Toros

Badajoz

Juan José Padilla: «Me considero un afortunado, no una víctima»

El diestro, que asegura encontrarse en buen estado, narra a LA RAZÓN cómo vivió el percance de ayer en Arévalo.

Juan José Padilla: «Me considero un afortunado, no una víctima»
Juan José Padilla: «Me considero un afortunado, no una víctima»larazon

El diestro, que asegura encontrarse en buen estado, narra a LA RAZÓN cómo vivió el percance de ayer en Arévalo.

Hace 24 años un «ciclón» sacudía la Plaza de Toros de Algeciras, y en esta ocasión no fue José Tomás. Juan José Padilla tomaba la alternativa el 18 de junio de 1994 en aquella plaza gaditana. Sería en 2001 cuando recibe la primera cornada que estuvo cerca de sesgarle la vida. Fue por estas fechas, un 14 de julio en Pamplona. El pitón de uno de los Miura le alcanzó el cuello «disecándolo en su totalidad y en sentido transversal». Precisamente el mismo coso de Iruña, tras el terrible percance de ayer en Arévalo, en el que sufrió una cornada en la sien derecha con arrancamiento de cuero cabelludo, espera poder despedir a «su torero» el próximo 13 de julio, cuando está anunciado con Cayetano y Roca Rey ante toros de Jandilla. «Aunque todavía queda esperar a que el martes me retiren los drenajes y conozca los resultados definitivos, no creo que este percance me impida despedirme de Pamplona».

Diez años después de la cogida en Sanfermines 2001, el 7 de octubre de 2011 el diestro viviría el episodio más cruel de su trayectoria. En la plaza de Toros de Zaragoza durante la Feria del Pilar, «Marqués» de la ganadería de Ana Romero, le embistió tras colocar un par de banderillas, tirándole al suelo, donde le corneó a la altura de la mandíbula, saliendo el pitón por la órbita ocular. Finalmente tras las intensas labores quirúrgicas tanto oftalmológicas, como otorrinas y faciales, el diestro acabaría perdiendo el ojo izquierdo. Pero la desgracia vivida en el otoño de 2011 tampoco le impidió, tan solo cinco meses más tarde, reaparecer en Olivenza (Badajoz). Desde aquel día y triunfo al «Ciclón de Jerez se le conoce como «El Pirata», y sus banderas han ondeado por toda la geografía nacional.

Caprichos de destino o de torero, la trayectoria del jerezano terminará donde cambió por completo, en la Feria del Pilar, en la que sin carteles confirmados, previsiblemente se retirará de forma definitiva de los ruedos españoles, como anunció hace unos meses. Aunque al resto de mortales les parezca especialmente cruel e inoportuno el espeluznante percance de ayer en Arévalo a unos meses de cortarse la coleta, «El Pirata» lo asume como parte de su profesión. «Cada tarde que actúo en una plaza no pienso en que será la última, sino en dejar el mejor recuerdo posible en ella. Igual que el toro lo desconoce el público tampoco lo debe notar. Además, me siento un afortunado no una víctima. Detesto la práctica de la autocompasión. Así es la verdad del toreo, no todo son puertas grandes»

A pesar de su gran sentidodel deber y amor por su profesión es algo evidente que el cuerpo de Padilla ha soportado durante sus más de dos décadas en los ruedos la parte más dura del toreo. Solo hay que remontarse a La Feria de Fallas 2017 para rememorar uno de sus últimos pasos por la enfermería en la que fue intervenido de dos cornadas, una en el muslo y otra en el pectoral. Y a esta cogida se suma la dramática de ayer, que recuerda al detalle: «Para mí fue muy importante llegar por mi propio pie a la enfermería y así poder evaluar mi estado, eso me tranquilizó. Luego, en la enfermería y en el Hospital de Ávila recibí un trato excepcional. Mi agradecimiento siempre será insuficiente para su profesión. Debo mi vida a los doctores».

Son tan innumerables las historias y páginas de tauromaquia que se escribirán con él y su sangre, como los apodos que recibe este héroe que ha demostrado que dejarse la piel es mucho más que una mera forma de hablar.