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Libélulas africanas «se mudan» a la Península ibérica

El calentamiento global se esconde detrás de la creciente llegada a la Península de libélulas desde zonas áridas de África, atraídas por un hábitat favorable a este lado del Mediterráneo. Como resultado del cambio climático, el clima en el sur de la península se va pareciendo al del norte de África, por lo que desde mediados del siglo XX hay un “goteo” constante de estos insectos que cruzan el Estrecho para colonizar áreas del norte, ha explicado a Efe el biólogo y especialista en libélulas de la Asociación Odonatológica de Andalucía(AOA), Francisco Jesús Cano.

En el sur español la temperatura del verano se asemeja a la del norte de África, si a esto se suma el deterioro de los hábitats y la creación de medios acuáticos artificiales como estanques es normal que las comunidades autóctonas de libélulas se “debiliten” facilitando que las especies norteafricanas se instalen en los medios acuáticos.

En la Península Ibérica, hasta el momento, hay contabilizadas 79 especies de odonatos (libélulas y caballitos del diablo) de las que 3 están incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, 2 de ellas “en peligro de extinción” y protegidas por la Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Cinco de estas 79 especies se han sumado a nuestra fauna en las últimas décadas desde el norte de África.

La más reciente en aterrizar ha sido la Trithemis kirbyi cuyo primer avistamiento se produjo en la localidad malagueña de Manilva en 2007; desde allí se extendió hacia el interior de Andalucía y, en sólo cinco años, llegó por el este hacia el río Ebro aunque sin establecer poblaciones.

Esta especie tiene una “expansión rápida y espectacular” debido a su carácter oportunista: coloniza desde charcas estacionales hasta piscinas y tiene un ciclo vital rápido.

Las libélulas, grandes depredadoras, son buenas voladoras y muy resistentes a los fuertes vientos que soplan en altitud de los que se benefician para desplazarse en largas distancias.

En este sentido, Cano ha señalado que las migraciones de libélulas no son algo anormal: hoy en día las grandes migraciones en el reino animal están lideradas por la mariposa monarca y por la libélula Pantala flavescens que vuela desde el norte de la India hasta el este de África.

Otra de las especies, Trithemis annulata, es una de las más comunes en África y Oriente Medio y se tiene constancia en la península desde 1978; desde entonces su expansión ha progresado mucho alcanzando el sur de Francia en 1994 y el oeste de Pontevedra y Lugo en 2002.

Más especies africanas llegadas recientemente a la península son Orthetrum trinacria, Paragomphus genei y Brachythemis impartita.

Las especies Diplacodes lefebvrii y Sympetrum sinaiticum también son de origen africano y sus primeras citas peninsulares son recientes: el estudio de su distribución actual indica que se trata de especies relictas de distribución más amplia cuyas poblaciones en la península habían pasado desapercibidas hasta ahora.

“A pesar de que su presencia no estaría relacionada con el incremento de la temperatura, el aumento en sus observaciones podría indicar que está favoreciendo su expansión”.

Cuando las libélulas originarias de África llegan a la Península es normal que se detecten anomalías de convivencia con las autóctonas y que tengan algún tipo de interacción entre ellas, pero, de momento, el efecto en esas poblaciones está poco explorado.

Para Cano, coautor junto a Soledad Carpintero de un estudio único sobre estos insectos alados en la Península, sería “complicado” que una especie provocara la extinción de la otra aunque no hay estudios continuos sobre lo que esta pasando.

En este sentido, el mayor riesgo lo sufren las especies relictas, principalmente aquellas que habitan en zonas de alta montaña, ya que el calentamiento reduce los hábitats adecuados para su reproducción y la competencia con especies nuevas hace que su medio óptimo sea más escaso poniendo en peligro sus poblaciones.