Catástrofe en Asia
Unicef: «Estos niños han vivido un infierno»
La lenta respuesta de Aquino contrasta con la extranjera
EE UU eleva la ayuda de emergencia a un nivel sin precedentes en Filipinas, con carguero, el «USS Washington», que ha llegado con una cuantiosa cantidad de personal, ayuda y medios de transporte como helicópteros.
Hoy hace una semana que el supertifón «Yolanda» tocó tierra en en el centro del archipiélago filipino. Sus vientos de 315 km por hora y el efecto que ocasionó en lugares como Tacloban, localizada a orillas de un canal entre dos mares, han arrasado con todo. Las ONG internacionales trabajan sin descanso para coordinar y fletar la asistencia humanitaria a la zona cero. Ayer salió desde Madrid un avión de Cruz Roja española con 66,5 toneladas de ayuda. Asimismo, ayer aterrizaron cinco aviones de Acnur cargados de asistencia humanitaria básica –que se unieron a los 17 cargos de países donantes de la OCHA (entre ellos España)–, y un buque carguero estadounidense, el «USS Washington», tomó puerto en la isla de Samar, con una cuantiosa cantidad de personal, ayuda y medios de transporte como helicópteros.
El general de Brigada de la Marina de EE UU, Paul Kennedy, aseguró a la BBC que la ayuda estadounidense ha ascendido a un nivel que «probablemente nunca se había aplicado» en una crisis humanitaria. Los esfuerzos extranjeros contrastan con la lenta respuesta del Gobierno filipino que ha permitido que durante estos días, decenas de miles de personas carezcan de agua, comida y cobijo. Por fin ayer, llegó el primer buque de ayuda local al puerto de Tacloban con militares, ambulancias, arroz y botellas de agua. El presidente Benigno Aquino, ante el aluvión de críticas, llamó a los medios internacionales a realizar su trabajo "con mayor precisión". Pero las desoladores imágenes hablan por sí mismas.
«Las primeras horas son clave. El tiempo es esencial para los niños. Hoy llegaré a Tacloban para distribuir agua, equipos de higiene y saneamiento», asegura a LA RAZÓN, Kent Page, portavoz de Unicef en Filipinas. De acuerdo con sus datos, hay 4,6 millones de menores afectados por la tragedia. «Hay muchísimos niños en riesgo. En primer lugar, nos preocupa la salud de los pequeños, que estén bien alimentados, que que tengan acceso a agua limpia y un buen saneamiento», indica Page, pues se necesitan para sobrevivir, pero también para evitar otras enfermedades. En segundo lugar, Page recuerda que todo ha sido destruido, incluidas las escuelas. «No hay clase y los niños necesitan ir al colegio, aprender, jugar y sentirse protegidos». En tercer lugar, a Unicef le preocupa el trauma que han experimentado en una edad tan temprana: «Quizá han perdido a uno de sus progenitores, o a los dos; Quizá han visto cadáveres en las calles; O han visto cómo su casa se ha destruido. Estos niños han vivido un infierno».
La pesadilla para los supervivientes todavía podría ser peor. Durante las noches en Tacloban, sin electricidad, ni Policía, y con la desesperación a flor de piel, se pasa muchísimo miedo. Incluso, los menores que han perdido a sus padres pueden ser usados por bandas o las niñas ser violadas. De momento, es un rumor que corre como la espuma en la zona cero. «En un desastre natural de esta escala, tenemos que proteger a los niños y que no sean explotados de ninguna manera». En este sentido, Unicef habilitará espacios para los menores y también tratarán de reunir a los pequeños con sus padres lo antes posible.
Todas las agencias de Naciones Unidas coinciden en lo complicado que es acceder a algunas zonas remotas por la enorme devastación. Toda la ayuda de Acnur está siendo enviada por aire. Al cierre de esta edición, había cinco 747 esperando a ser descargados. En Acnur, se están planteando hacer los envíos a Manila pues, por ejemplo el aeropuerto de Cebú está colapsado. Aunque gracias a la puesta en marcha de ferries y barcazas desde Cebú, la asistencia, que va desde sábanas y tiendas de campaña hasta genereradores eléctricos o potabilizadoras, se va distribuyendo poco a poco. La agencia enviará un sexto avión con todoterrenos, linternas solares y equipos de cocina. 11 millones de personas han sido afectadas por el desastre natural en Filipinas, es decir, prácticamente la cuarta parte de la población española.
Muchos intentan salir de Tacloban por el medio que sea. El propio alcalde de la ciudad de unos 220.000 habitantes, Alfred Romualdez, les instó a marcharse. «No queda nada allí. Se ha destruido el 95% de la ciudad. Hemos vivido la peor tormenta de la historia», reconoce. «Los daños son peores que los ataques en la II Guerra Mundial", cuando la ciudad fue ocupada por los japoneses y bombardeada por los aliados. Romualdez asegura que lo más urgente son los medios de transporte y que si sólo cuenta con las fuerzas de su ayuntamiento, serán meses lo que se necesitarán "sólo para recuperar los cadáveres".
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