Viajes

Los zapatos del Holocausto

Se apilaban en montañas por los campos de concentración, rasgaban y provocaban llagas a los que seguían vivos, caminando a los campos de Austria sin saber una pizca de su futuro. La falta de cuero en Alemania durante los últimos años de guerra hicieron muy útil matar a un inocente a cambio de un par en buen estado.

Pila de zapatos que fueron propiedad de judíos asesinados.
Pila de zapatos que fueron propiedad de judíos asesinados.larazon

La comunidad judía en Hungría, la segunda mayor de Europa

Es de sobra conocido el drama que vivieron los judíos a lo largo del gobierno nazi en Europa. El Holocausto llevó al asesinato de 6 millones de judíos, millones de familias desgarradas durante generaciones, horror e injusticia, y finalmente, la creación del Estado de Israel. El cine y la literatura, cualquier arte, en realidad, han recreado algunas de las localidades y personalidades más emblemáticas durante esta oscura etapa de la humanidad. Auschwitz, el Gueto de Varsovia y Ana Frank probablemente sean lo más reconocidos. Sin embargo, también ocurrió un terrible capítulo de este frío genocidio en la ciudad de Budapest, quizá menos conocido por la cultura popular que los anteriores.

La comunidad judía en Hungría, antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, la conformaban alrededor de 850.000 personas, la segunda mayor por detrás de la que hubo en Polonia. Eran personas, algunas buenas y otras malas, que podrían haberse librado de la barbarie de no ser por el gobierno títere de Alemania que hubo hasta 1944. Aliados de los nazis, los gobernantes húngaros hicieron todo lo que estuvo en su mano para promover el antisemitismo en su país. Comenzaron por clasificar a los judíos como un grupo racial, no religioso, por lo que 100.000 conversos al cristianismo se unieron a las listas de los condenados. Se les retiraron la mayor parte de los derechos y un buen número de ellos fueron destinados a trabajos forzados, que aunque aumentaron notablemente la mortalidad, al menos les libró del final inevitable en los campos de concentración. Así estuvieron desde 1939 hasta 1942.

Conquista alemana

En 1942 se formó un gobierno relativamente moderado que devolvió algunas libertades a los judíos, se les sacaron de los campos de trabajos forzados y la situación pareció mejorar. O así debieron pensarlo, hasta que Hungría amenazó con romper sus acuerdos con Alemania en 1944 y posicionarse en el bando de los Aliados. Los alemanes, enfurecidos por la afrenta de uno de los pocos aliados que les quedaban, invadieron inmediatamente Hungría y la pusieron al día con la asignatura del genocidio. En siete semanas, 450.000 personas fueron llevadas a campos de concentración, a Auschwitz en su mayor parte . Entre los trabajos forzados de los años anteriores, las huidas a países seguros y la mano dura alemana, tan solo quedaron alrededor de 200.000 judíos en Hungría, prácticamente todos en Budapest. Para tenerlos controlados, se les trasladó a edificios seleccionados bajo el nombre “Casas de la Estrella de David”, de forma parecida al Gueto de Varsovia pero distribuidos por toda la ciudad en vez de reunirlos en un único lugar. Durante el proceso, alrededor de 25.000 fueron trasladados a los campos.

jpg
jpgArchivo General de Alemaniahttps://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/de/deed.en

Matar cansa, siempre, no importa cuán efectiva sea la técnica utilizada, y los alemanes estaban agotados tras cinco años de enfrentamientos. Entre los meses de julio y octubre de 1944, demasiado ocupados en mandar tropas al frente oriental y procurando contener el Desembarco de Normandía, los alemanes dejaron a un lado a los judíos Húngaros. Fueron cuatro largos meses de espera. Terminados los cuatro meses, las deportaciones se reanudaron. Cerca de 70.000 judíos fueron obligados a caminar desde Budapest hasta Austria, en una angustiosa marcha que duró dos largos meses, para llegar a finales de año a los campos de Mauthausen y Dachau. Los más fuertes fueron enviados a Viena para preparar la defensa de la ciudad ante la cercanía de las tropas aliadas.

Masacre a las orillas del Danubio

¿Cuántos quedarán en Budapest? ¿Cuántos seguirán intactos a las garras de la injusticia? Los pocos supervivientes a la lenta carnicería fueron recluidos, esta vez sí, en guetos delimitados dentro de la capital, y lentamente fueron sacados de sus casas por la Cruz Flechada (el equivalente al partido nazi en Hungría), para ser fusilados a las orillas del Danubio. Veinte mil almas se disiparon de cabeza contra sus aguas. Eran niños, eran madres, eran personas sin nadie que les salvara. Eran ancianos y ancianas, apartados de los renglones de las víctimas de la guerra, porque ellos no murieron por ninguna guerra, ni ninguna idea que mereciera la pena. Murieron a las orillas del Danubio después de que sus ejecutores les obligaran a quitarse los zapatos y acercarse al agua. Lloraba el Danubio y lloraba Hungría al estallido de cada disparo. La limpia fue rápida, apenas llegó a durar dos meses, desde diciembre de 1944 hasta enero de 1945. Y al terminar la guerra, tan solo quedaban 70.000 judíos en Hungría como recuerdo de la efectividad alemana.

Los zapatos. El símbolo más frío del holocausto. Se apilaban en montañas por los campos de concentración, rasgaban y provocaban llagas a los que seguían vivos, caminando a los campos de Austria sin saber una pizca de su futuro. La falta de cuero en Alemania durante los últimos años de guerra hicieron muy útil matar a un inocente a cambio de un par en buen estado.

Bandera de la Cruz Flechada, el partido fascista húngaro que apoyó a Hitler.
Bandera de la Cruz Flechada, el partido fascista húngaro que apoyó a Hitler.larazon

El monumento de los zapatos en Budapest

Aquí entra el último personaje en la desoladora historia de la comunidad judía en Hungría. A las orillas del Danubio en Budapest, cerca del Parlamento húngaro, el escultor Gyula Pauer recreó en 2005 una escultura conformada por sesenta zapatos de hierro, para recordar los asesinatos junto al agua. Aunque están anclados al suelo, algunas mentes bochornosas consiguieron arrancar varios zapatos y robarlos. De esta manera, sesenta años después de arrebatárselo todo, pese a los intentos del gobierno por concederles una pizca del orgullo perdido, a los judíos de Hungría les robaron lo último que les quedaba: los zapatos.

Monumento de los zapatos en Budapest. Uno de cada diez judíos asesinados durante el Holocausto fueron húngaros.
Monumento de los zapatos en Budapest. Uno de cada diez judíos asesinados durante el Holocausto fueron húngaros.larazon

Pese a los robos algunos siguen allí, casualmente colocados, como si realmente fueran los que se quitaron precipitadamente antes de recibir el consiguiente disparo. Tirados de lado, juntos o desparejados, casi nos permiten imaginar los pies que los calzaron. Las piernas de mujer cubiertas por nailon viejo y rajado, los pantalones de los hombres agujereados. Casi puede palparse el temblor de sus piernas cuando les ordenaron quitárselos, a sabiendas de que ese sería su último acto antes de caer al río. Este es un monumento terriblemente hermoso, de la pérdida y la violencia con que miles de inocentes fueron obligados a descalzárselos. Porque de sus dueños, empujados cobardemente contra las pacíficas aguas, ya no queda nada. Solo este pedazo de hierro que los turistas fotografían para llevárselo de recuerdo.