Juego de Tronos
Michele Clapton: «Pocas veces he tenido tanta libertad como en ‘‘Juego de tronos’’»
Es diseñadora de vestuario y su máxima es que los trajes son una extensión de los personajes. Solo hay que comprobarlo con Sansa Stark y Daenerys
Podría ser una pregunta del Trivial para seriéfilos con ansias de doctorarse en eso de deglutir series: ¿Qué tienen en común «Juego de tronos» y «The Crown»? Aparte de ser dos de las series más populares de los últimos años, la respuesta más fácil, que no evidente, es que comparten a la diseñadora de vestuario Michele Clapton, que ha estado en Madrid para la inauguración de la exposición de la ficción de HBO que aún se puede ver en IFEMA. La elegancia a una diseñadora de vestuario se presupone, con Clapton se confirma. Con seis premios Emmy en su haber tiene el mérito de crear el universo estético de Jon Snow, Daenerys, Sansa Stark y Tyrion Lannister.
–Visitó Madrid para buscar inspiración para «Juego de tronos», ¿qué buscaba?
–Primero indagué en talleres de Londres para recrear Invernalia, pero me faltaban referencias para Desembarco del Rey. Hablé con María Cornejo porque era un universo con muchas etnias diferentes. Me encontré, además de las telas y texturas, un montón de vestuarios para otras películas... y me inspiré en el gran almacén que tienen.
–¿Cómo se documentó para una producción que no es histórica, sino que es una ficción por muy realista que pareciese?
– En el clima. En el norte hace frío, se presupone que no hay rutas comerciales, no hay comercio. Presupuse que por el frío no llevarían armaduras de metal, serían de cuero, además de pieles de animales. Incluso utilicé alfombras de Ikea. En cambio, en Desembarco del Rey es todo lo contrario, hay más intercambio cultural, lo que trae consigo más variedad de telas, texturas,... La diversidad era su patrimonio y así quise mostrarlo. Pocas veces he tenido más libertad que en «Juego de tronos».
–¿Optó por el realismo o la fantasía?
–¿Por qué elegir? En el Norte está claro que hay más referencias medievales. En cambio, en Desembarco del Rey me permitió más libertad y pude incluir referencias persas, chinas y japonesas.
–¿Cuál es el traje más icónico de «Juego de tronos», el que quisiera que se recordara?
–Me quedo con dos: el vestido de la coronación de Cersei Lannister, en el final de la sexta temporada y el de Sansa Stark, porque son dos momentos muy claves. En el caso de Sansa sigue el espíritu de la narración y de su personaje. Me encantó ver cómo se apretaba su vestido, envolviéndolo en cinturones y abrochándoselos porque para ella es la forma de decir que se está protegiendo del exterior, blindándose, que nadie la iba a tocar jamás.
–¿Cuál ha sido el personaje al que le ha costado más diseñar su vestuario?
–Daenerys, porque su evolución es la más compleja y también, si se quiere interpretar así, la más contradictoria. Había que crear códigos nuevos, inventarnos. Por ejemplo, su último traje tenía que ser muy simbólico. Era necesario que estuviese ligado al fuego y los dragones, por lo que el estampado lo hicimos con cuero que previamente había sido quemado.
–¿Siente que los diseñadores de vestuario son los hermanos pobres de la industria?
–No, los actores valoran mucho nuestra labor, pero entiendo que a los espectadores les pase inadvertido. Esa es nuestra obligación. El trabajo que hacemos tiene que ser invisible.
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