Bilbao

Puerta grande de un Garrido bravo de verdad

Un toro salva una espantosa corrida de Fuente Ymbro en la penúltima de las Corridas Generales de Bilbao

El diestro José Garrido sale a hombros por la puerta grande de la plaza de Vista Alegre de Bilbao tras cortar dos orejas
El diestro José Garrido sale a hombros por la puerta grande de la plaza de Vista Alegre de Bilbao tras cortar dos orejaslarazon

Un toro salva una espantosa corrida de Fuente Ymbro en la penúltima de las Corridas Generales de Bilbao

Bilbao. Octava de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, muy desiguales de hechuras y presentación. El 1º, desrazado y deslucido; el 2º, buena condición pero muy bajo de raza y fuerza; el 3º, deslucido y de mal juego; el 4º, rajado e imposible; el 5º, escarbón, brutote y sin entrega; el 6º, sobrero del mismo hierro, toro bueno con movilidad y repetición.

Media entrada.

Sebastián Castella, de azul y oro, media, dos descabellos (saludos); media defectuosa, estocada defectuosa, pinchazo (pitos).

Miguel Ángel Perera, de verde hoja y oro, estocada (saludos); estocada (silencio).

José Garrido, de negro y oro, media, descabello (saludos); estocada, aviso (dos orejas).

Seguía el ambiente raro. No sé si era cuestión de ánimo o desánimo. Pero andaban los toros igual, como si el gris de la arena bilbaína se les hubiera metido en las entrañas consumiéndoles por dentro. Qué bajón. Así el primero, todo pitones, para el cielo, pidiendo al de arriba un soplido de raza que mantuviera aquello con honor, pero el honor no era, y la grisura del ambiente se mantuvo a duras penas. Colocaba bien la cara en la muleta de Sebastián Castella, que abría el cartel, pero le faltó después cuarto y mitad de casta para empujar en la muleta. Para ser toro toro. El francés, a falta de aquello, se quedó con el arrimón y complació al público. Perera hizo despliegue de temple, cosa fuerte en él, justo después de que se luciera Garrido con un quite y Curro Javier (y Barbero) con los palos. Apuró Curro al entrar al burladero y le persiguió el fuenteymbro cual diablo. Humilló después el animal en las primeras arrancadas, al primer suspiro se había acabado al toro. A la buena condición le faltó de todo, pero sobre todo fondo de raza y fuerza para mantenerse en pie. Perera lo intentó al amparo del temple y decoroso en los tiempos.

Se le ovacionó a Garrido antes de salir su toro. Bien Bilbao. Dos tardes en 48 horas. Su quinto toro en menos de 24. Buenos números. Mejor cabeza, ni les cuento el corazón. Aunque el fuenteymbro, tercero de la tarde, fuera una misión imposible a pesar de las ambiciones. ¡Un encierro a la medida de esta feria! Innecesaria a todas luces la presencia de los antis en la puerta. Verdad de la buena. Por lo innecesario de la provocación y porque dejen a los de dentro un tiempo y vendrán a gritar a solas. Garrido expuso. Expuesto. Dispuesto. El mulo no era de fiar, tampoco de apostar. Hizo lo que pudo y le mandó a mejor vida.

520 kilos portaba el cuarto. El porcentaje que tenía de bravura era ínfimo y feote de hechuras. Mucho pitón, estrecho y altote. Rajado, mansote, perdiendo las manos y sin ritmo ninguno. Y venga a correr en el último tercio. Apenas había empezado la no faena de Sebastián Castella cuando alguien del público gritó "¡Vaya espectáculo!". Y era verdad.

Un tirón y se llevó Perera al quinto al centro del ruedo; con este percal no había tiempo ni arrancadas que perder. Escarbaba el toro, se lo pensaba, merodeaba y por ahí andaba, miserias, no crean, a pesar de la buena voluntad del torero, sin ritmo ni clase cuando decidía tomar el engaño este fuenteymbro. Tenebroso espectáculo. A los corrales el sexto. Sobrero del mismo hierro el que vino después. Garrido, en tus manos. Sólo él podía echar el freno a esta debacle y lo hizo. Poderoso, templado y toreando muy por abajo a un toro que tuvo movilidad y repetición; mucho que torear, imponente embestida. Sólido Garrido. Importante Garrido. Apostó con el toro, agradecido animal. A más uno y otro, y al final, a fuerza de derechazos y también algún encuentro al natural, fue construyendo el torero un faenón. Ligado, templado, cimentado sobre la arena, ceñido, resuelto y torero en los remates... ya le pueden agradecer empresa, ganadero... Porque salvó la tarde y se encumbró con una estocada muy de verdad ante el único toro bueno de la tarde, "Pegajoso"de nombre. Y al presidente ya no le quedó otra que concederle el doble trofeo que le abría la Puerta Grande. Era de justicia. Justicia divina. Pedazo torero. Dos tardes dos. Y qué manera de ser y estar.