Aviones
Así funciona el “merengue” que hará que los aviones suenen como un secador
Un aerogel de grafeno ultraligero promete reducir el ruido de las turbinas en hasta 16 decibelios
Quien vive cerca de un aeropuerto sabe que el rugido de un avión al despegar no es precisamente música para los oídos.
El ruido de las turbinas se ha convertido en una forma silenciosa de contaminación que afecta a millones de personas y que, según la OMS, roba 1,6 millones de horas de vida saludable cada año en Europa occidental.
El merengue que silencia aviones
En la Universidad de Bath creen haber encontrado una solución inesperada: un aerogel de grafeno tan ligero que parece un merengue hecho para hacer una tarta.
Con apenas 2,1 kilos de peso, este material promete reducir el ruido de las turbinas en hasta 16 decibelios.
Para que se entienda, el sonido de un avión podría acercarse más al de un secador de pelo que al rugido metálico que conocemos.
Para ello, los investigadores mezclaron óxido de grafeno con un polímero, lo batieron y lo congelaron hasta lograr una textura porosa, similar a la de un panal de abeja.
El resultado es un material ultraligero, con gran proporción de aire, capaz de aislar acústicamente sin añadir peso significativo a la aeronave.
Además, ofrece ventajas extra como blindaje electromagnético y disipación de calor, lo que abre la puerta a futuros usos en la construcción.
El responsable del proyecto lo explica con una metáfora culinaria muy correcta, diciendo que será como batir claras al punto de nieve.
Y, igual que el merengue protege un helado del calor del horno en el clásico soufflé Alaska, este aerogel protege a los pasajeros y a las ciudades del ruido de las turbinas.
Pero este experimento no es algo que nos pille por sorpresa, ya que en el siglo XIX, el físico Benjamin Thompson Rumford demostró las propiedades aislantes del merengue en sus experimentos, sentando así las bases de la termodinámica moderna.
Ahora, dos siglos después, ese mismo principio inspira un avance que podría cambiar la experiencia de volar y la vida en las ciudades.
Si todo sale según lo previsto, el “merengue” de grafeno podría empezar a utilizarse en apenas dieciocho meses.
Y quizá entonces, cuando un avión sobrevuele tu casa, el sonido no te despierte con un estruendo, sino con un susurro discreto.