Córdoba

Manzanares, por la Puerta de los Cónsules

El alicantino pasea tres orejas y Ponce y Finito, una, con un noble encierro de Juan Pedro Domecq

José María Manzanares sale por la Puerta de los Cónsules de Nimes
José María Manzanares sale por la Puerta de los Cónsules de Nimeslarazon

José María Manzanares abrió esta mañana la Puerta de los Cónsules del Coliseo Romano de Nimes tras cortar tres orejas de su lote de Juan Pedro Domecq y siguió así el mismo camino a hombros que el sábado realizaron Juan Bautista y El Juli para conformar, hasta el momento, la terna de triunfadores de esta Feria de Pentecostés.

Manzanares mostró ya ante el tercero de la mañana el anhelo de triunfo con el que venía. Gran saludo por chicuelinas al animal que, sin ser difícil, no acabó de entregarse. El torero cuajó una faena muy lucida y presidida por su entrega, que tuvo pasajes de temple y ligazón por los dos pitones. Demostró así entender muy bien al astado que tenía delante, al que finalmente despenó de una estocada de efecto fulminante.

Ante el sexto, la afición de Nimes disfrutó con un Manzanares que estuvo realmente cumbre en una faena firme, perfecta de asentamiento y de mando. Hubo siempre un muleteo capaz, sobrio y bello a la vez, marca de la casa. Con esa estética demostró estar por encima del morlaco y cada uno de los muletazos que dibujó constituyó por sí mismo una auténtica obra de arte. Se perfiló para matar recibiendo y paseó las dos orejas.

Encabezó la terna Enrique Ponce, que paseó una oreja del primero de la mañana. Una res de Juan Pedro Domecq a la que el valenciano saludó con templadas verónicas. También hilvanó después con la muleta un buen trasteo. Fue una faena perfectísima en la técnica ante un toro de dulce, que pareció un auténtico carretón. Mató de estocada entera y paseó un trofeo.

Luego, en el cuarto, no pudo redondear su paso por el Coliseo nimeño. El de Chiva tuvo que abreviar y quitarse de en medio un burel medio inválido, que no permitió siquiera templar una faena a media altura.

Por su parte, Finito de Córdoba edificó una faena cargada de bellos detalles que rezumaron puro arte en el segundo «Juampredo». Tan sólo su fallo reiterado a la hora de despachar a este noblón ejemplar le privó del justo premio. Ante su segundo, cuajó Finito otra gran faena. De nuevo fue un puro derroche de arte torero. Muy pinturero. Mató de media y descabello antes de pasear una oreja.

En el Coliseo Romano de Nimes, sexta de la Feria de Pentecostés, en la que se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y algunos como el 4º con poca fuerza, pero nobles en general. Enrique Ponce, oreja tras aviso y silencio; Finito de Córdoba, saludos tras dos avisos y oreja; y José María Manzanares, oreja y dos orejas. Lleno de «No hay billetes».