Ciencia
La utopía de llegar a Marte en 2026
Elon Musk anuncia una inminente conquista del planeta rojo tras varios fallos de sus cohetes, pero quedan retos por superar: desarrollar naves reutilizables o producir oxígeno y alimentos
A finales de 2026. Es la última fecha que propone Elon Musk para la llegada a Marte. A bordo de su nave Starship iría el robot de Tesla Optimus, un humanoide diseñado para hacer tareas repetitivas. Tres años más tarde, en 2029, los aterrizajes podrían ya ser humanos. No es la primera vez que Musk alardea de su futura conquista marciana calendario en mano. Según recuerda la revista Forbes, «en 2016, Musk afirmó que enviaría humanos a Marte en 2024, lo cual no sucedió. En 2017, afirmó que ofrecería a ciudadanos privados viajes alrededor de la Luna en 2018, lo cual tampoco se materializó. También ha incumplido los plazos de su robotaxi Tesla Cybercab durante años».
Parte de la prensa americana ve en este anuncio una forma de publicidad tras varias decepciones y un par de explosiones de los cohetes de su firma espacial SpaceX. A pesar de los fracasos su lema de «fallar rápido, aprender rápido» parece estar funcionando porque su empresa «se ha convertido en el proveedor dominante de servicios de lanzamiento. SpaceX es una de las firmas mejor valoradas del mundo y ha recaudado 6.000 millones de dólares para sus planes espaciales. Musk está haciendo su trabajo como dirigente de una empresa que tiene que contrarrestar la opinión pública negativa y generar confianza en los inversores con estos anuncios de que son capaces. Con su filosofía de fallamos y aprendemos, Space X se ha convertido en la compañía espacial más avanzada del mundo. También hay que pensar que si este proyecto lo tuviese que desarrollar la NASA no saldría adelante. Siendo una entidad pública no se puede permitir los errores», opina David González Bárcena, profesor de la ETSI Aeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid.
Starship, la nave con la que Musk pretende llegar a Marte y a la Luna, tiene 123 metros de altura (más que la estatua de la Libertad) y está diseñada para ser reutilizable. Se ha lanzado en varias ocasiones y, a pesar de los problemas, ha conseguido alcanzar el espacio. Eso sí, de ahí a que consiga transportar personas y mercancías y recorra la distancia que separa ambos planetas para volver a la Tierra de forma íntegra y pueda volver a llevar pasajeros en vuelos casi regulares queda mucho por hacer. «Starship es un vehículo que debe, primero, soportar dos entradas atmosféricas. Las cápsulas de entrada tienen que atravesar la atmósfera marciana y la de la Tierra dos veces asegurando que la gente sobrevive en el interior y, además, según aterrice se ha de preparar para un nuevo lanzamiento. No se pueden deshacer los materiales. En la época de los transbordadores espaciales tenían meses enteros entre lanzamientos para sustituir las partes que se habían deteriorado. Es decir, que a nivel tecnológico hay muchos retos», recuerda González.
¿Es posible vivir en Marte?
En 1971, Mars 3 de la agencia espacial de la entonces Unión Soviética, tocó por primera vez el suelo del planeta rojo. La sonda tardó un año entero en llegar. Su misión era examinar el campo magnético, la atmósfera del planeta y la geología del suelo. Desde entonces han sido varios los lanzamientos con destino Marte y varias las sondas que trabajan en el planeta. Una de los últimas es el Perseverance de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), que trabaja allí recogiendo muestras. Incluso China cuenta con un rover allí que aterrizó en 2021. Eso, a pesar de que el país entró en la carrera espacial tarde, en 2004 enviaba por primera vez un astronauta al espacio.
Gracias a décadas de trabajo sabemos lo que una misión tripulada encontrará allí y la dificultad que entraña el sueño de Musk de contar con una colonia humana de un millón de personas en 2040. Un sueño o «pura necesidad si ocurre algo terrible en la Tierra», como ha llegado a declarar en varias ocasiones. Tormentas de polvo periódicas que pueden durar meses; temperaturas que pasan de ser gélidas a alcanzar los 140 grados Celsius; una atmósfera con un 96% de dióxido de carbono; una gravedad que es un tercio la de la tierra; suelos desérticos y de tipo volcánico, y solo una sospecha de que puede haber agua bajo la corteza. Habría que desarrollar habitáculos en cuyo interior sea posible cambiar el aire (diseños hay varios, de SpaceX incluidos). También se ha barajado el uso de paneles solares o energía nuclear para generar electricidad, producir agua y alimentos. «La película The Martian es un reflejo bastante realista de lo que puede ser una colonia en Marte, al final estás en una atmósfera en la cual no puedes sobrevivir, necesitas protección tanto térmica como radiactiva para poder salir a la superficie. Hay que crear módulos para aislarse de la radiación solar ya que la atmósfera es mucho más fina. Además, hay que buscar una manera de generar alimentos y de producir oxígeno a partir de sustancias que podamos encontrar allí, como puede ser el agua oel hielo. A partir de ahí montar una base autosuficiente y previamente enviar material y herramientas», dice González.
En cualquier caso, la primera fase de esta nueva carrera espacial es volver a poner al hombre en la superficie lunar. «El foco está puesto principalmente en nuestro satélite, aunque una parte sea con vistas a poder llegar luego a Marte, sobre todo interesa en sí misma tiene. Hay semiconductores, titanio, helio y otras materias que escasean en la Tierra y que despiertan gran interés para su explotación minera. También interesa aterrizar en los polos del satélite, principalmente porque hay hielo. Si queremos tener una base permanente allí es lógico que se quiera llegar a estas zonas. En esta carrera hacia la luna encontramos a EE UU (con su programa Artemis) y China. Son los grandes competidores. La Nasa se apoya en SpaceX para llegar y, aunque han anunciado que antes de 2030 alunizarán, parece complicado que lleguen antes de la siguiente década. Tener una base permanente en la Luna, en unas condiciones de habitabilidad muy complejas, es un paso previo a Marte. A demás para llegar allí es posible que haya que hacer un repostaje en órbita, es decir que no lancemos directamente el cohete desde la Tierra hasta Marte, sino que aprovechemos la órbita terrestre y luego la lunar, se alunice para repostar y de ahí se vuelva a salir», dice González. Y es que el combustible y el tiempo de misión a bordo también son un reto. Las misiones Apolo consiguieron llegar en pocos días a la Luna (al Apolo 8 tardó solo tres días), pero para llegar a Marte se requieren entre 7 y 10 meses de viaje. Si además se quiere ir más allá como ya plantean algunas agencias espaciales se requieren años. Para Júpiter, siguiente planeta en la lista, se necesitan cinco o seis años.
Una nueva carrera espacial
En plena Guerra Fría, el récord de vuelos orbitales se produjo en 1984 con 129. En 2005 únicamente 52 cohetes se pusieron en órbita. Sin embargo, desde 2020 hay un verdadero boom: de los 135 de 2021 hemos pasado a 259 en 2024. De ellos SpaceX realizó 134. La empresa de Musk se ha convertido en líder absoluta pero ¿asegura eso la supremacía americana? Hay varios factores a tener en cuenta. Uno, que el secretismo de China impide conocer en qué punto está y dos, la política de los EE UU. Aunque Trump haya mostrado su entusiamo por Marte en el inicio de su mandato, ha suavizado el tono en las últimas semanas, luego está por ver si se sigue reduciendo el presupuesto de la NASA. Durante el programa Apolo contaba con un 40% del presupuesto nacional. Ahora recibe menos del 0,5 %. También en el aire la relación de Musk con la Administración Federal de Aviación a la que acusa de regular en exceso a SpaceX por preocupaciones ambientales y de seguridad y posibles conflictos de intereses.