Pacientes
¿Una práctica ética?
l ¿Hasta qué punto es habitual que un médico administre un placebo?
–Es algo normal en los estudios clínicos para contrastar la eficacia del fármaco. ¿Con fines terapéuticos? Pueden usarse como terapia de apoyo los llamados «medicamentos de complacencia: –inocuos, a dosis bajas– para las «enfermedades de sugestión»: hay pacientes que no presentan ninguna patología orgánica, sino que están sugestionados. Y, quizá por atavismo, necesitan un medicamento. Por eso, antes de darle un medicamento agresivo a un paciente en el que pesa más la cuestión psicológica, el médico le administra uno inofensivo, un «caramelo». ¿Que el paciente mejora? Estupendo. El médico tiene un fin, que es curar al enfermo. Y no debe dejar de comunicar ilusión al paciente.
l¿Por qué podemos llegar a sentirnos mejor?
–Pensemos en un paciente con úlcera de estómago. Los tratamientos no lo curan de forma directa, sino indirecta: alivian el exceso de ácido. De hecho, salvo los antibióticos, el resto de medicamentos sólo modifican funciones y las alteran. Pensemos en un martillazo en el dedo. Si no tomo un analgésico, el dolor va cediendo, porque nuestro organismo genera endorfinas. La mente es poderosa e influye en todo nuestro organismo. Lo mismo sucede con los placebos: el paciente es consciente de que toma un medicamento y pone en marcha unos mecanismos compensatorios.
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