestra se pregunta “¿en qué estamos haciendo perder el tiempo a los niños en el aula?”, y responde desgranando los ejemplos que más le pesan desde su infancia. Su confesión ha desatado conversaciones entre docentes y familias sobre qué debe quedarse y qué debe irse del currículo.

La primera víctima de su revisión son las tablas de multiplicar. Matsa recuerda la presión de memorizarlas sin comprender qué significaba multiplicar; solo repetía hasta conseguir la aprobación. Años después, la calculadora se volvió su aliada cotidiana y el esfuerzo previo le pareció desperdiciado. “No entendí la relevancia del conocimiento hasta mucho después”, admite, y por eso evita someter a sus alumnos al mismo ritual mecánico.

El siguiente capítulo del repaso es la famosa “división con cajita”, ese recuadro en forma de L invertida que organiza el dividendo, el divisor y las restas parciales. Matsa asegura que en la vida adulta ese dibujo no existe y se pregunta por qué se dedican semanas a perfeccionar un esquema que desaparece en cuanto se sale del aula. Su propuesta no es eliminar la división, sino sustituir la cajita por situaciones que exijan repartir de verdad: compartir gigas entre amigos o repartir el presupuesto de fin de mes.

Problemas que ningún adulto se plantea: la escuela ajena a la vida real

Tampoco perdona a los problemas clásicos de trenes que parten de Marsella y Lyon a velocidades distintas. “Jamás voy a conducir un tren, jamás he ido a Marsella”, ironiza, mientras subraya que Google Maps resuelve ese mismo cálculo en segundos. Considera que sería más honesto pedir a los niños que interpreten el mapa del metro de Barcelona o que calculen cuántas paradas les quedan para llegar a un concierto, contextos que forman parte de su día a día.

Matsa insiste en que no se trata de abandonar las matemáticas, sino de devolverles sentido. “Podemos estar haciendo problemas de verdad”, repite, y propone sustituir los enunciados abstractos por retos que impliquen dinero real, horarios reales o distancias que efectivamente recorren. Su manifiesto ha generado tanto aplausos como críticas, pero ha logrado abrir una grieta en la pared del “siempre se ha hecho así” para que entre el aire de una escuela más viva.