Viajes
Cinco hoteles en contacto absoluto con la naturaleza que no quieres perderte
Naturaleza y lujo confluyen en estos cinco hoteles diseñados por las mentes más salvajes
El mundo está dividido en tres tipos de hoteles: el hotel malo, el hotel bueno y el hotel incomparable. Se deben cumplir ciertos requisitos para alcanzar la categoría de hotel incomparable, a saber, que el servicio y su calidad consigan esa mezcla de familiaridad hogareña y excitación ante lo innovador, deliciosa comida sin llegar a los niveles del esnobismo, una localidad única y un precio arrollador que nos impida visitarlos. Además de dos o tres sorpresa que escapan a nuestra imaginación inmediata. Pero es bueno soñar, ¿no crees? Nunca he querido subirme al carro de los envidiosos, más bien prefiero navegar por Internet en busca de ese hotel ideal que nunca pisaré y soñar con visitarlo. Tan solo unos minutos antes de seguir con la vida real.
Soñar es muy útil porque al hacerse en el hogar, pero con vistas a lo exótico, se consigue el primer elemento necesario en un hotel incomparable, yo mismo me sorprendo a veces al prepararme la cena cuando consigo ese punto de alta cocina, mi casa tiene unas vistas al patio asombrosas y, por qué no, el alquiler también me sabe demasiado caro. Añadiendo a todo esto mi imaginación capaz de desbordar ciertos niveles, me encuentro por unos minutos al día, en ocasiones incluso horas, viviendo las experiencias de un rey del petróleo en un hotel incomparable. Me repito que solo es cuestión de perspectiva. Pero siempre es más fácil soñar con estos cinco hoteles en mente.
Skylodge Adventure Suites, Perú
Empieza la estancia con un punto de aventura. Colgando del Valle Sagrado de Perú, las cápsulas transparentes que conforman este estrafalario hotel son lo más parecido a vivir la experiencia de un cóndor de los Andes sin necesidad de crecernos plumas. Ya sea subiendo en teleférico o a través de un tortuoso sendero plagado de tirolinas, el visitante sabe cuando alcanza su objetivo que este es un hotel incomparable.
Consta de tres habitaciones divididas en cápsulas con capacidad para 8 personas, fabricadas con aluminio aeroespacial y policarbonato bien resistente, y su forma única permite una vista de 300 grados del valle. Parte de la misión de este espléndido hotel pasa por introducir al huésped en los entresijos de la naturaleza, siempre con el toque de aventura necesario, y es por eso que desde sus baños ecológicos hasta su gestión de residuos pasan por un estricto control medioambiental. Demuestra que lujo y naturaleza sí pueden estar unidos, sin restarle un ápice a ninguno de los dos lados. El único requisito a la vista es que se debe de pesar menos de 120 kg para subir con seguridad por el teleférico o las tirolinas.
El Muraka, Maldivas
Fueron muchos los proyectos de hoteles submarinos que se lanzaron a a aventura en la década de los 2000, pero solo El Muraka consiguió salir adelante, en colaboración con la cadena de Hoteles Hilton. Inaugurado en noviembre de 2018, permite al huésped dormir, comer, disfrutar y amar en el fondo submarino, aunque no tan profundo como para molestar a los huéspedes con la visión de peces desagradables. No, más bien lo rodean apacibles pececitos de las zonas de coral, moteados por el característico azul agua marina que adquiere la luz del sol al zambullirse en el océano.
Si la idea de dormir rodeado de agua y criaturas acuáticas no está hecha para todos los gustos, El Muraka también tiene esto en cuenta y ofrece habitaciones en la parte superior del complejo, que incluye mayordomo personal, spa privado y la opción de practicar jet ski. Aunque no hay razón para preocuparse, el nivel inferior cuenta con 600 toneladas de hormigón para que los días de mar tempestuoso no se molesten los huéspedes. Quizás esto explique su precio: 50.000 dólares la noche con una reserva mínima de cuatro noches.
Giraffe Manor, Kenia
Uno de los más conocidos en las redes sociales, siempre sin salir de su sabor a naturaleza. Este gracioso hotel, diseñado en sus inicios para utilizarse como lodge de caza al estilo escocés, suele aparecer en Facebook cada cierto tiempo, con motivo de sus simpáticos inquilinos. Podemos imaginar las sorpresa y la excitación al verlos aparecer mientras desayunamos. Son jirafas, de la especie Rothschild si buscamos ser precisos, y están en grave peligro de extinción. Cuando la escritora Betty Leslie-Melville y su esposo compraron la propiedad en 1974 - antes de que esta fuera transformada en hotel -, conocieron con estupor que las jirafas que veían bambolear por su jardín corrían el peligro de sufrir una muerte segura si ellos no actuaban.
Decidieron convertir la zona en un santuario de jirafas y cuando el edificio se reformó como hotel, las jirafas no tuvieron que irse a ningún otro lugar. Como es evidente, ellas estaban primero, y como siempre debería ser. Comenzaron un programa de cría e introducción de esta subespecie de jirafa en la vida salvaje y todavía hoy se sigue llevando a cabo esta labor. Los huéspedes, además de aprender nuevas facetas de estas bondadosas criaturas, pueden compartir su estancia con ellas, alimentarlas y mimarlas sin riesgo alguno, y por eso no extraña que por sus doce habitaciones hayan pasado famosos de todos los ámbitos. Ewan McGregor, Richard Branson y el cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, son algunos de los que han querido amistarse con las jirafas.
Icehotel, Suecia
Entre las peculiaridades de este hotel entra que debe construirse desde cero todos los años, para abrir de diciembre hasta abril. Otra es que está hecho de hielo y nieve, cada esquina. Esto explica la primera peculiaridad. Los muebles son bloques de hielo con forma de armarios y de camas. Hasta los vasos del bar están hechos de hielo. Al final uno termina por extrañarse de que los camareros no estén hechos también de hielo. Solo se salvan del hielo los cuartos de baño, menos mal, qué frescor tan desagradable sería, que se encuentran localizados en un edificio común adyacente al complejo.
Cien habitaciones componen el hotel, además de su recepción, una iglesia y un bar de hielo. Todos los años se seleccionan 50 artistas de renombre para esculpir la forma y la decoración de las habitaciones, en un proceso cambiante cada año y donde la imaginación es el único límite para crear este gigantesco iglú. Su funcionamiento para no congelar al huésped se basa en los mismos principios que el iglú tradicional. Los bloques de hielo hacen de cortavientos y la nieve que día a día se acumula en las paredes actúa como aislante contra el frío. El calor corporal de los habitantes, contenido entre sus gruesos muros, completa el resto del efecto. Aunque sería bueno aceptar las pieles de reno que ofrecen para dormir.
Hotel Palacio de Sal, Bolivia
Puede que el hotel sueco no sea para todos los públicos. Así sale al rescate el último hotel de la lista, en este caso construido exclusivamente mediante bloques de sal, desde las columnas y los suelos hasta los tejados y las paredes. Aquí se me escapan las sensaciones de la imaginación. ¿Qué impresión sería vivir rodeado de sal? ¿Dará sed? ¿Secará los labios, tendríamos que llevar mucho cacao? Fue construido en 1998 en el Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo, a una altitud que ronda los 3.500 metros sobre el nivel del mar.
De sus 40 habitaciones, todo está construido con sal, hasta las camas. El punto fuerte de este increíble hotel, además de su curiosa construcción, es su contacto permanente con la naturaleza más arrolladora que se pueda encontrar, esto es, la del desierto inexpugnable. Un delicado manto de estrellas hace de techo por las noches, y durante el día queda abierta la opción de múltiples actividades: conocer la famosa Laguna Colorada y sus flamencos andinos, visitar el volcán Licancabur y las ruinas incas a sus pies, y pasear por el desierto de tierra roja que pocos afortunados son capaces de visitar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar