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“Atrapada en las Maldivas, te das cuenta de que el verdadero paraíso es estar en casa con tu familia”

Algunos de los que estamos encerrados en casa todavía fantaesamos, deseando que la crisis del coronavirus nos hubiera pillado en la playa, bien lejos del ruido y los contagios. Sin embargo, nada es tan sencillo como aparenta a simple vista, y este ideal en nuestros sueños puede convertirse en una pesadilla que parece no acabar nunca. Nos lo cuenta Ana desde las Maldivas.

Ana Hernández Sarriá es escritora y dibujante, una apasionada de la vida.
Ana Hernández Sarriá es escritora y dibujante, una apasionada de la vida.Ana Hernández

Ana Hernández Sarriá comenzó a escribir su primera novela mientras vivía en Nueva York. A través de las palabras descubrió un nuevo mundo y se encontró a sí misma como no lo había hecho nunca. Desde entonces ha escrito dos novelas y va camino de publicar una tercera. Escritora, ilustradora, profesional del mundo de la moda, viajera empedernida y entusiasta de la vida, se siente una afortunada al seguir tranquila pese a vivir en una generación frenética de Internet 2.0, hacerse un café calentito cada mañana y escribir durante horas. No necesita más para ser feliz. Hace unas semanas viajó a Maafushi, en el archipiélago de las Maldivas, buscando inspiración para su tercera novela. Pero su situación ha cambiado drásticamente en las últimas semanas. Atrapada en la isla sin posibilidades de salir y volver a España, arrancada de sus seres queridos, habla con nosotros para contarnos su situación y lanzarnos ánimos con todas sus fuerzas.

¿Por qué decidiste ir a las Maldivas en primer lugar?

Vine a Las Maldivas de vacaciones en Semana Santa de 2019. Perdimos el avión de vuelta a casa debido a los atentados que ocurrieron en Sri Lanka (hacíamos escala allí.) Así que, accidentalmente, nos quedamos unos días atrapadas en la isla. La acogida de la gente local fue maravillosa. Nos ayudaron y cuidaron esos días como si fuéramos amigos de toda la vida. En especial, los chicos del sitio donde habíamos contratado las excursiones de snorkel con delfines, tortugas y tiburones, Shadow Palm. En agradecimiento a cómo nos habían tratado esos días yo les regalé varias fotos que había hecho en las excursiones, y les gustaron tanto que me propusieron venir en temporada alta a trabajar de fotógrafa a la isla. Me ofrecían casa y comida. Pensé que era una oportunidad magnífica para venir al paraíso a escribir mi tercera novela. Maldivas parecía el escenario perfecto, y escribir sobre la desconocida cultura musulmana me emocionaba.

¿Tenías pensado regresar pronto a España?

Mi vuelo original para volver a España era el Domingo 22 de marzo. Lo cancelaron sin darme ninguna alternativa. A partir de ahí, las llamadas a la embajada y a las compañías aéreas han sido diarias. Nadie nos ayuda, los pocos vuelos que había disponibles valían más de tres mil euros. Así que, antes de que nos diera tiempo a reaccionar, nos quedamos encerrados en esta isla. Maafushi.

¿Y qué ha impedido que puedas salir de allí? Además de los precios desorbitados.

En primer lugar, no hay vuelos de vuelta a España. Desde que han cerrado el tráfico aéreo, son muy pocas las aerolíneas que vuelan a casa. Además, hay ciertos países en los que los pasaportes españoles no pueden hacer escala. Por ejemplo, Doha. Un conocido mío que trabajaba de instructor de buceo en otra isla de Maldivas, se compró un vuelo para volver a Madrid que hacía escala en Doha, y al llegar allí, le pusieron en cuarentena en un hostal cercano al aeropuerto. Perdió su segundo vuelo y allí sigue, desolado sin conocer a nadie y sin poder volver a casa.

El problema es que toda la información que recibimos no es 100% segura. La embajada nos ofrece de vez en cuando algún vuelo con un precio desorbitado. Pero no sabemos si se va a cancelar en el último momento. O si nos van a poner en cuarentena en los países que hace escala. Además, el tráfico de turistas entre islas de Maldivas esta prohibido. Solamente nos dejan coger un barco para ir al aeropuerto. Eso significa que, si llegas a Male (la capital) a coger tu avión, y se cancela, no tienes posibilidad de volver a la isla. Te quedas atrapado en Male. Por supuesto, te tienes que pagar allí un hotel y una vida.

¿Sois más españoles en la isla?

Sí. Nos hemos quedado varios españoles atrapados aquí. Somos 14. Hay una familia con una niña que al principio estaba muy asustada. Pero poco a poco estamos haciendo piña y nos cuidamos los unos a los otros.

"La acogida de la gente local fue maravillosa. Nos ayudaron y cuidaron esos días como si fuéramos amigos de toda la vida."
"La acogida de la gente local fue maravillosa. Nos ayudaron y cuidaron esos días como si fuéramos amigos de toda la vida."Ana Hernández

¿Alguno ha logrado salir?

Sí. Muchos lograron irse. El problema de los que nos quedamos es que nuestras compañías aéreas nos cancelaban el vuelo, pero nos daban otro vuelo a los dos días. Y después, nos volvían a cancelar y nos daban una nueva alternativa que también se cancelaba con el tiempo. Y así, se fueron cancelando y nos fueron posponiendo los vuelos mientras otros españoles se iban. De repente nos dimos cuenta de que habían pasado los días y que nos habíamos quedado sin alternativas.

Tu encierro es muy diferente al de aquellos en España, aunque no por eso deja de ser un encierro. ¿Qué partes positivas y negativas tiene con respecto a quedarse en un piso?

La parte negativa es por supuesto estar lejos de mi familia. Tengo amigos enfermos y he tenido una perdida muy cercana que me ha roto el corazón en mil pedazos. Te das cuenta de que el verdadero paraíso es estar en casa con tu familia. Que no es el sitio, son las personas. Da mucho miedo estar en esta isla sola, por mucho que pueda ir a la playa o andar por las calles. En estos momentos, desearía estar en mi casa. Entre cuatro paredes, pero sintiéndome cerca de los míos.

La parte positiva es el mar. Cuando tengo miedo y pienso que no sé cuánto tiempo voy a tardar en ver a mis padres, me voy a bucear al océano. Está siendo mi mejor terapia, junto con la novela. Me encierro en mis páginas o rodeada de peces en el mar, y entonces, por un momento, consigo olvidarme de lo que estamos viviendo. De que estoy encerrada en esta isla de un kilómetro cuadrado en medio de una pandemia mundial.

Algunos dirían que cambiarían cualquier cosa por estar en tu situación, pero nosotros sabemos que no debe ser fácil estar lejos de casa. ¿Qué es lo que más te está costando?

Yo al principio también me sentía muy afortunada. Estaba de vacaciones en el paraíso. Creo que todos éramos muy inconscientes de lo que estaba por venir. Hasta el día en que cerraron nuestra isla. Los hoteles, los restaurantes, las tiendas. Todo. Ese fue el primer día que pasé miedo realmente. Los barcos que nos comunicaban con otras islas dejaron de venir y empezaron a asustarnos diciendo que no llegaría comida, porque todos los alimentos que llegan aquí son importados. Que habían cerrado Male, la capital, y que pronto no tendríamos ni agua, ni comida.

Está sensación produce muchísima ansiedad. Afortunadamente, todavía tenemos agua, y por supuesto, nos alimentamos de pescados, pulpos y todos los alimentos que nos proporciona el mar. Es una sensación rarísima, porque por mucho que sepas que estas libre, te sientes encerrada. Y repito, lo más importante en la vida, son las personas, la familia y los amigos. Estar aquí sola, significa estar encerrada en mi soledad. Que es muchísimo peor que cuatro paredes con tu familia.

¿Cómo se está viviendo el coronavirus en la isla? ¿Habéis sentido algún cambio?

Gracias a Dios no hay ningún caso en nuestra isla. Y menos mal, porque el hospital es minúsculo y no tendría ningún recurso. Cambios, todos, y el más notable es el miedo. La comida escasea, la gente ha perdido sus trabajos... todos nos estamos quedando sin dinero. Está siendo todo un verdadero disparate.

Estás viviendo una situación propia de un acertijo. Tú si puedes responder a la pregunta: ¿qué tres cosas consideras indispensables para sobrellevar el día a día atrapada en una isla?

Agua potable. El mar, (para perderme y para contar con su comida). Y mi novela. Que es mi mejor terapia y lo único que me mantiene con perspectiva.

"Cuando todo esto acabe vamos a salir a morir. A los bares, a las calles, a los cines, a los parques. Con mi familia, con mis amigos."
"Cuando todo esto acabe vamos a salir a morir. A los bares, a las calles, a los cines, a los parques. Con mi familia, con mis amigos."Ana Hernández

¿Estás escribiendo algo nuevo? ¿Relacionado con tu situación?

Por supuesto. Mi novela ha dado un giro de 180 grados. Todo lo que estoy viviendo lo estoy plasmando en mis páginas. Creo que está quedando una historia preciosa. Hay un orfanato en la isla y tengo testimonios maravillosos de niños que vivieron aquí. Gracias a la pandemia, estoy conociendo a muchísimas personas locales con vidas interesantísimas. Me han hablado de cómo fue el tsunami de 2004, de los recursos naturales de Maldivas, de la pesca, de las criaturas del mar. Hay días que me siento muy afortunada por estar aquí.

¿Qué aconsejarías a los que están en casa?

Que lean, que aprendan y que reflexionen. Esta pandemia nos va a cambiar a todos. Quizás es el momento de mencionar el poema de Kitty O´Meara, escrito durante la epidemia de peste en 1800.

“Y la gente se quedó en casa.

Y leía libros y escuchaba.

Y descansaba y hacía ejercicio.

Y creaba arte y jugaba.

Y aprendía nuevas formas de ser, de estar quieto.

Se detenía.

Escuchaba más profundamente.

Algunos meditaban.

Algunos rezaban.

Algunos bailaban.

Algunos hallaron sus sombras.

Y la gente empezó a pensar de forma diferente.

Y la gente sanó.

Y, en ausencia de personas que viven en la ignorancia y el peligro,

sin sentido y sin corazón,

la Tierra comenzó a sanar.

Y cuando pasó el peligro,

y la gente se unió de nuevo,

lamentaron sus pérdidas,

tomaron nuevas decisiones,

soñaron nuevas imágenes,

crearon nuevas formas de vivir y curaron la tierra por completo,

tal y como ellos habían sido curados".

Tus miedos ante esta situación serán diferentes a los nuestros. ¿En vez del peligro de contagiarte, lo que más temes es...?

Que se contagie mi familia. Tengo pesadillas todos los días soñando que me llama mi hermana y me dice que el virus ha llegado a mis padres. Me levanto sudando muchísimas noches. No podría estar con ellos y no podría volver. Realmente, me mataría.

Es comprensible esta preocupación, tan lejos de los seres queridos... Pero no todo van a ser miedos y tristezas. Dime un mensaje positivo que te repites cada día, aquello que te permite mantenerte fuerte.

Pues que esto claramente nos esta haciendo a todos más fuertes. Te das cuenta de la cantidad de amigos y de gente maravillosa que tienes alrededor. Que vamos a salir de esta situación todos juntos. Y que cuando nos reunamos, vendrán los besos, las cañas y los abrazos. Valoraremos más y nos cuidaremos mejor. Y creo que también cuidaremos más de nuestro planeta. Los animales, los mares, la tierra. En cierto modo. a veces pienso que necesitábamos este parón para apreciarlo. La humanidad necesitaba este “stop” para valorar más todo lo que nos rodea. Vivíamos en un sin sentido y a un ritmo frenético. Era el cambio que necesitábamos.

Tu segunda novela lleva el título: El tiempo es lo único que no vuelve. ¿Qué piensas que no va a volver a ser igual en la sociedad después de esta crisis?

Todo. Esto nos va a llevar a una crisis económica muy fuerte. Habrá cambios políticos y de opiniones. En los lazos humanos. Todo. Esto va a ser un huracán de emociones en todos los campos y a todos los niveles sociales.

Para terminar, ¿te gustaría dar algún mensaje a tus seres queridos, y a todos los que estamos en España?

Que estoy muy contenta de que cuando llegue a España nadie vaya a querer ponerme excusas de que esta muy cansado y que quiere quedarse en casa. Que vamos a salir a morir. A los bares, a las calles, a los cines, a los parques. Con mi familia, con mis amigos. Los ligues. Todo. Esto nos va a hacer recuperar la ilusión de socializar. ¡Prepararos que en nada llego!