Entrevista

Jaime Lorente y Belén Cuesta sobre “Cristo y Rey”: «Fue un viaje muy rápido hacia el maltrato y la oscuridad»

Los actores se ponen en la piel del domador y la vedette

Cristo y Rey
Cristo y ReyAtresmedia

¿Es complicado interpretar a alguien a quién se puede llegar a odiar (Ángel) o a admirar (Bárbara)?

Jaime Lorente: Ha sido muy complicado, los dos personajes, de interpretar, porque nos hemos metido en terrenos muy oscuros. Hay que tener mucho cuidado también y parar, y no llevarte estos personajes a casa, con estas vidas tan terribles. Ha sido una gran oportunidad el poder interpretarlos, pero ha sido complicado.

Belén Cuesta: Para mí sí es fácil admirarla, sobre todo cuando la conoces. Lo interesante es descubrir a una mujer que es muy opuesta luego a su personaje público. Esto hace que me atraiga mucho más. Ha sido más difícil el acercamiento de intentar hacer un poco de justicia a todo lo que pasó; de poder ser un poco fiel a lo que ella sintió, a todo ese horror que vivió. Lo duro ha sido más eso, meterme en su piel en según qué momentos de su vida. Pero sí que ha habido fascinación con la historia de ella en concreto.

¿Cómo se construye el arco de personajes tan amplios?

B.C.: Ha sido un rodaje complejo en ese sentido, porque fue poco tiempo. Hubo días que hemos tenido que rodar capítulo uno y luego capítulo siete y en mitad algo. Sí que teníamos que tener muy clara la historia que se iba a contar y todo lo que ha pasado, porque a lo mejor en un mismo día tenías que contar una escena del principio y luego una escena de maltrato horrible. No hemos dejado de tener la historia muy presente.

J.L.: Además, cada cosa que les pasaba a ellos era un granito y un hito de la serie. A lo mejor es la secuencia que cambia todo.

B.C.: Y te ayuda a entender que fueron dos personas que se enamoraron, y les dio como un golpe de amor muy fuerte y muy rápido. Y fue un viaje muy rápido en todos los sentidos: hacia el maltrato, hacia la oscuridad...

¿Qué pregunta haríais, si pudierais, a vuestro personaje?

J. L.: Siempre me cuestiono en estas historias que la droga aparece en su vida y todo se vuelve un infierno. Y pienso, joder, ¿dónde estaba el último paso en el que él podía echar para atrás? ¿Sabes a lo que me refiero? Si lo tenía localizado, por lo menos. Si sabe cuando podría haberle dado la vuelta a la situación. Ya no lo del maltrato. Hablo de él, de esa dependencia que tenía con las drogas, de ese infierno en el que se metió él mismo y a los de a su alrededor.

B.C.: Yo creo que le he preguntado muchas cosas y ella me ha contado muchas también. No es una pregunta, pero una de las cosas que más me gustó de hablar con ella fue hablar un poco del miedo: del que sentía hacia él, pero también del miedo del juicio. De cómo eso quizá hizo que se quedara ahí. Sobre eso sí hablamos y fue muy interesante

¿El espectador notará la ficción añadida?

J. L.: Fíjate, yo creo que no. A no ser, que haya gente que conozca su vida muy, muy, muy bien. Pero es que hay cosas ficcionadas y cosas que a lo mejor en orden también están dadas la vuelta y colocadas en otros lugares para que tenga sentido.

B.C.: Yo creo que sí, que la serie está muy vestida de ficción y al revés. Va a pasar que mucha gente va a decir todo es ficción y va a ver, a lo mejor según qué diálogos, que piensan que es verdad. Según qué personaje conocido, puede oler a ficción pero lo real se va a colar como ficción.

Bailes, canciones, números de circo... ¿cómo han sido las exigencias mentales y físicas?

B. C.: Afortunadamente tuve ayuda, porque si no, imagínate, yo que me he criado en chanclas, tener que bailar en tacones... He tenido una coreógrafa maravillosa y una profesora de canto. He tenido que hacer muchas cosas que son muy ajenas a mí y que he tenido que aprender en poco tiempo. Hubo un trabajo no solo de guion.

J. L.: Yo lo he tenido más sencillo, porque los momentos circenses eran muy concretos. Entonces, esa parte ha sido divertida.