Ferias taurinas
Las figuras y sus circunstancias
La terna pone el «No hay billetes» y corta una oreja por coleta en Valencia
- Valencia. Octava de la Feria de Fallas. Se lidiaron toros de Domingo Hernández, Garcigrande (4º y 5º) y un sobrero de Núñez del Cuvillo (6º), muy desiguales, cómodos, justos de fuerza y en conjunto manejables y buenos. El 6º, el más deslucido. Lleno de «No hay billetes».
- Sebastián Castella, de negro y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); aviso, estocada entera (oreja).
- José María Manzanares, de negro y oro, pinchazo, entera, aviso, ocho descabellos, aviso (silencio); entera muy tendida y caída, entera muy trasera y desprendida, aviso (oreja).
- Alejandro Talavante, de carmín y oro, media (oreja); pinchazo, media, dos descabellos (silencio).
- De las cuadrillas, destacaron Javier Ambel, Juan José Trujillo, Luis Blázquez y Valentín Luján.
Tras la muestra de encastes que ocupó el segundo tramo de la Feria de Fallas, el protagonismo es ya para las figuras y sus efectos colaterales. Baile de corrales, verbigracia. Pero también meten a gente –por fin se llenó la plaza–, público no siempre entendido –hubo algún premio muy generoso– pero que hace que el negocio siga funcionando. No fue el caso de la oreja que se llevó Alejandro Talavante de su primero. Un trofeo justo y merecídisimo que hizo que la tarde se fuese arriba. Y eso que se protestó la poca entidad del animal. Pero esos pitos se tornaron ovación cuando Talavante lo recogió por delantales y quitó por saltilleras, respondiéndole Castella con unas espaldinas que pusieron los tendidos boca abajo. No disminuyó el entusiasmo cuando banderillearon Valentín Luján y Julio López y continuó con los derechazos con que el diestro pacense inició su primera faena, ligando su toreo en redondo con el natural mediante muy efectivas arrucinas con ese sello tan personal y distintivo que las convierte en talavantinas. Fue su labor tan medida –cinco tandas, tres por la derecha, una al natural y otra para impedir que el astado se rajase– como completa e intensa, rematada eficazmente con una media estocada suficiente. El sexto fue sustituido por uno de Núñez del Cuvillo, que romaneó en el primer tercio, pero resultó menos claro que los titulares. Tampoco ahora Talavante perdió el tiempo y se lo quitó pronto de encima.
Aquella primera faena de Talavante estimuló a la concurrencia, que procuró otra oreja para Castella tras una larga faena al cuarto, distraído de salida pero repetidor y pronto en la muleta. Embestía con el morro arrastrando por el albero y haciendo el avión sin que su matador acabase de acoplarse. Permitió enganchones y lagunas que consiguieron, otra vez encimista, que la res se acabara aburriendo. Con su primero, también de gran fijeza y alegría, se hizo ovacionar en las verónicas de recibo. Su trasteo fue derechista y de más a menos conforme se acababa la energía del toro. No tuvo la suerte de cara en el sorteo Manzanares. Le correspondió en primer lugar un toro justísimo al que costaba mucho seguir el fuerte ritmo impuesto por el de coleta. Cuando bajó el diapasón hubo más acople, si bien su labor fue muy irregular y le dejó al pobre animal el pescuezo hecho un acerico con el verduguillo. Le costó fijar al quinto, que salió a su aire. Pero cuando lo hizo toreó muy despacio y con las zapatillas clavadas al suelo. Protestó algo el toro por el pitón derecho pero también por ese lado hubo hondura y profundidad, estropeando una faena maciza y compacta al matar defectuosamente.
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