Estreno
«Platonic»: la amistad sin contención
Apple TV+ estrena la segunda temporada de esta ácida comedia sobre la amistad creada por Francesca Delbanco y Nicholas Stoller y protagonizada por Seth Rogen y Rose Byrne
Habíamos dejado a Will y a Sylvia después de 10 episodios de «Platonic» con sus vidas separadas por kilómetros de por medio. Cada uno había aceptado que sus vidas enfrentarían cambios fundamentales en sus vidas y sin saber si su amistad podría sobrevivir a ellos y a la distancia. Desde ese punto de partida, vuelve hoy la serie creada por Francesca Delbanco y Nicholas Stoller, con una segunda temporada a Apple TV+. Más demostraciones del poder del amor en la amistad.
Recordemos que nuestros protagonistas son Will (Seth Rogen), que parece haber evolucionado, y aunque su ropa y su pelo sigan dejando mucho que desear, se ha lanzado a un trabajo nuevo en San Diego y ha comenzado una relación que rápidamente se tornará en seria; y Sylvia (Rose Byrne), ama de casa con tres hijos y un marido ideal, Charlie (Lucas Macfarlane). Ambos tienen una relación de amistad desde la universidad y se enfrentan a la crisis de mediana edad con armas poderosas que incluyen el humor y la locura. Después de juguetear con cambiarse el color del pelo, hacer el ridículo en público y drogarse juntos, parece que una cierta seriedad ha llegado para instalarse en sus vidas. Nada más lejos de la verdad.
Por si hubiera alguna duda de en qué punto están, una conversación de ambos con el avistamiento de un ovni vuelve a traer a la pantalla su increíble relación, que tendrá que resolver varios nuevos desafíos. Uno de ellos es la duda existencial de Sylvia sobre su trabajo, que acabará convirtiéndose en una nueva aventura ligada a la organización de eventos. Tras un año sin verse, el reencuentro vendrá motivado por el compromiso de Will con su novia Jenna (Rachel Rosenbloom), una exitosa empresaria en varios idiomas. Además, Sylvia se meterá en el fregado de organizar la boda de su amigo y su chica, lo que incluye trompetas y un carruaje. Por su parte, Will ha empezado una aventura en solitario con una nueva empresa de cervezas, pero también con cambios que incluyen trabajar para su novia y jugar al golf. Todo es tan disparatadamente aparente que los choques de ambos protagonistas se transforman en obras de arte. Rogen y Byrne son dos monstruos de la actuación y sus momentos juntos son para sentirse muy celoso. Él sigue siendo un elemento de cuidado, pero con una pátina de aparente normalidad y necesidad de encajar, lo que provocará de nuevo la reacción desmedida de su amiga, que encuentra en la contención la mayor genialidad de la actriz. Por su parte, Byrne no da un paso atrás en sus derivas, aunque eso signifique empezar a desencantarse de su marido aficionado al «Jeopardy». Completan el reparto Carla Gallo, Tre Hale y Andrew Lopez, entre otros.
La serie no ha perdido ni un ápice de todo aquello que ha hecho posible una renovación. Los diálogos están en sintonía perfecta con un ambiente en el que no faltan críticas a las locuras que hacemos y las decisiones que tomamos con cierta edad, y en la que aún queda un poso de juventud. Algunas escenas son impagables, como la búsqueda del champán perfecto para gustar a un suegro, Veuve Clicquot, y que Will pronuncia con un contundente acento francés absurdo: «Voove». O la incongruente cena a cuatro partes que resulta tan incómoda que hay que reírse. También algunas tramas secundarias harán presencia en la historia, pero sin desviarse del todo de la meta final, aunque en lo referente a Charlie se deshace un poco la figura de referencia seria para tanta locura como contrapunto al dúo Will/Sylvia.
La serie sigue siendo la mejor para seguir debatiendo sobre los límites de la amistad platónica entre un hombre y una mujer heterosexuales. Podemos certificar que hay amor entre ellos, pero no ese romanticón que el espectador inexperto espera que explote en cualquier momento cuando se enfrenta a los primeros episodios de la temporada 1, sino uno basado en el respeto, el desprecio, la ironía, la voluntad y el cariño. Por eso cuando Will y Sylvia se juntan cualquier cosa puede pasar con una explosión de hilaridad, carcajada, asombro y hasta vergüenza ajena. La amistad, al igual que en teoría el matrimonio, es para las duras y las maduras por mucho que nos pese. Y también el distanciamiento sirve de cura tras una pelea cuando dos opuestos muy parecidos chocan en el centro de un conflicto.
«Platonic» es un ejemplo muy poderoso de la deriva del ser humano causada por los problemas más mundanos y cómo cada cual se enfrenta a ellos, encontrando aliados en los sitios más insospechados.
Dos maestros del «slapstick»
►Los actores Seth Rogen y Rose Byrne demuestran una maestría absoluta en el arte del «slapstick» dentro de «Platonic»: su sincronía y arrojo físico convierten cada escena absurda en una joya inesperada. Desde caídas coreografiadas hasta peleas con mangueras o robots de delivery, logran que el humor visual nunca se sienta forzado, sino profundamente humano. Ambos entienden que el «slapstick» requiere «timing», vulnerabilidad y una entrega sin miedo al ridículo. Juntos, revitalizan el género al mezclar carcajadas físicas con una ternura real, recordándonos que la comedia más explosiva surge de la amistad y la imperfección compartida entre ambos.