Toros
Digno debut de Rocío Romero
Perdió la Puerta Grande por la espada como Téllez y Toñete con una buena novillada de El Parralejo en Vistalegre
VISTALEGRE (MADRID) Última de la Feria de Invierno. Novillos de El Parralejo, bien presentados y de buen juego. El 1º, franco y de buen pitón izquierdo; justo de poder, el 2º, muy bueno y con clase, el 3º, encastado y tardo, el 4º, de buen juego, el 5º, noble, humilla pero justo de poder, y el 6º, noble repetidor y flojo. Un cuarto de entrada.
Toñete, de burdeos y oro, dos pinchazos, estocada corta, aviso (saludos); estocada baja (oreja).
Ángel Téllez, de blanco y oro, dos pinchazos, estocada corta, cuatro descabellos, aviso (saludos); pinchazo, estocada (oreja).
Rocío Romero, que debutaba con picadores, de rosa y oro, estocada baja (oreja); tres pinchazos, media, dieciocho descabellos, dos avisos (saludos).
Con «Pamplonica» llegó el debut, como llegan los sueños, que de vez en cuando se cumplen. Se celebran. Se festejan y quedan grabados ya para los restos. No hay quién lo quite, ni tan siquiera el paso del tiempo. Rocío Romero ha debutado esta tarde con caballos en Vistalegre. El primer peldaño de una profesión de dureza extrema, bien lo saben todos aquellos valientes que se enfundan un terno de luces, y los que algún día soñaron con ello. El regalito, el del toro, el del momento, vino envenenado cuando a Roberto Ortega, que ponía el tercer par de banderillas, le prendió de manera espantosa. Y el novillo tenía codicia para hacer presa. Y lo hizo. Rota la chaquetilla, en la arena, el pitón rozó la tragedia una y otra vez. Un espanto. Se olvidaron pronto los malos presagios que acompañan a las cogidas y se decidió la novillera a torear. El toro tuvo casta, era un viaje importante, y también punto tardo, por lo que ralentizaba una faena resuelta de la cordobesa, que remató con una estocada baja de efecto fulminante y paseó el primer trofeo de la tarde.
Cerraba la tarde aquella mujer de 19 años que un día decidió cambiar la gimnasia rítmica por la locura de lancear a un toro. Y fue el sexto un novillo noble y repetidor y falto de fuerzas. Muy centrada con el de Parralejo y al natural sacó buenos momentos. Dejaba llegar al novillo y lo toreó con temple, verticalidad y relajo. Desprendida de la tensión se le vio a gusto y capaz, también en los circulares que epilogaron la faena. Fácil ante el novillo y disfrutando de la magia de estar allí. El descabello cerró la Puerta Grande y la puso contra las cuerdas al escuchar dos avisos. Aún así prevalecía la puesta en escena de quien acaba de llegar.
Toñete durante la faena de muleta
Toñete lanceó con torería en el saludo de capa a la verónica y lo ralentizó después en el quite con el primero. Tan lento que nos dio tiempo a paladearlo. Así su toreo después al noble novillo de El Parralejo (que buena novillada), que abrió plaza al mismo tiempo que ilusiones, con un pitón izquierdo de esperarlo y disfrutarlo, justo de poder. Eso hizo en una faena demasiado larga alternando el toreo por ambas manos. De buen juego fue el cuarto, novillo repetidor y de largo viaje. Toñete se gustó en el prólogo de faena, con sello personal, y casi al final cuando logró el toreo más ligado. Entre una cosa y otra en busca de la consistencia. La estocada, baja también, le dio el pasaporte para el trofeo.
Ángel Téllez realizando un quite
«Cañamero» fue novillo para olvidarse. Nos lo enseñó Juan Navazo en tres lances sensacionales. Viajaban uno y otro, y el toreo como un fogonazo que es capaz de quemar. De rodillas comenzó Ángel Téllez la faena para ponerse pronto de pie. Ahí estaba el toreo. Se encontró con él en la primera parte de la faena, hasta el infinito viajaba el toro por uno y otro pitón. Mediado aquello se fue viniendo abajo, las cercanías no sentaron bien al novillo. Téllez, por su parte, se reencontró con unas bernardinas de las que salió prendido. E ileso, que ya es mucho. Precioso fue el toreo de capa que hizo al quinto. Cumbre estuvo Navazo con los palos, de dentro afuera porque el novillo pesaba. Su tarde. Qué tarde. Lo toreó a ralentí como embestía el de Parralejo después Téllez, descolgado y muy despacio el animal, aunque a menos. Faena tan rítmica como larga. No falló El Parralejo. Ni las ilusiones.
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