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Crónica de una tragedia: cornada desoladora de Mariano de la Viña

El banderillero de Ponce sufrió una cogida espantosa y está en la UCI: las próximas horas son decisivas.

Crónica de una tragedia: cornada desoladora de Mariano de la Viña
Crónica de una tragedia: cornada desoladora de Mariano de la Viñalarazon

El banderillero de Ponce sufrió una cogida espantosa y está en la UCI: las próximas horas son decisivas.

Pasadas las nueve de la noche del domingo una ambulancia trasladaba a Mariano de la Viña de la plaza de toros de Zaragoza al hospital Quirón de la ciudad maña entre la angustia de familiares y amigos. El ambiente era de tragedia. Faltaba oxígeno en el ambiente. Así se había vivido desde que el cuarto toro de Montalvo se cruzó en el camino del banderillero de Enrique Ponce. Fue todo tan rápido, que cuesta echar la memoria para atrás, retroceder en la brutalidad, pero las imágenes bloquean gran parte de las ideas. La violencia con la que el toro cogió a Mariano hizo que ya en el primer envite se deshiciera de él para dejarle inconsciente y malherido. Quedó inerte sobre la arena y el toro volvió al acecho una y otra vez. Un boquete le había dejado a la altura de la femoral, la misma que le arrancó. Eso lo sabríamos después. Horas después incluso. Se lo llevaron a la enfermería con una urgencia tremenda, porque al cuerpo inerte de Mariano de la Viña le esperaba tres paradas cardiorespiratorias y una pérdida tremenda de sangre. Tanta que requirió de transfusiones para sacarle adelante. Lo prioritario fue mantenerle con vida. Estabilizarlo. Y luego hacer frente a ese boquete que Alberto Álvarez, matador de toros, taponó con su propio puño. Le había arrancado la femoral. Pero no acababa ahí la cosa. Una cornada en el glúteo complicaría el parte que tardó muchas horas en llegar.

La gente, los compañeros, amigos, la profesión se arremolinaron a las puertas de la enfermería una vez acabado el espectáculo. Allí fue a parar también Miguel Ángel Perera, el mismo que sacó arrestos para, rastrillo en mano, intentar hacer desaparecer la sangre que su compañero había arrojado sobre la arena. Perera cayó herido en el sexto. De gravedad. Lo supimos también después. Tuvo que esperar. Mariano se debatía ahí dentro entre la vida y la muerte y todo debía esperar.

Una vez estabilizado, con lo mínimo, el doctor Val Carreres, que es un mago de la cirugía taurina, decidió trasladar a los dos toreros al hospital Quirón de Zaragoza. Largas horas esperaban después. La noche fue eterna. Allí en el hospital. En la soledad, en los silencios, reviviendo imágenes terribles que pertenecen ya a la memoria colectiva. Alrededor de las tres de la mañana acabó la intervención de Mariano de la Viña y fue trasladado a la UCI. Las próximas horas son vitales para la evolución del torero.

A Miguel Ángel Perera también le intervinieron en el mismo hospital y le subieron después a planta. El extremeño evoluciona con normalidad, pasando la noche sin fiebre. Una recuperación que constató el propio Val- Carreres.

Los partes médicos tardarían en llegar y cuando lo hicieron a mediodía de ayer, eran absolutamente desoladores. El de Mariano de la Viña reflejaba dos heridas por asta de toro y el traumatismo craneoencefálico. «Una de las heridas a nivel del triángulo de escarpa derecho con orificio de entrada de 12 centímetros y dos trayectorias, una ascendente de 27 centímetros que arranca la femoral superficial y rompe en su porción distal la arteria iliaca interna. Con rotura de los músculos sartorio y aductor mediano penetrando en espacio retroperitoneal y una segunda herida por asta de toro a nivel de la región glútea izquierda con orificio de entrada de 8 centímetros y trayectoria hacia delante de 22 centímetros que penetra por la escotadura ciática alcanzando el espacio situado entre recto y vejiga tras arrancar la arteria iliaca interna izquierda en su origen. Traumatismo craneoencefálico pendiente de diagnóstico por la imagen. El herido ingresa en la enfermería en situación cataclísmica, inconsciente, con una hemorragia de gran intensidad. Pronóstico muy grave».

Un auténtico parte de guerra que convierte el que Mariano de la Viña esté con vida en un auténtico milagro.

Asimismo, también reviste gravedad la cornada de Perera, que fue atendido de una cornada en el «tercio medio-inferior de la cara posterior del muslo izquierdo con orificio de entrada de 7 centímetros y dos trayectorias, una ascendente de 20 centímetros, que dislacera fibras de los músculos isquiotibiales y otra externa, de 4 centímetros, que se pierde en el tejido celular subcutáneo. Pronóstico grave».

Tarde durísima la que cerró el último festejo de la Feria del Pilar y que deja en el desarrollo de las próximas horas toda la incertidumbre sobre la evolución de Mariano de la Viña.