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Rusia busca sonrisas exprés para el Mundial

El Kremlin quiere conquistar al millón de visitantes que viajan desde hoy a Moscú para seguir de cerca la cita deportiva. LA RAZÓN habla con una de las profesoras contratadas por el Gobierno para enseñar a los trabajadores públicos a mostrar su mejor cara a Occidente.

Rusia busca sonrisas exprés para el Mundial
Rusia busca sonrisas exprés para el Mundiallarazon

El Kremlin quiere conquistar al millón de visitantes que viajan desde hoy a Moscú para seguir de cerca la cita deportiva. LA RAZÓN habla con una de las profesoras contratadas por el Gobierno para enseñar a los trabajadores públicos a mostrar su mejor cara a Occidente.

La celebración de la Copa del Mundo en Rusia es sin duda la ventana al mundo que Vladimir Putin quiere explotar sin límites para enseñar a cada rincón del planeta las grandezas esteparias de un país inmenso que sigue estando en el punto de mira por su frontal enfrentamiento con Occidente. La crisis de Ucrania, la anexión unilateral de Crimea, su «compadreo» con el dictador sirio Bachar al Asad, la represión de cualquier voz crítica en el interior del país, la persecución a políticos y periodistas críticos así como los envenenamiento de espías en el extranjeros han potenciado la imagen de una Rusia «dictatorial» al servicio del zar Putin.

La celebración de los Juegos Olímpicos fue un éxito. Sin embargo, la oportunidad que se le plantea ahora al mandatario es aún más fuerte, ya que el fútbol mueve a más personas que ningún otro deporte o evento. Su objetivo: que el millón de invitados previsto regresen encantados de «sus dominios» y que, incluso, ésto sirva para cambiar la imagen hierática que los occidentales tienen de los rusos.

Las cifras estremecen: 14.000 millones de dólares, alrededor del 1% del PIB ruso, ha sido destinado a la organización del evento. Con esta inversión, ningún detalle puede ser dejado al azar, ni siquiera la gélida sonrisa de los rusos. Los ciudadanos de la federación deberán a recibir a miles de extranjeros que se dejaran sus cuartos durante la celebración del mundial, así que el Kremlin ha optado por formar a sus trabajadores para que sean agradables con sus invitados, les sonrían y sepan poner su mejor cara, algo harto complicado dado el frío carácter eslavo, del que es exportador en primer lugar el propio Putin. Para corregir su gesto , al menos de cara al Mundial, el Gobierno ha contratado a profesionales para enseñar a sonreír. Una de estas expertas es Elnara Musfatina, que atiende desde Moscú a LA RAZÓN para explicar en qué consiste su trabajo así como la capacidad de aprendizaje de sus compatriotas en cuanto a lo que a empatía se refiere. Ella es psicóloga senior y ha sido contratada por la Compañía Federal de Transportes. Su misión es sacarles una sonrisa a los conductores para que «puedan ofrecer un excelente servido a los pasajeros». «En Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, España o Finlandia una sonrisa es una señal de buena educación, por este motivo es necesario sonreír para mostrarse agradable en una conversación. Sin embargo, en la comunicación rusa, no es una costumbre sonreír a extraños, sólo se hace en un contexto de amistad. Por este motivo los vendedores, los trabajadores de hoteles... no suelen sonreír a sus clientes.

«Para los rusos la sonrisa es una señal de disposición pernal y de simpatía hacia un ser querido», explica Mustafina. De este modo su finalidad, en primer lugar, es que comprendan el uso de este tipo de aptitudes y actitudes en Occidente, que lo asimilen y, a continuación, eneseñarles qué tipo de sonrisa es la mejor, ya que una mueca mal ejecutada puede incluso ser peor que un gesto serio. La sonrisa perfecta según la psicóloga rusa es la «Duchenne» (en homenaje al neurólogo francés) ya que involucra a los músculos alrededor de los ojos y la boca. «Las personas lo perciben como una sonrisa sincera, de lo contrario, si una persona sonríe sólo con la boca, puede identificarse como una sonrisa falsa. Es por eso que nosotros, los psicólogos, enseñamos a los conductores no sólo habilidades de para ofrecer un servicio excelente sino también cómo manejar el estrés. Esto les ayuda a evitar un desgaste profesional e implementar una comunicación positiva», asevera.

Cada día, Mustafina acude al Corporative Learning Center de Moscú donde recibe a una veintena de trabajadores del servicio público de transporte. Allí ensayan para sacar su mejor sonrisa y ellos «pillan» al vuelo los consejos de la psicóloga. «Los rusos son muy buenos estudiantes debido a que nuestro sistema educativo es muy serio en la escuela y en las universidades, por lo que los rusos están acostumbrados a respetar al formador y son responsables a la hora de aprender», matiza esta psicóloga que además asegura que tanto rusos como rusas aprenden por igual ya que la capacidad e aprendizaje depende «de la motivación y no del género». «Si la persona comprende la importancia de desarrollar cualidades profesionales o necesita utilizar nuevos logros en psicología en su vida diaria, el proceso de aprendizaje transcurre de forma efectiva y rápida», sentencia. Ella insiste en que enseñar a sonreír no es difícil y que además los trabajadores del sistema de transportes (metro y trenes) captan enseguida sus instrucciones, aunque si hay que poner algún «pero», ella coloca la mayor dificultad que muestran sus alumnos para simultanear los consejos que ella les ofrece con el desarrollo propio de su empleo. Es decir, aprenden a sonreír rápido pero les cuesta hacerlo al mismo tiempo que trabajan. «A veces el horario de los operadores es intenso y la cantidad de pasajeros en un vagón puede llegar a ser de 54 o 64 personas, así que el tiempo que tienen para relacionarse con ellos y mostrarles su mejor sonrisa es corto y optan por concentrarse en revisar los documentos en lugar de sonreír. De todos modos, yo insisto y quiero que sean maestros de la sonrisa», dice. Ella, que es muy tozuda, se desplaza incluso hasta los lugares de trabajo de sus pupilos con la «lista de verificación en mano». «Si veo que alguien no sonríe me acerco al conductor y le pregunto por el motivo de no hacerlo. Le animo y le ayudo a sacar esa sonrisa», dice.

Clases prácticas

Además de las clases teóricas utiliza varios ejercicios prácticos como el «guess emotion» (adivinar emociones), el «convey emotion» (transmitir emociones) o el «Mirror» (espejo). Con todos ellos se mejora la capacidad de reconocer las diferentes emociones de las personas. También les pone películas sobre gestos faciales y luego les pide a los trabajadores y conductores del metro que muestren diferentes tipos de sonrisas y que sean sus compañeros los que adivinen qué emoción está tratando de mostrarles. «Todos ellos prueban diferentes tipos de sonrisas y entre todos identificamos cuál es la que le va mejor a cada uno y se le enseña a utilizarla de manera práctica», asevera la psicóloga que no desiste hasta conseguir sus objetivos. La duda es si el presidente Putin también se someterá a este coaching para conseguir esbozar una amable sonrisa, aunque lo cierto es que el frío semblante del zar la ha dado muy buenos resultados en el ruedo político internacional y ejercitar su musculatura facial podría traerle daños colaterales indeseados. Musfatina, de momento, no ha recibido ninguna llamada del Kremlin.