
Trasplantes
Primer trasplante de hígado de cerdo a un humano vivo
Hasta ahora los ensayos exitosos se habían realizado en animales o en pacientes con muerte cerebral.

Cada año, según la Organización Mundial de la Salud, miles de personas mueren esperando un órgano que nunca llega. Y si llega, puede que no sea apto. La demanda global supera ampliamente la oferta, incluso en países con sistemas de donación consolidados. Aquí es cuando surge la idea de los xenotrasplantes: órganos de otras especies que puedan ser utilizados por humanos. Pero para llegar a eso hay que cruzar varios hitos.
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Esta semana, un equipo de cirujanos en China ha traspasado uno de ellos: por primera vez, un hígado procedente de un cerdo genéticamente modificado funcionó durante meses dentro de una persona viva. El estudio, publicado en el Journal of Hepatology, describe un trasplante auxiliar —un injerto que apoya, pero no sustituye completamente al órgano original en un paciente de 71 años con cirrosis avanzada y carcinoma hepático.
El nuevo órgano, procedente de un cerdo con diez modificaciones genéticas diseñadas para hacerlo compatible con el cuerpo humano, mantuvo funciones metabólicas y de coagulación durante semanas antes de que surgieran complicaciones. El paciente sobrevivió 171 días tras la operación.
El logro no solo amplía los límites de la cirugía trasplantológica, sino que también reaviva una vieja promesa científica: la xenotrasplantación, el uso de órganos animales para aliviar la escasez de donantes humanos.
Por eso la idea de usar órganos animales (en especial de cerdos modificados genéticamente) lleva décadas en el radar de la biomedicina. Los cerdos son anatómicamente compatibles, se reproducen rápido y sus órganos pueden adaptarse genéticamente para evitar el rechazo inmediato por parte del sistema inmune humano.
Hasta ahora, sin embargo, la mayoría de los ensayos exitosos se habían realizado en animales o en pacientes con muerte cerebral, es decir, sin posibilidad de evaluar funciones metabólicas sostenidas en una persona viva.
Este caso marca la diferencia: el órgano no solo se implantó en un ser humano consciente y con funciones vitales, sino que trabajó activamente durante semanas, produciendo bilis, proteínas y factores de coagulación, sin señales iniciales de rechazo agudo. El receptor, un hombre de 71 años con cirrosis avanzada por hepatitis B y cáncer hepático, no era candidato a trasplante humano ni a resección quirúrgica.
Los cirujanos del First Affiliated Hospital de la Universidad Médica de Anhui, liderados por el doctor Beicheng Sun, decidieron realizar un trasplante auxiliar, conectando un segundo hígado (el del cerdo) al flujo sanguíneo del paciente. El órgano provenía de un cerdo miniatura Diannan con diez ediciones genéticas, como la eliminación de antígenos porcinos responsables del rechazo hiperagudo y la inserción de genes humanos que regulan la coagulación y la respuesta inmune.
Durante el primer mes, el injerto funcionó sorprendentemente bien: produjo bilis, sintetizó proteínas y no mostró signos de rechazo. Sin embargo, en el día 38 surgió una complicación grave: microangiopatía trombótica asociada a xenotrasplante (xTMA), un síndrome en el que el sistema del complemento ataca los vasos sanguíneos del injerto. Tras tratamiento con eculizumab (un inhibidor del complemento) y plasmaféresis, el cuadro se resolvió, pero semanas después el paciente sufrió hemorragias digestivas recurrentes y falleció al cabo de 171 días.
Aun así, los autores destacan el valor clínico del intento: “Este caso demuestra que un hígado porcino modificado puede funcionar de forma sostenida en un ser humano – explica Sun -. Es un paso crucial que confirma tanto el potencial como los obstáculos que aún debemos superar”.
¿Por qué es un avance tan grande? Porque es la primera vez que un órgano porcino funciona durante un periodo prolongado dentro de una persona viva. Este nuevo caso aporta algo que antes no existía: prueba de concepto fisiológica.
El hígado porcino no fue solo un injerto pasivo: realizó funciones sintéticas, metabólicas y de coagulación esenciales para la supervivencia
En palabras del hepatólogo Heiner Wedemeyer, coeditor del Journal of Hepatology: “Este informe es un hito. Muestra que un hígado porcino modificado puede injertarse y realizar funciones clave en un ser humano. Pero también subraya los retos biológicos y éticos que quedan por resolver antes de una aplicación generalizada”.
Y ahora la letra pequeña: el resultado no debe interpretarse como una cura, sino como una prueba técnica de posibilidad. Los problemas de coagulación, inflamación y rechazo crónico siguen siendo barreras enormes. Incluso con diez modificaciones genéticas, el sistema inmunitario humano reconoce el órgano como extraño. Además, el riesgo de xenoinfecciones (virus o retrovirus que podrían saltar de especie) continúa siendo objeto de vigilancia rigurosa.
La estrategia de trasplantes auxiliares (añadir un órgano en lugar de reemplazarlo) podría servir como puente temporal para pacientes con insuficiencia hepática aguda, dándoles tiempo hasta recibir un órgano humano o regenerar parcialmente el propio hígado.
El siguiente paso será optimizar la edición genética de los cerdos donantes: reducir aún más los antígenos que provocan rechazo y controlar mejor las vías de coagulación. También será crucial diseñar fármacos inmunomoduladores específicos para este tipo de trasplante, que actúen sobre mecanismos diferentes de los del rechazo tradicional.
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