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¿Puede haber conflictos?

La Razón
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- ¿Tenemos en España motivos para preocuparnos por la formación de maras?

–-España ha acogido algunos jóvenes que emigraron y que fueron pandilleros en El Salvador. Debería surgir una reflexión en torno a lo que eso significa. Pero no creo que el fenómeno pueda ganar fuerza por las condiciones políticas, económicas y sociales del país, y por el acento que hay en la seguridad. Estos jóvenes, cuando llegan a España y han vivido previamente la cultura de «pandilla», comprueban que no tiene sentido actuar desde un punto de vista delictivo; prima en mayor medida un sentido de pertenencia e identidad. No habrá problemas. Este fenómeno no tiene sentido en España. En El Salvador, durante tres décadas, se han puesto en marcha tres políticas diferentes se han cosechado tres fracasos. En mi opinión, en España debería tenerse en consideración una atención muy especial hacia niños y adolescentes.

- ¿Qué les impulsa a estos jóvenes a introducirse en esa espiral de violencia?

–He pasado mucho tiempo en la cárcel con ellos. «No tenemos dinero ni familia. Ya no tenemos vida. Matarnos no tiene ningún valor», suelen decir. Ellos mismos se califican como «cuerpos pero sin vida». Van huyendo de la familia disfuncional y desintegrada por la economía de mercado. Y la pandilla se convierte para muchos en su familia. Es una manera fácil de construir el reconocimiento. La política de mano dura de los gobiernos centroamericanos vino a impulsar un fenómeno que no tenía un alcance delictivo como el que tenía anteriormente. Aquello vino a empeorar el conflicto.

*Mediador en el conflicto de las maras en El Salvador