Docuserie
La obsesión de ser dueño de casi 5 millones de euros
«Se busca millonario», más que desvelar el ganador del premio, descubre el corrosivo efecto del dinero en la sociedad
El pasado viernes 7 de julio HBO Max estrenó “Se busca millonario”, una docuserie de periodismo de investigación que intenta desentrañar el caso ocurrido el 30 de junio de 2012, cuando un billete de la Primitiva, sellado cuatro días antes en una superficie comercial de A Coruña, resultó agraciado con 4,7 millones de euros y que, más de una década después, sigue sin tener un ganador, pues al boleto le han salido más de 300 propietarios,mientras la justica investiga a seis personas por el presunto delito de apropiación indebida.
Sin duda, los distintos elementos que rodean el caso lo hacen muy suculento para cualquier trama televisiva, pero las directoras Noemí Redondo y Susana López Raña optaron por tratar la realidad con asepsia quirúrgica, pues esta, por sí misma, supera con creces cualquier elemento de ficción o efectos especiales que pudiera añadirse en un género diferente a la miniserie documental.
Y es que, más allá de la búsqueda del verdadero propietario del billete premiado, «Se busca millonario» se convierte en un thriller psicológico que hace que el espectador se cuestione el verdadero poder corrosivo del dinero en la sociedad. «La primera sensación que tienes es que es imposible que todos puedan creer que este boleto es suyo. Son más de 330 personas. Unos tienen que estar mintiendo, otros buscarán a ver si cuela, pero una vez que estás delante de ellos, que los escuchas, te das cuenta de que hay un sufrimiento. Muchos llevan años sin poder dormir, con ansiedad, angustia, varios han enfermado, otros se han gastado mucho dinero... Entonces te das cuenta de que de verdad creen que el billete es suyo. Al menos aquellos a los que entrevistamos. Es una de las razones por las que creo que, aunque este caso se solucione y se encuentre al ganador, el resto nunca quedará tranquilo. Son muchos años comiéndose la cabeza», cuenta Susana López Raña a LA RAZÓN.
Dice Noemí Redondo que el caso ha generado una obsesión en las personas que están reclamando el premio «y hemos intentado plasmar esa obsesión en el documental con mucho respeto. También la vergüenza. Es una historia tan rocambolesca que hay muchas personas que, como no tienen pruebas, les cuesta exteriorizar e insistir en que el boleto es de ellos, porque a muchos les ha costado que su entorno los señale o no les crea, han sufrido bullying, y mantener esa verdad durante diez años, sin que nadie te crea, te lleva a la soledad. Algunos han optado, por esta razón, por no decírselo a nadie. Por eso, incluso, hemos tenido que cambiar algunos nombres y ocultar algunos rostros de demandantes». «No nos olvidemos de que es un caso real”, recuerda Susana, «son personas normales y corrientes, hay un ingeniero, una abogada, empresarios, autónomos, hay perfiles de todo tipo, con sus familias y sus trabajos quienes están viviendo un verdadero drama».
Para entender mejor el caso y todas las circunstancias que lo rodean, las directoras han dotado a la serie de elementos cinematográficos para hacerla más atractiva, «usamos un grafismo que pretenden ser las notas del periodista Alberto Mahía, que nos guía como narrador. Y la puesta en escena es muy oscura porque hay sufrimiento. El plano cenital es un mapa, donde aparecen relacionados todos los espacios que influyen en este caso, el ayuntamiento, las administraciones de lotería, una plaza central, que es donde reunimos a los demandantes», cuenta Noemí y añade Susana, «también quisimos representar el juego, por eso las fichas. Todos están jugando, están compitiendo. Y pretendemos que el espectador también pueda jugar, que vayan descartando a los demandantes».
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