Asturias
El «gusano de las narices» afecta a siete de cada diez corzos en España
El setenta por ciento de los 200.000 corzos que habitan los montes españoles están infectados por larvas de la mosca Cephenemyia stimulator, una parasitosis conocida como "gusano de las narices"que, pese a su presencia generalizada, no es el factor determinante de la merma de las poblaciones en el norte del país. El corzo es el ciervo más pequeño de Eurasia, alcanza una altura de 75 centímetros a la cruz y pesos de hasta 30 kilos y está considerado como un recurso cinegético de primer orden, que compite con el Jabalí, el Venado y la Cabra Hispánica en las preferencias de los cazadores.
Así, en España se abaten cada año unos 28.000 corzos que generan en permisos de caza ingresos de más de 15 millones de euros a las administraciones autonómicas y a los organismos que gestionan terrenos cinegéticos.
En los últimos diez años, la población de corzos de la mitad norte donde se concentra la mayor cantidad de ejemplares, ha disminuido de manera progresiva, aunque el fenómeno no puede atribuirse a la infestación por larvas como factor determinante, ha señalado a Efe la bióloga María Patrocinio Morrondo.
Para la científica, catedrática de Patología Animal de la Universidad de Santiago de Compostela, los corzos han iniciado un proceso de adaptación que les permite convivir con la parasitosis.
La miasis, como se conoce a las infestaciones por larvas de las moscas en mamíferos, está presente en los corzos de Europa desde 1815 "y si los corzos y otros ungulados han convivido cientos de años con estos parásitos no hay motivo para pensar que los de España no van a adaptarse, por lo que la alarma es injustificada".
No obstante, en caso de que esta infestación se combine con la presencia de otros parásitos, sí pueden debilitar a los ejemplares al reducir su capacidad respiratoria y su oxigenación sanguínea lo que resta fuerza a sus músculos y rebaja su capacidad de defensa.
El ciclo comienza en verano cuando la mosca Cephenemyia stimulator deposita sus huevos en los orificios nasales de los corzos, que se desarrollan durante varios meses en la cavidad nasal y la retrofaringe para ser expulsadas después de varios meses cuando se convierten en pupas de unos 3 centímetros de longitud.
Los científicos que han estudiado el fenómeno coinciden en que la reducción de las poblaciones de corzos durante la última década obedece a otros factores como los periodos cíclicos de disminución vinculados a cambios en el hábitat, a una gestión inadecuada de los espacios cinegéticos o al aumento de predadores como el lobo.
El primer caso de miasis en el norte de España se detectó en el año 2001 en la zona occidental de Asturias y desde allí se extendió por la cornisa cantábrica y hacia el sur.
En esa época se descubrió también otro caso en Ciudad Real en un animal que fue introducido desde Francia lo que ha llevado a pensar que en el caso registrado en Asturias se había producido una importación no autorizada de corzos.
Según, Gerardo Pajares de la Asociación del Corzo Español, La alta densidad, de hasta 36 ejemplares por kilómetro cuadrado de superficie, registrada en años como el 2007 en algunas zonas de Asturias, ha facilitado el contagio.
Para Parrondo, la única prevención posible es tener un especial cuidado en el tratamiento de las reses muertas para no dejar restos de carne infestada o de larvas en la naturaleza.
Así, ha abogado por evitar la practica habitual de cortar la cabeza de la res en el sitio donde es abatida para evitar que queden larvas entre la vegetación de las que nacen moscas que pueden infectar a otros animales.
"Es un círculo vicioso, cuando más moscas nazcan más huevos depositarán en las narices de los corzos y eso hay que cortarlo de alguna manera", ha dicho la catedrática tras incidir en que la manipulación y el consumo de carne de los ejemplares infectados no representa ningún peligro para los humanos.
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