Colmenar

Intento de robo de Luque en la sólida tarde de Urdiales

El riojano corta tres orejas, dos a un toro de vuelta y Perera, una, en Colmenar

Urdiales, en un natural al primero de la tarde que fue premiado con la vuelta al ruedo
Urdiales, en un natural al primero de la tarde que fue premiado con la vuelta al ruedofotoLa Razón

Apenas dio tiempo a acomodarse cuando empezó todo. Era el primero, el primero de Urdiales y de la tarde cuando al animal de Zacarías Moreno le dio por embestir con mucho ritmo y extraordinaria calidad y tener la suerte de caer en las manos del torero de La Rioja. Es verdad que nos ocurrió todo como si estuviéramos dormidos todavía, recién llegados de todo y de nada, desperezándonos de las mil y una obligaciones que habíamos tenido que dejar para llegar hasta aquí. El toro tuvo nobleza, buen tranco y franqueza y armonía la muleta de Urdiales que se fue compactando según avanzaba la labor, como si cada tanda fuera microrrelatos de una historia que tuvo su desenlace sin lugar a dudas en la última a pies juntos y al natural. Los más lentos, macizos y profundos de toda la faena. La estocada de puro convencimiento fue el preámbulo al doble trofeo y la vuelta al ruedo para el animal.

Perera sin suerte

Perera se las vio con un bis, que tampoco le dio mayores glorias. Al paso y desentendido del muletazo. El toro, del mismo hierro, que sustituyó al titular, no tuvo grandes honores. Perera anduvo con decoro y lo mató con prontitud.

A peor iba la tarde cuando salió un tercero que no se tenía en pie, y así la faena de Daniel Luque que, ante un ejemplar así, rozaba lo imposible.

No pasaron buen rato los banderilleros con el cuarto. Con Diego vino la paz. Y el toreo. Poco a poco. Trabajado con el único fin de gozarlo. Los naturales, encajados y a la cadera, despacio todo. El toro colocaba bien la cara y tenía fijeza. Tenían ellos dos un lenguaje propio que, sobre todo por el pitón zurdo, lograron entenderse a la perfección. La falta de empuje del toro la resolvió Urdiales con torería. Los ayudados a dos manos, rodilla en tierra, fueron una pintura. Sobraba la música, porque el compás lo marcaba el público y no eran olés, era otra cosa, como si el sonido saliera del estómago. Sonó el pinchazo y el aviso casi a la vez, y las palmas de la rabia. La faena merecía mejor final, aunque la estocada, ladeada entró a la segunda, y el trofeo. La faena había sido otra cosa.

Apuntó alto Perera en el quinto desde el principio. Ya en el quite ajustado o ese comienzo de muleta en el que estaba petrificado sobre la arena y tremendamente templado. Impresionaba y transmitía, como si se presintiera que algo grande estaba por venir. Y así fue mientras duraron las bondades del toro. Cuando se paró bajó la emoción de la faena, pero la estocada efectiva le entregó un justo trofeo.

La faena de Luque al sexto estuvo llena de intermitencias y también de tremendos muletazos. Muchos sucios, pero los que cuajaba resultaban extraordinarios. Tanto como para hacerse un hueco en la tarde de Urdiales. El toro tenía cosas buenas con ese punto de bronquedad. Ayer se toreaba en Colmenar. Cosa buena.

Ficha del festejo

COLMENAR VIEJO (MADRID). Se lidiaron toros de la ganadería de Zacarías Moreno. El 1º, extraordinario y premiado con la vuelta al ruedo; 2º, de la misma ganadería lidiado como sobrero, al paso y desentendido; 3º, desfonfado y deslucido; 4º, a medio gas por el derecho y buen pitón zurdo; 5º, de buen juego y a menos; y 6º, noble pero bronco. Media entrada.

Diego Urdiales, de habano y oro, estocada (dos orejas); pinchazo, estocada ladeada (oreja).

Miguel Ángel Perera, de canela y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada (oreja).

Daniel Luque, de rosa y oro, estocada (silencio); aviso, dos pinchazos, estocada (ovación).