Salud y bienestar

La OMS advierte que el consumo de grasas no debe superar el 30% en la ingesta calórica diaria

Además señala que que no más del 1% de la ingesta energética total debe derivarse de ácidos grasos trans

Grasas: producen un efecto similar al de las drogas
Grasas: producen un efecto similar al de las drogaslarazon

El incremento en el consumo de alimentos con alto contenido calórico, grasas, azúcares libres y sal ha generado una creciente inquietud acerca de los efectos adversos de los hábitos nutricionales perjudiciales para la salud general de la población, especialmente en lo que respecta al aumento de los riesgos asociados con el sobrepeso y la obesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece las bases para promover una alimentación saludable, y en julio de este año, actualizó sus recomendaciones sobre grasas totales, grasas saturadas, grasas trans e hidratos de carbono, basándose en las investigaciones científicas más recientes.

En líneas generales, la OMS aboga por la reducción del consumo total de grasas a menos del 30% de la ingesta calórica diaria. Específicamente, se sugiere que las grasas consumidas a partir de los dos años de edad deben consistir principalmente en ácidos grasos insaturados. Además, se señala que no más del 10% de la ingesta energética total debe provenir de ácidos grasos saturados, y que no más del 1% de la ingesta energética total debe derivarse de ácidos grasos trans.

A pesar de las políticas destinadas a limitar la presencia de grasas trans en los productos alimenticios industriales, todavía persisten niveles elevados de este tipo de grasas en el mercado. Aunque se ha observado una disminución en el consumo promedio, se estima que millones de europeos continúan ingiriendo grasas trans en cantidades que aumentan significativamente su riesgo de enfermedad coronaria.

Los ácidos grasos saturados se encuentran en alimentos como la carne grasa, los productos lácteos, y grasas sólidas y aceites como la mantequilla clarificada, la manteca de cerdo, el aceite de palma y el aceite de coco. Por lo tanto, es posible reemplazar los ácidos grasos saturados y trans en la dieta con otros nutrientes, como ácidos grasos poliinsaturados, ácidos grasos monoinsaturados de origen vegetal, o hidratos de carbono provenientes de alimentos ricos en fibra dietética natural, como cereales integrales, verduras, frutas y legumbres.

De acuerdo con la 'Guía de la OMS sobre la ingesta de ácidos grasos saturados y ácidos grasos trans para adultos y niños', una revisión sistemática y un metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados que evaluaron los efectos de reducir la ingesta de ácidos grasos saturados en el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos demostraron que la disminución de la ingesta de ácidos grasos saturados, sin considerar la sustitución de nutrientes, redujo el riesgo de enfermedades cardiovasculares y enfermedad coronaria en un 17%.

En la población infantil, la reducción de estas grasas saturadas conlleva una disminución del colesterol LDL, del colesterol total y de la presión arterial, además de mejoras en la sensibilidad a la insulina.