Asuntos sociales

«Quiero que mi hijo vea a ETA como algo del pasado, algo que ya no existe»

La escritora y periodista con su hijo Carlos
La escritora y periodista con su hijo Carloslarazon

La llegada del pequeño Carlos marcó un antes y un después en la vida de Irene Villa. El hecho de que naciera el 12 de julio de 2012, el mismo día que se cumplía el decimoquinto aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, fue visto por muchos como el triunfo de la vida frente al terrorismo y un símbolo de esperanza para las víctimas. Para ella, ha sido la mejor recompensa que la vida podía darle. Ahora, anhela para su hijo un futuro en el que ETA sea pasado.

–Ya han pasado casi diez meses. ¿Cómo definirías la experiencia?

–Lo mejor que me ha pasado en la vida y la mejor recompensa que he podido tener. Desde que me enteré de que iba a ser madre, nada más grande, más maravilloso, más bonito y más importante en mi vida me ha pasado que la maternidad. Conocí al hombre de mi vida, pero, aunque no hubiese sido así, también habría sido madre, soltera, seguro, porque no me habría perdido esto por nada del mundo. Dar y crear vida es el mejor regalo y no hace falta estar embarazada para tener hijos. Apoyo mucho la adopción, la acogida y todo lo que signifique apostar por la vida humana y por los niños.

–¿En algún momento te has visto superada por los acontecimientos?

–Cuando estás embarazada piensas mil cosas. ¿Seré capaz?, no me veo como madre... Y mi marido me decía: «Pero si has sido profesora, madre de muchos niños, has sido educadora y has inculcado valores a los jóvenes». Pero es cierto que las dudas te asaltan. Le educaré bien, le daré las herramientas necesarias para ser feliz, para ser una persona con un futuro, con una ilusión, sobre todo con esperanza y amor. Los únicos miedos surgieron antes de que él naciese. Una vez que llegó fue todo fuerza, alegría y esperanza. Por eso no hay que pensárselo, cuando llega una vida humana hay que echarle valentía y valor. Jamás te puedes arrepentir de dar vida. Y es que un hijo no sólo te da alegría sino que potencia todo lo bueno que tienes y te da mucha más fuerza de la que tenías.

–Si de fuerza hablamos, ¿has pensado ya cómo le explicarás a tu hijo el atentado del que fuiste víctima cuando tenías doce años?

–Sí claro, le contaré la realidad. Lo que sí me gustaría es que él lo viese cómo algo impensable, lo que querrá decir que nunca más va a existir ese tipo de violencia tan gratuita. Quiero que mi hijo vea a ETA como algo del pasado, algo que ya no existe. Espero que en un futuro próximo no se vuelva a hablar de ninguna banda terrorista asesina, que no exista el terrorismo como una vía para conseguir algo, que no haya más bombas.

–¿Recuerdas cómo te lo contaron a ti en aquel momento?

–Honestamente me lo explicó mi padre sin explicármelo. Hace 22 años no había psicólogos para atentados, no se daba tanta importancia, que la tiene, a la comunicación de este tipo de noticias. Mi padre primero, con su inocencia, me dijo que había sido una explosión en la alcantarilla. Yo le dije que cómo iba a ser eso. Luego me contó que alguien había provocado una explosión porque quería la independencia de España. Y yo contesté: «Pues si la quieren, que se la den, así yo tendría mis piernas». La inocencia de los doce años. Luego te das cuenta de que si les das lo que piden estás perdido y vendido. Yo he sido bastante beligerante con ese tema, no le puedes dar a un asesino lo que pide porque entonces ya se convertiría en un país de bárbaros.

–Y después de todo lo que has sufrido y la vida tan dura que has sobrellevado por culpa de ETA, ¿cómo ves el panorama actual? Se habla incluso de que la banda podría volver a atentar.

–Si ETA vuelve, me costaría mucho seguir mi vida normal. Es verdad que hubo lo que ellos llamaban treguas, pero sabíamos que ETA seguía ahí. Lo de abandonar las armas para siempre no había sucedido antes. Si vuelve, no sé... no sé lo que haría. Si ETA vuelve a matar yo me muero. Una de las mejores noticias de mi vida, además de mi hijo, fue cuando la banda dejó de matar. No se me olvidará en la vida el día que lo anunciaron, el 11 de octubre de 2011 (Santa Irene), y fue como mi regalo. Por fin, 20 años después de que ETA me dejara sin piernas, abandonaba las armas para siempre. No puede volver, no puede.

–¿Crees que Estrasburgo avalará la «doctrina Parot»?

–La «doctrina Parot» ha hecho mucha justicia y si se quita volveríamos a la injusticia, la que implica que da lo mismo matar a uno que a veinte. La «doctrina Parot» hay que conservarla porque, aunque pienso que es bueno que ETA deje de matar, tiene que haber justicia. Sin ella no hay Estado de Derecho, no hay democracia, no hay sociedad. La justicia la queremos todos, te toque una bomba o no te toque nada.

–¿Pero las víctimas seguís recibiendo el mismo apoyo de siempre?

–Hace mucho tiempo que me desligué de las asociaciones de víctimas. Salí escaldada. Los medios de comunicación me trataban como víctima de ETA en contra del Gobierno. Y yo jamás me he querido posicionar. Soy muchas más cosas que eso. Fíjate, como deportista, este año gané el campeonato de España de esquí alpino adaptado.

–Pasados ya los años, ¿si aquel fatídico 17 de octubre de 1991 te hubiesen dicho que ibas a ser tan feliz, te lo hubieses creído?

–No. Creo que la vida me ha recompensado muchísimo más de lo que yo pensaba. Sabía que iba a salir adelante, a ser feliz, pero no tanto. De hecho, hasta que no conocí a Juan Pablo, mi marido, no había sido tan feliz. Ha habido siempre poblemas a nivel físico, muchas operaciones y pasos por el quirófano. Ha sido muy duro. En el amor he tenido momentos muy bonitos pero también desencantos. Mi felicidad total empezó cuando conocí a Juan Pablo y nació mi hijo. Y eso no estaba ni siquiera en mi pensamiento, ha superado todas mis expectativas.

–Hoy es el Día de la Madre, ¿qué ha supuesto la tuya para ti?

–Mi madre ha sido el motor, la esperanza, la lucha y la que me dijo: «Esto es lo que hay, es lo que tenemos. Podemos sufrir y llorar y maldecir o decidir que hemos nacido así y ser felices. Y no vale lamentarse porque has nacido así». Ese planteamiento tan sencillo y tan útil ha sido básico para que yo fuese feliz. Tenemos un que vínculo jamás se ha roto ni se romperá. Mi madre y yo seguimos siendo un pack y lo seremos toda la vida. Incluso ahora sigo acudiendo a ella cuando tengo el más mínimo problema. Mi madre es mi pasión.

–¿Tienes pensado tener más hijos?

–Por supuesto. Si es lo mejor que me ha pasado en la vida, cómo me voy a quedar aquí. Incluso tres, pero eso no se sabe.