Estafas

Vuelve el timo del botón rojo

Una estafa dirigida a personas dependientes que se aprovecha del servicio de teleasistencia 112

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Afecta principalmente a personas mayoresRottonaraRottonara

El servicio de teleasistencia del 112, diseñado para proporcionar atención de emergencia (las 24 horas del día y todos los días del año) a personas mayores, discapacitadas o dependientes en situaciones de riesgo, ha demostrado ser una iniciativa muy útil. Y, aunque cada vez más gente comprende cómo funciona y qué puede solicitar este servicio de nuestra parte, hay quienes se aprovechan para realizar estafas, sobre todo con personas mayores como víctimas.

En este caso el timo es conocido como el del botón rojo y es nuevo por ello la policía advierte cada tanto, de su regreso. El engaño es sencillo. Quienes utilizan este servicio tienen en su dispositivo un botón rojo conectado que pueden pulsar en caso de emergencia, como una caída, una pérdida de gas, un robo… Gracias a ello se comunican directamente con un operador que recibe la información, evalúa los riesgos y, si fuera necesario, envía la ayuda correspondiente al usuario sin tener que solicitar muchas información personal.

Los estafadores siguen varias estrategias para ello. La primera es realizar llamadas aleatorias para saber si son usuarios del servicio. Si la respuesta es afirmativa, les hacen preguntas hasta establecer una relación de confianza y luego les piden datos personales, como nombre completo, domicilio, fecha de nacimiento y, aquí viene lo más grave, los datos bancarios.

Con esta información intentan realizar un cobro mensual por algún servicio, sin que el usuario lo sepa. Puede que la cifra no sea muy alta, para no alertar rápidamente al usuario y estafarlo durante meses. Pero si se suman cientos de usuarios estafados, el total es muy alto.

Hay que tener en cuenta que ni los bancos, ni el servicio de teleasistencia del 112, ni Hacienda ni nadie en realidad, nos debería pedir información por teléfono o por internet sobre nuestro banco o solicitar datos personales. De hecho, dependiendo del caso, es la persona o empresa que llama quien debe proporcionar dicha información para confirmar que está hablando con la persona adecuada. Y, aún así, también podemos desconfiar.

Los datos los pueden obtener fácilmente escuchando conversaciones en un bar, viendo el buzón de correos o siguiéndonos en redes sociales. Desafortunadamente no es tan complejo. El problema es que muchas personas mayores viven solas y el contacto de “alguien que les conoce” les hace confiar y los vuelve más vulnerables a este tipo de ataques.

En el hipotético caso de sospecha de haber caído en este tipo de engaños, lo más sencillo es llamar al 112, avisar de la situación y también hablar con el banco lo antes posible. Y recordar que nunca hay que dar datos personales por teléfono.