Sociedad

Una decisión de los padres que puede condicionar la adolescencia del hijo

«Los niños, entre siete y 11 años, lo que quieren es no destacar», afirma una psicóloga

La Razón
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Los padres de Lobo tenían muy claro, desde que conocieron que era un niño, que su pasión por los lobos y lo que este animal les transmitía conformaban valores muy positivos para su primer hijo. Sin embargo, como explican algunos psicólogos consultados por LA RAZÓN, muchas veces estas decisiones las toman los progenitores sin tener en cuenta los diferentes procesos de maduración que tiene que atravesar el niño durante los cuáles cualquier rasgo que le diferencie puede marcarle. «Los niños, de entre 7 y 11 años, lo que intentan es pasar desapercibidos. Quieren ser lo más normales posibles. No destacar para no tener que afrontar posibles situaciones de burla e, incluso, de acoso», afirma Mara Cuadrado, pisicóloga especializada en técnicas de Psicoterapia cognitivo-conductual con niños y adolescentes. «Entre chavales, meterse unos con otros es algo habitual. Siempre encuentran algún motivo para ello: unos kilos de más, un defecto físico e, incluso, un nombre o un apellido poco común». Por eso, esta experta insiste en que, «cuando optamos por poner este tipo de nombres debemos asumir los riesgos que ello conlleva y que, muy probablemente, lo primero que hagan en el cole es meterse con él», afirma la psicóloga. Sin embargo, también tiene claro que, si a los pequeños se les dan las herramientas necesarias para saber defenderse, estas situaciones no tienen por qué crearles un problema a largo plazo. Es más, «puede que una vez superada esta etapa al niño le encante su nombre y se sienta orgulloso de él, pero es importante estar pendiente de él en cada una de las etapas porque el ‘‘bullying’’ está a la orden del día y afecta a muchos menores», añade.

Otro psicólogo, que también trabaja con pequeños, Valentín Martínez-Otero, sí tiene claro que este tipo de decisiones «pueden influir de alguna forma en el desarrollo del menor. No tiene por qué, pero al escoger Lobo como nombre estamos dando un condicionante más para que pueda sufrir algún tipo de acoso». No obstante, el experto también considera que puede tener connotaciones positivas: «Le puede fomentar la curiosidad y crearle, a edad muy temprana, la afición por los animales». Asimismo, todos los valores que, según los padres, le transmitirá este nombre, «dependerán del compromiso de los padres con ellos y que logren transmitírselos al pequeño». De todas formas, Martínez-Otero insiste en una cosa: «Siempre puede cambiarse el nombre».